Pastor Es. Una guía práctica para el liderazgo cristiano
PASTOR ES
Una guía práctica para el liderazgo cristiano
DEDICATORIA
Así, cuando regrese Cristo, que es el
Pastor principal, ustedes recibirán un maravilloso premio que durará para
siempre.
1 Pedro 5.4 TLA
Este libro está dedicado a Jesucristo, Pastor principal.
Y con toda intención, en la Biblia, la palabra “Pastor” está escrita con una letra “P” mayúscula porque Él es el único que tiene toda la autoridad sobre aquellos que, ejercen el liderazgo dentro de las iglesias cristianas y a los cuales, de hecho, es solo Cristo quién los eligió desde la eternidad para tal fin (Efesios 4.11).
Este libro va dedicado a Jesucristo con una enorme gratitud porque siendo Cabeza de la iglesia, deseó que hombres perfectibles en la tierra, ejercieran el cuidado sobre su novia, la desposada (Efesios 5.23), la iglesia, para cuidarla en lo que Él regresa en las nubes por ella.
Que cada uno de estos líderes humanos esté a la altura de este reto.
Es lo mejor que podemos desear por el bien de
todos.
CONTACTO
miguelmontoroministerio
miguelmontoroministerio@gmail.com
miguelmontoroministerio.webnode.mx
INTRODUCCIÓN
Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús: a todos los
santos en Cristo Jesús que están en Filipos, incluyendo a los obispos y a los
ancianos:
Filipenses 1.1 LBLA
Antes de iniciar la introducción quisiera dejar claro que, en este libro, siempre que se utilice la frase: “iglesia cristiana” con ella, me estaré refiriendo al grupo de personas que, habiendo creído en el sacrificio vicario de Cristo, le reciben como Señor y Salvador de sus vidas y se reúnen en su nombre para alabarle, rendirle adoración y estudiar su persona y su obra para convertir su carácter en objeto de imitación (1 Corintios 11.1; Efesios 4.13) lo que hacen en un lugar específico al que llamamos templo.
Quedando esto claro, continúo con la introducción.
Se considera que, para el año 62 d.C. la carta del apóstol Pablo enviada a los cristianos reunidos en el nombre de Jesús en la ciudad de Filipos ya estaba escrita mientras que, esta iglesia estaba siendo fundada alrededor del año 50 d.C.
Una matemática sencilla nos deja ver que, cuando el apóstol Pablo escribe la carta a los Filipenses esta iglesia ya tenía al menos 11 años operando con la organización que se deja ver en el versículo bíblico que encabeza esta introducción.
¿Cuál era esa organización? La existencia de tres y solo tres clases de personas las cuales estaban ejerciendo distintas funciones hacia el interior de la iglesia cristiana. Estas tres “personas función” eran: los “santos”, los “obispos” y los “diáconos” por lo que, se puede afirmar con contundencia bíblica que, son únicamente estas tres “personas función” las que existen hacia el interior de cualquier iglesia cristiana sin que importe el nombre que las identifique o su origen histórico.
En consecuencia, cualquier otro título que se utilice para alguien dentro de una iglesia cristiana como: “pastor principal”, “director de…”, “pastor director”, “pastor de jóvenes”, “ujier” u otros semejantes, será únicamente una estilización del nombre bíblico de las únicas personas función que existen hacia el interior de la iglesia cristiana, o sea, solo han existido, existen y existirán estas tres “personas función”.
Este, es un buen momento para aclarar que significa la frase: “persona función”.
Una persona función es, simplemente, una persona que en una iglesia cristiana realiza actividades específicas las que, complementan a las actividades que realizan las otras personas función. Así que, tomando como referencia la cita de Filipenses 1.1 diríamos que, un santo, realiza actividades de santo y las actividades de los diáconos ayudan a que las actividades de los santos y los obispos den el mejor resultado posible.
Este trabajo en conjunto hace más fuerte a la iglesia cristiana y logra un mayor y mejor crecimiento espiritual de todos los que pertenecen a ella (Efesios 2.21).
De lo anterior, queda claro que, las personas función de una iglesia cristiana solo pueden dar resultado trabajando juntas y de manera coordinada. Por lo tanto, no podemos encontrar ningún pasaje de la Biblia que apoye la idea de que el “obispo” es mayor o mejor persona que el “diácono” o el “santo” y estos, no son mejores que el “obispo” ya que, bíblicamente todos, no son más que un grupo de siervos inútiles (Lucas 17.10).
En la iglesia cristiana no existen los puestos. Solo las funciones.
No hay jerarquías de ninguna clase. Hay un solo maestro, el Cristo y todos en ella son iguales, son hermanos (Mateo 23.8).
Quién de alguna manera crea tener un “puesto” en la iglesia que merezca – según su propio criterio –, mayor reconocimiento que los demás, mayor gloria o que les estén públicamente alabando o aplaudiendo por lo que hacen, no es un miembro de su congregación, es un perro, un mutilador de la iglesia (Filipenses 3.2).
Quién crea lo anterior. es una persona que, para lo único que sirve su vida es para dar mal testimonio y hacer tropezar a otros en su fe así que, lo único que merecen estas personas es: atarse una piedra de molino en el cuello y hundirse en lo profundo del mar (Mateo 18.6).
Volvamos a la dedicatoria del apóstol Pablo a la iglesia en Filipos.
¿Por qué no son mencionados los apóstoles cómo una “persona función”?
Los doce hombres elegidos por Cristo para ser “enviados en su nombre” (Mateo 10.1-3; Marcos 3.13-19; Lucas 6.12-16) fueron llamados a realizar un trabajo misionero para predicar a Cristo hasta lo último de la tierra (Hechos 1.8) lo que, debe asumirse que, a pesar de muchas circunstancias hicieron ya que, en el año 50 d.C. (fecha en que se asume ya estaba escrita la carta del apóstol Pablo a los Gálatas) en ella, este afirma haber visto en Jerusalén solo a dos de los apóstoles: Pedro y Jacobo (Gálatas 1.18-19).
Así que, si pensamos en el sermón pentecostal de Pedro como el inicio histórico de la iglesia cristiana en general y como el inicio de la iglesia cristiana reunida en el nombre de Jesús en la ciudad de Jerusalén (30 d.C.) y, tomamos en cuenta que, según la tradición el apóstol Pedro muere en el año 67 d.C. podemos decir que por un tiempo muy breve (alrededor de 37 años), la iglesia de Jerusalén fue probablemente la única que tuvo a cuatro personas función en su organización: apóstoles, ancianos, diáconos y santos (Hechos 15.22) ya que no tenemos certeza bíblica de que los otros apóstoles hayan ejercido funciones de liderazgo hacia el interior de alguna iglesia cristiana lo que, por supuesto, pudo haber pasado.
Lo que si podemos decir con certeza bíblica es que, a los apóstoles les quedó claro que, su labor era el llevar el evangelio “hasta lo último de la tierra” y, enseñar las cosas que, a su vez, ellos habían aprendido de Cristo (Hechos 6.4).
En base a lo anterior, deseo compartir dos cosas.
Primero. A quién va dirigido este libro.
Este libro está dirigido a todas las personas que forman parte de cualquier iglesia cristiana ya sean “santos”, “diáconos” u “obispos”, pero, por supuesto y sobre todo, a los obispos, a aquellas personas llamadas a ejercer el liderazgo público dentro de cualquier iglesia cristiana sin que importe su denominación.
Pero, quiero aclarar que, este libro es un compendio de consejos prácticos sobre el ejercicio del liderazgo en la iglesia cristiana por lo que, los obispos, lo verán como un invaluable apoyo para poder saber cómo hacer mejor su trabajo.
También, este libro será de gran ayuda para que, los que desean ser obispos en una iglesia cristiana entiendan cuales son las cosas que deben empezar a hacer para que, cuando sean requeridos por Dios estén listos para ejercer la función pública del liderazgo en su iglesia cristiana.
Por otro lado, este libro también pretende que los santos sepan con certeza que es lo que deben estar haciendo sus obispos por ellos y, ellos por sus obispos.
Así que, reafirmo. Este, no es un libro sobre teología pastoral o sobre las cualidades de los ancianos. Por favor, entendamos bien. Este es un compendio de consejos prácticos.
Aquí no hablaremos de los diáconos y de su función dentro de la iglesia. Si ese tema te interesa te remito a mi libro: “Imitemos a las iglesias de la Biblia”.
“Pastor es”, como libro, tampoco trata sobre la forma en que se elige a los obispos. Sobre esto, hablo ampliamente en mi libro: “Líderes de papel”. Ambos libros son de circulación libre y puedes solicitarlos de manera totalmente gratuita.
Segundo. Cual fue el origen de este libro.
En mi ejercicio personal de la función de obispo llegó un momento en que fue necesaria la incorporación de nuevos consiervos que, junto conmigo ejercieran esa función dentro de nuestra iglesia cristiana así que, me dí a la tarea de reunirme semanalmente con los candidatos al obispado para en cada reunión, hablar de las cosas que los obispos deben hacer y cómo deben hacerlas. Toda la información que produjo este edificante intercambio de ideas se convirtió en el libro que ahora estás leyendo.
Así que, por su origen, “Pastor es” ayudará a los obispos a aprender las cosas que necesitan saber para hacer mejor su función. Esta misma información, se entenderá que también será de gran ayuda al diácono que desea ser obispo para que empiece a prepararse para su futura función haciendo lo que algún día de manera prioritaria deberá estar ejerciendo permanentemente.
A los santos, “Pastor es” les hará entender como orar mejor por sus obispos para que estos, siempre sean dirigidos por la voz de Dios. Los santos serán los primeros beneficiados al hacer esto ya que, estarán seguros de estar siendo dirigidos por las personas correctas hacia las metas correctas.
Si toda persona función hace lo que “Pastor es” pone a
consideración, toda la iglesia estará unida ya que las tres personas función se
verán con ojos de hermandad y comprenderán mejor las cargas que cada quién
lleva y, en la unión de una congregación radica el verdadero poder espiritual de
los imitadores de Cristo para lograr convencer al mundo de que sean parte de la
iglesia cristiana (Juan 17.21).
INDICE
Pastor es
Una guía práctica para el liderazgo cristiano
Introducción
Capítulo 1. Pastor es
Capítulo 2. La importancia de la gente
Capítulo 3. El asunto de la autoridad
Capítulo 4. El ejercicio del servicio público
Capítulo 5. El ejercicio del servicio personal
Capítulo 6. La solución de las propias luchas
Capítulo 7. De dónde vienen las recompensas
Capítulo 8. Errores en el ejercicio del ministerio
Epílogo
1
CAPÍTULO 1
Pastor es
Usaremos este capítulo para estudiar y entender que es y
qué es lo que hace, de acuerdo a la Biblia, el líder de una iglesia cristiana.
OBISPO
Hasta ahora, para referirme a los líderes de una iglesia cristiana sólo he usado la palabra obispo que se encuentra en la cita de Filipenses 1.1. Esta palabra significa: “supervisor” o “vigilante” así que, en base únicamente a esta palabra diríamos que un obispo es una persona que, hacia el interior de una iglesia cristiana ejerce las funciones de estar al pendiente de lo que la iglesia hace para que, esto se lleve a cabo de la mejor manera posible.
Se debe entender que, si el obispo debe “supervisar” cosas es porque él debe tener la experiencia de saber cómo se hacen esas cosas para que entienda realmente que es lo que debe vigilar.
Por lo anterior, será un mal obispo la persona que, sin tener experiencia en la obra de Dios, quiera supervisarla.
Pongamos un ejemplo.
Querer diseñar un plan de estudios para una escuela bíblica de niños no es solo hacer una lista de que personajes de la Biblia semana a semana se estudiarán. Eso lo puede hacer cualquiera que conozca la Biblia. No, hacer eso significa conocer las necesidades emocionales y espirituales de los niños junto con sus intereses, y lograr que, el programa diseñado tome en cuenta todo esto.
Un obispo va a ser incapaz de desarrollar el plan anteriormente descrito si nunca ha sido maestro de niños, si nunca se ha ensuciado con ellos, si nunca ha platicado con ellos para conocer sus emociones o si nunca ha tenido que hacer su propio material didáctico para mejorar sus clases entre muchas otras cosas.
Por algo la Biblia advierte que una persona recién convertida es un santo, sí, pero sin experiencia y por lo tanto, no puede ser un obispo (1 Timoteo 3.6).
Las iglesias dirigidas por obispos neófitos son iglesias mediocres donde no existe una planificación y no se puede observar hacia donde estas se dirigen.
Pero, un líder de una iglesia cristiana es mucho más que
un “obispo”.
ANCIANO
En la Biblia, a los líderes de las iglesias cristianas también se les llama “ancianos” (Hechos 11.30; 14.23; 15.2; 15.4; 15.6; 15.22-23; 16.4; 20.17; 21.8; 1 Timoteo 5.17; Tito 1.5; 2.2; Santiago 5.14; 1 Pedro 5.1; 5.5). Este calificativo, se deriva del mismo concepto de “anciano” que, en el Antiguo Testamente se usaba para referirse a varones que, por su edad y experiencia, tenían la capacidad de ejercer el liderazgo en las comunidades en el Israel de estas épocas así que, la Biblia mira a los líderes de las iglesias cristianas como “supervisores” (obispos) en referencia a las labores que hacen, pero también, los mira como personas que deben tener un alto grado de madurez emocional y espiritual (lo que implica la palabra: “anciano”) para poder ejercer su liderazgo.
Por lo anterior, será un mal anciano, aquel líder que no tenga su carácter sometido al control de Dios.
Un mal anciano, puede saberse la Biblia de memoria, pero eso, es solo conocimiento intelectual de la Palabra de Dios algo que, usualmente solo genera vanidad (1 Corintios 8.1).
Los ancianos deben ser personas que tengan conocimiento vivencial de la Biblia, o sea, que conozcan la Biblia, pero sobre todo, la vivan. Hacer esto, da al líder cristiano una comprensión diferente de cómo interpretar, enseñar y aplicar la Palabra de Dios en la vida de los miembros que conforman la iglesia cristiana que dirige.
Las anteriores afirmaciones son muy fáciles de comprobar bíblicamente.
Si un anciano de una iglesia cristiana está manifestando la acción directa del Espíritu Santo, vive mostrando el fruto de la acción de este (Gálatas 5.22-23), entonces, podemos afirmar que, dicho anciano es maduro espiritualmente. Si no manifiesta amor, gozo, paz, paciencia, bondad, benignidad, fe, mansedumbre y templanza (todas juntas) en su hogar, trabajo e iglesia no es un líder maduro, no es un imitador de Cristo. No tiene su ego sometido al Señor y el resultado de su trabajo será una iglesia carnal donde el pecado se practica de manera constante ya que al no ser capaz el anciano de controlar su pecado, entonces, será incapaz de detectar y censurar el pecado de los demás.
Pero, el líder de una iglesia cristiana es mucho más que
un “supervisor” o una persona con “plena madurez espiritual”.
PASTOR
Los líderes de una congregación también son llamados “pastores” en la Biblia (Efesios 4,11; Hebreos 13.7; 13.17; 13.24; 1 Pedro 5.4). Con este nombre, se quiere denotar las labores que el líder de la iglesia realiza para con las personas que dirige. Pero ¿Cuáles son esas labores?
Una forma de dar una respuesta corta a la pregunta anterior es analizando lo que el Pastor Divino hace con sus ovejas lo que encontramos en el Salmo 23.
Esas cosas que Dios hace con sus hijos son las que el pastor humano debe hacer con los santos y diáconos de su iglesia cristiana los cuales, independientemente de sus funciones son también las ovejas del pastor. Y, no olvidemos que estas cosas que analizaremos, el pastor también las debe ejercer con su familia con quién vive en la tierra ya que, cada uno de los miembros de esta, también son parte de su rebaño.
De acuerdo al Salmo 23 el pastor:
· Suple
necesidades (nada me faltara v.1)
· Proporciona
descanso al alma (me hará descansar v.2)
· Cuida
todos los aspectos de la vida de la oveja (me pastoreará v.2)
· Fortalece
a la oveja (Confortará mi alma v.3)
· Muestra
el camino que la oveja debe seguir (me guiará v.3)
· Será
una presencia en los tiempos de angustia (tú estarás conmigo v.4)
· Alienta
por medio de acciones firmes (me infundirán aliento v.4)
· Se
manifiesta en medio de los ataques (aderezas mesa v.5)
· Provee protección para los momentos malos (unges mi cabeza v.5)
Si un pastor hace esto con sus ovejas, con las personas de la iglesia cristiana que dirige, estas, serán movidas a desarrollar una relación de dependencia con Dios (no con el pastor humano) todos los días de su vida (v. 6).
Así que, no es una buena idea que sea pastor una persona a la que no le gusta relacionarse con sus hermanos, que habla como si su opinión fuera la única válida, que le gusta sentirse superior a los demás (Filipenses 2.3) y que solo está presente en los cultos en el templo, pero jamás, ha visitado a las personas que están bajo su encargo para cuidarlas.
Un pastor, al acercarnos a él debe inspirar la confianza para compartirle nuestras cargas y esto solo sucede cuando el pastor huele a oveja, a comprensión de problemas, a amor, a gracia, a la orina y al estiércol de la oveja lo que nos da la seguridad de que sabe cuidar almas, no maltratarlas. Nos da la seguridad de que en sus manos nos sentiremos protegidos, no lastimados.
Los pastores que solo huelen a traje limpio, perfume y oficina elegante debieran provocarnos nuestra desconfianza porque suelen ser personas que no saben cómo se cuidan las ovejas.
Las iglesias de los falsos pastores suelen ser iglesias que se ven bonitas por fuera, pero están podridas por dentro. Son una versión congregacional moderna de los sepulcros blanqueados de los que habló Jesús en Mateo 23.27. En esas iglesias no hay real amor, todo es apariencia, todo se hace por competencia y conveniencia y nunca hay crecimiento ya que las ovejas que llegan prefieren irse ya que no se sienten ni cuidadas ni protegidas. Las ovejas nuevas que llegan a esas iglesias pronto se dan cuenta de que, el pastor lo único quiere es su reconocimiento o su dinero, pero no cuidarlas.
Estas iglesias cristianas son, en resumen, las iglesias
de la falsa santidad.
CUANTO TIEMPO ES NECESARIO
Así que, el pastor, anciano u obispo (los tres nombres son sinónimos) ejerce un trabajo en la obra de Dios (ministerio) que en general implica el cuidado integral de la iglesia. Esto, es algo realmente demandante y requiere la inversión de tiempo, mucho tiempo.
No existe en la Biblia ninguna referencia directa a cuánto tiempo invertían los líderes de las iglesias cristianas del primer siglo en el ejercicio de su ministerio así que no podemos dictar una enseñanza al respecto que sea una doctrina bíblica (algo que deba obedecerse) pero, si existen referencias indirectas que nos permiten aportar sugerencias con buenos fundamentos bíblicos
Los apóstoles cuando se dió el episodio de la elección de los diáconos en la iglesia en Jerusalén (Hechos 6) claramente señalaron que era una actividad prioritaria para ellos el enseñar lo que Cristo les había enseñado y, la oración (Hechos 6.2).
El apóstol Pablo indica que, los ancianos que enseñan y predican bien, merecían un doble salario (1 Timoteo 5.17) salario que, por supuesto salía de las ofrendas de sus iglesias. El mismo apóstol Pablo no rehusaba recibir ofrendas para poder dedicar más tiempo a la enseñanza y predicación sabiendo que sus necesidades estaban cubiertas (Filipenses 4.10) algo que, no buscaba como primera prioridad ya que, solía trabajar para generar sus propios ingresos y no representar una carga económica para las iglesias de las ciudades donde solía quedarse por largos periodos de tiempo (1 Tesalonicenses 2.9).
Entonces, no podemos enseñar como doctrina que, un obispo solo deba dedicarse a eso, pero, sí es una buena sugerencia que, realice su ministerio de tiempo completo apoyado por supuesto, de las ofrendas de su iglesia cristiana, ofrendas que reciba de hermanos de su congregación u ofrendas recibidas de otras iglesias o ministerios. Esto le permitirá poder desarrollar más rápido su ministerio y atender mejor a las necesidades de la iglesia cristiana que dirige.
Si alguien sigue esta sugerencia solo debe tener
cuidado de no pensar más en el salario que en la responsabilidad que tiene y
querer aprovecharse materialmente de los diáconos o los santos (1 Timoteo 3.8).
Hacer esto, o sea, servir solo por amor al dinero, es algo de lo más ruin y
condenable que puede hacer un obispo (1 Timoteo 3.3).
ELEGIDOS
Ahora, veamos lo que dice Efesios 4.11 con respecto a los obispos.
Este pasaje afirma que, estos, fueron “constituidos”, establecidos por “él” y con esto hace referencia al propio Jesucristo. Así que, los obispos son un “don”, una dádiva, un regalo de parte de Cristo a su iglesia para que esta pueda tener una voz autorizada por Él para alimentar espiritualmente a su “rebaño” en la tierra.
Entendamos que, Efesios 4 no habla de “dones espirituales” como sí lo hace el apóstol Pablo en Romanos 12 y 1 Corintios 12. Más bien, habla de “personas don”, personas específicas, destinadas a una labor específica desde la eternidad en el cuerpo espiritual de Cristo (la iglesia cristiana) los cuales, por supuesto, debe asumirse que, son equipados con los dones espirituales necesarios para ejercer su ministerio.
Se escucha bien que, desde la eternidad un obispo fue
destinado para serlo ¿no es verdad? pero, insistimos en que esto, es un encargo
de mayor responsabilidad, no de mayores privilegios.
PLURALIDAD
Antes de concluir este capítulo necesito señalar algunos detalles finales.
Siempre que en la Biblia aparecen mencionados los líderes de una congregación ya sea como: anciano o pastor siempre aparecen en plural, o sea, aparecen como: “ancianos” o “pastores”. Esto, te recomiendo que lo compruebes con el uso de cualquier concordancia bíblica.
Ahora, la tercera palabra que en la Biblia hace referencia a los líderes de una iglesia cristiana: “obispo” también aparece en plural en dos versículos del Nuevo Testamento considerando la Biblia Reina Valera revisión de 1960 como referencia, pero, también es la única que aparece en singular (obispo) pero, donde aparece así, se está apuntando a las cualidades que se espera de la persona, no a lo que hace por lo que, con contundencia bíblica podemos decir que, en la Palabra de Dios, los líderes de la iglesia cristiana siempre son “varios” compartiendo el ejercicio de sus funciones nunca es solamente “uno”.
Es claro que, las iglesias cristianas del primer siglo entendieron que no debía existir solo “un” líder en cada una de ellas o un “líder con mayor autoridad que los demás”. No, la iglesia cristiana entendía la necesidad de que debían tener varios líderes con la misma autoridad y el mismo reconocimiento que los demás.
Esta pluralidad, al ser observada en la iglesia cristiana garantiza varias cosas.
No se tomarán decisiones unilateralmente. No será el sentir de una sola persona el que determine qué cosas deben hacerse y esto es bueno porque suele pasar que, la voluntad de una persona busque hacer lo que le conviene y no lo que conviene a los demás (3 Juan 1.9-10).
Se evitarán abusos de todo tipo. Si uno de los obispos sirve de tiempo completo y la iglesia debe ofrendarle, la opinión de los otros obispos servirá para que sea transparente ante toda la iglesia el monto de la ofrenda que se le está entregando y así, esto sea del agrado de la congregación. Y esto de la ofrenda es solo un ejemplo. Imaginemos en cuantas decisiones la pluralidad puede ayudar a mantener el equilibrio.
Evitará el ensoberbecimiento. Se mantendrá a raya el ego del obispo que se cree más de lo que debe creer de sí mismo (Romanos 12.3) ya que deberá estar consciente que la autoridad es compartida y que debe pedir la opinión de otros para cualquier toma de decisiones que lo amerite.
Propiciará la identificación de las ovejas. Los santos, los miembros de la iglesia obviamente reconocerán la voz de sus obispos y la seguirán (Juan 10.27) pero, por compatibilidad de temperamentos es normal que puedan identificarse más o menos con uno u otro de sus obispos. El hecho de que existan varios de ellos hará que, una oveja sin problema pueda tener alguien con quién se identifique mejor para buscar ayuda.
Además de lo anterior, lo analizado en la Biblia manifiesta claramente que, la función de obispo solo aparece realizada por varones lo que no sucede así con la función de los diáconos (Romanos 16.1) por lo que, existen los “pastores” no las “pastoras”. El hecho de que una mujer sea esposa de un pastor no la convierte automáticamente en pastora.
En cuanto al punto anterior, queda al ejercicio de la conciencia de cada iglesia cristiana el cómo aplicar esta enseñanza hacia su interior ya que cada caso es diferente y amerita su particular consideración. Afortunadamente, la hermandad en Cristo depende por completo de tener un mismo Señor y no de cómo está organizado el liderazgo de la congregación.
Estamos ya en condiciones de cerrar este capítulo definiendo a la luz de la Palabra de Dios que es un obispo.
Procedamos a definir.
Un pastor, anciano u obispo es un varón constituido desde la eternidad para ejercer el liderazgo en una iglesia cristiana local específica. Sus labores incluyen la supervisión de las actividades de la iglesia y el cuidado de las personas que se congregan en ella. Para poderlo hacer, debe tener un alto desarrollo de su madurez espiritual y debe ser un ejemplo viviente de una persona que replica el carácter de Cristo en el suyo.
El obispo no es una persona espiritualmente mejor o peor que las demás de la iglesia, pero, si es la que tiene una mayor responsabilidad y a la que se le pedirán las mayores cuentas por la condición y el desarrollo de la iglesia cristiana que fue entregada en sus manos. Si esto lo hace bien, el obispo tiene prometida una recompensa que no será recibida por ninguna otra persona con ninguna otra función en la iglesia (1 Pedro 5.4).
El obispo es una persona con un alto grado de humildad y
servicio ya que entiende que, sus opiniones y decisiones deben ser
complementadas por los otros obispos que están a su mismo nivel dentro de su iglesia
cristiana y entiende que, debe ser la persona más cercana a las ovejas, así que
no espera a que lo busquen, él debe buscarlas primero. Él no es una especie de
presidente o dictador, no, al contrario, debe ser la persona más humilde y
servicial al interior de una iglesia cristiana.
RESUMEN DE CONSEJOS PRÁCTICOS
Si eres obispo:
1.
Nunca debes dejar de capacitarte. Siempre
debes estar estudiando algo. No te límites a solo enseñar. Las mejores
enseñanzas llegan de quién nunca deja de aprender. No lo sabes todo. Nunca lo
sabrás, así que, no permitas que lo que vas aprendiendo te haga saber que eres
“el más capacitado” y, por ende, al que se le debe “obedecer” en todo.
Recuérdalo. Eres tan solo un siervo inútil
(Lucas 17.10).
2.
Trata de involucrarte siempre en algún servicio
material. Si bien ha quedado claro que esto es responsabilidad de los diáconos,
el hacerlo permitirá que, si tienes falta de experiencia en algo como, enseñar
a los niños, mantengas esta habilidad siempre lista. Tú mejor que nadie en la iglesia
cristiana debe de estar preparado para el ejercicio de toda buena obra (2
Timoteo 3.17). No seas un neófito.
3.
Que lo anterior no interfiera con tu labor
principal que es cuidar a la ovejas. Esta debe ser tu prioridad y
entiende, esto te costará tiempo y no lo puedes hacer solo durante los cultos.
Es tu obligación. No se trata de que quieras o no hacerlo. Lo debes hacer ya
que siempre será la principal demanda que recibiste de Dios cuando estuviste de
acuerdo en ejercer el obispado.
4.
Debes estar constantemente verificando tu
carácter. Debes de ser un reflejo viviente del carácter de Cristo. Eres su voz
hacia el interior de la congregación. Si no lo eres, entonces solo organizas
actividades y, cuando necesites que, tu autoridad sea seguida por las ovejas,
estas te ignorarán ya que no reconocerán en ti la labor de quién las está
cuidando (Juan 10.27).
5.
Se respetuoso con la autoridad de tus
consiervos y con la autoridad que, cada diácono tiene dentro de la obra
material que realiza. No seas un pedante fanfarrón que quiere lucirse al estar
señalando fallas o marcando conductas enfrente de todos para que vean que “yo
mando”. El carácter cristiano se manifiesta por sobre todas las cosas mostrando
dominio propio y eso significa que, debes saber cuándo hablar, cómo hablar y,
sobre todo, en qué lugar hacerlo.
6. No seas ruin y cobarde. No uses el púlpito
para enviar mensajes a diáconos y santos específicos porque no tienes el valor
de enfrentarlos y usas un par de citas de la Biblia y un micrófono para
esconderte de algo que debes tratar en persona.
7. Recuerda que debes manifestar la autoridad de tu liderazgo cuando, en tu iglesia cristiana se esté haciendo algo contra la voluntad y opinión de Dios y no algo contra tu voluntad o tu opinión que es humana e insignificante.
El obispo solo cuida algo que no te pertenece. Le pertenece a alguien que es el único con total autoridad sobre todo lo que existe (Efesios 1.21).
Si no vas a invertir tiempo en capacitarte porque tu
esposa “se enoja” de que no la llevas a comer, si no quieres servir sino ser
servido en tu iglesia cristiana (Marcos 9.35), si no vas a dedicar tiempo en ir
a buscar a tus ovejas y darle a cada una lo que necesita personalmente, si
no vas a humillar tu carácter todos los días delante de Dios, si no vas a
respetar el rol que cada hermano desempeña en la congregación, si no vas a
tener el valor de hablar personalmente con quién lo requiera por cualquier
situación, si no vas a tener el valor de confrontar las cosas negativas que
pasen para defender el honor de Dios, entonces renuncia, deja el obispado a quién
realmente entiende lo que sus funciones requieren.
Si deseas ser obispo:
1. Medita en las cualidades que Dios va a
requerir que, permanentemente estés vigilando en tu vida (1 Timoteo 3.2-6) si
llegas a ejercer el obispado (1 Timoteo 3.1) y no olvides que, cuando esto se
torne complicado de hacer, Dios puede darte la voluntad o el deseo o ambas
cosas para que lo consigas (Filipenses 2.13).
2. Lo anterior, te debe llevar a depender
completamente de Dios. Debe verse que, Dios es la única relación de la cual
dependes para todo (Colosenses 2.10) y, esto se debe manifestar en una vida transformada
que pueda ser reconocida por tus hermanos y por los miembros de tu familia.
Es inútil que intentes ser obispo con la aprobación de la iglesia, pero, con la
desaprobación de tu familia.
3. El obispo se porta como tal mucho antes de recibir la encomienda pública para ejercer esta función así que, vive un real amor por los hermanos de la iglesia y manifiesta este amor para con ellos y, la manera en que los santos y obispos percibirán tu amor es a través de tu servicio que debe ser manifiesto en la iglesia. No puede ser obispo el “diácono menos malo” dentro de la iglesia cristiana. Debe serlo, quién es el mejor posible.
Si no estás dispuesto a hacer todo esto mucho antes de ser considerado para ejercer la función del obispado, no continúes adelante con tu deseo; no lo manifiestes. No pongas a orar a tu familia para que Dios les muestre a ellos si desean ser la familia de un obispo. No estás listo para serlo. Harás un trabajo mediocre que no dará fruto alguno de vidas transformadas.
Piensa que, tal vez. Dios, desde la eternidad te ha considerado para ser un excelente diácono o un excelente santo y ahí es donde podrás dar más fruto para el Señor.
No quieras de manera forzada ejercer una función que no es a la que has sido llamado desde la eternidad.
Si eres un santo:
1. Obedece a tus obispos (Hebreos 13.17) porque ellos
ante Dios, tendrán que rendir cuentas de lo que hicieron a favor de tu vida
espiritual porque muchas veces ellos hablan con tus hijos o con tu esposo o
esposa para limpiar el desastre que tu dejas por no consagrar tu vida al Señor.
Merecen ser altamente respetados por ti si se están portando como verdaderos obispos.
2. Recuerda, tus obispos no son, ni serán perfectos, pero si son perfectibles, o sea, pueden ir mejorando cada vez más el ejercicio de su función y para que hagan esto, será gracias al respaldo de tus oraciones. Ora sin cesar (1 Tesalonicenses 5.17) y, hazlo por tus obispos, por su vida, su integridad, su familia, sus cargas, sus necesidades y recuerda que, Dios no te ha llamado a juzgar sus acciones y si te ha llamado a imitar su fe (Hebreos 13.7).
Si en tu iglesia cristiana vives bajo la influencia de un
obispo que, ni siquiera tiene fe que imitar, que no supervisa nada y no se ve
su madurez espiritual por ningún lado, ya deja ese lugar (no podemos llamarle iglesia
cristiana) y busca otro redil, No vas a crecer espiritualmente donde estás y
serás emocional y espiritualmente lastimado.
CAPÍTULO 2
La importancia de la gente
Para conocer la idea central de lo que deseo compartir en este capítulo, volvamos a la cita de la Biblia que aparece al inicio de la introducción:
Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los
santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos
Filipenses 1.1 RV1960
Si observamos, de las tres personas función que hay dentro de la iglesia cristiana, el apóstol Pablo pone en primer lugar a los santos, a aquellos que no realizan un trabajo tan “visible” como los ancianos o los diáconos pero que, conforman la mayor cantidad de personas que asisten a esta.
Veámoslo desde una perspectiva numérica. Imaginemos una iglesia cristiana de 100 miembros, que tiene a un anciano sirviendo de tiempo completo y a dos ancianos que ejercen su función a tiempo parcial ya que atienden también sus trabajos seculares. Además, pensemos que, en esta iglesia, existen 4 diáconos atendiendo las necesidades materiales de la congregación así que, de las 100 personas tenemos 93 personas que están ejerciendo la función de santos, congregantes, cuyas funciones son la oración, la adoración, la alabanza y el ofrendar entre otras cosas así que, definitivamente, si el apóstol Pablo puso a los santos en primer lugar, es porque son la parte operativa más importante de la iglesia.
Eso significa que, el servicio hacia el interior de una iglesia local debe centrarse en las personas. Estas son lo primero y lo más importante que se debe atender y esto, pocas veces es comprendido por los ancianos.
Volvamos al ejemplo de nuestra iglesia de 100 miembros. ¿Qué le pasará en unos 50 años si no llega ningún nuevo santo a formar parte de la membresía? O, pensemos que, los ancianos de esta iglesia organizan una capacitación sobre como predicar mejor a la cual no asiste nadie. ¿La capacitación se le dará a las bancas o sillas que están dentro del templo?
Centrarse en la gente significa estar pendiente de las necesidades de cada santo y diácono en particular y suplir esas necesidades de una manera específica. No se puede tratar a todas las ovejas de la misma manera. Cada una es diferente y estas, deben notar que son tratadas de forma diferente al resto, porque la labor del anciano es una imitación de Cristo en su faceta de pastor y vaya que Cristo sabe hacernos sentir únicos, especiales.
Centrarse en la gente significa que, el alimento espiritual, el diseño de los estudios bíblicos que se comparten en la iglesia cristiana debe de hacerse tomando en cuenta las necesidades emocionales y espirituales de los santos. ¿Con qué propósito?
Para enseñarles lo que necesitan, no lo que el líder cree que necesitan.
El anciano puede ser un apasionado del libro de Apocalipsis, pero, si los matrimonios al interior de su iglesia cristiana están fracasando, se debe hablar sobre el matrimonio. Pero ¿Cómo va el anciano a saber las necesidades de sus ovejas si no las busca? ¿si no las visita en sus hogares? ¿si solo se limita a hablar con ellas durante el tiempo breve en que termina un culto y se cierra el templo? La respuesta a todas estas preguntas es una sola: nunca.
¿Qué pasa si, en la iglesia hay fuertes conflictos en el área sexual de los santos? Sencillo, el anciano debe hablar de sexualidad con la Biblia en la mano y no esconderse porque no sabe absolutamente nada de sexualidad porque lo que sabe lo aprendió de sus amigos no creyentes en la calle cuando aún no era cristiano.
Tampoco puede desviar la mirada del problema para hacer como si no pasara nada sobre todo si son incluso, sus propios hijos o su matrimonio los que tienen crisis con esto. Dios le está demandando atender una urgente necesidad en su rebaño y el anciano no puede ignorar esto y no hacer lo que Dios necesita que se haga.
Si no puede, o no sabe, que busque quién este capacitado para abordar los problemas o quién le puede enseñar para que después él enseñe o que busque material cristiano basado en la Biblia que le dé dirección en este sentido, pero debe hacer algo o, el dueño del rebaño le disciplinará por estar siendo un mal obrero y, como sabemos, cuando Dios se decide a que su ira justa y santa se manifieste, no hay nada que la pueda detener (Hebreos 10.26).
Así que, si en un ejemplo como el anterior la salida del anciano es decir desde un micrófono que: “esos problemas se resuelven dentro de una recámara y nadie debe meterse en eso” para así cerrar el tema, debe tomar en cuenta que quién es cabeza de la iglesia, no cerrará el tema hasta que este, sea resuelto.
A los pastores que cuidan animales de granja se les pide ser “diligentes” (activos, solícitos, siempre listos) en conocer la condición de sus ovejas (Proverbios 27.23) así que, si ovejas animales deben ser atendidas con sumo cuidado, ¿Cuánto cuidado merecen tener las almas de Dios (Ezequiel 18.4)? ¿Cuánto cuidado merecen aquellos que, valen, cada uno, la muerte del hijo de Dios en la cruz?
Centrarse en la gente significa que, al momento de que un santo desea hablar con el anciano para poder compartir los problemas que le aquejan, la charla tiene hora de inicio, pero no se le puede poner hora de final.
Muchas veces en una iglesia vacía después de varias horas de hablar se termina el compromiso, haciendo sentir al santo que, sus necesidades han sido atendidas y sí, cansado al extremo el anciano debe ir a su casa para continuar con su rutina.
Y en su casa no puede haber reproches ni condicionamientos. Después de estar haciendo su trabajo (que se asume su familia aprueba) no puede haber una esposa dando quejas porque llego muy tarde o porque la consejería tardó demasiado.
Si las ovejas no tendrán el cuidado que necesitan, el anciano va a contribuir para debilitar a su iglesia cristiana y esta, quedará a merced de las asechanzas del diablo que, no se detendrá ante nada hasta verla completamente convertida en una iglesia tibia e ineficaz (Apocalipsis 3.16).
Centrarse en la gente significa que, se debe prestar a los santos la ayuda y consejo que realmente necesitan y para poder hacer eso, se requieren dos cosas.
La primera, es que se debe saber completamente que es lo que le pasa a la oveja en necesidad así que, el anciano no debe opinar hasta que tenga toda la información que necesita antes de aconsejar. No se debe dar una línea de acción sin saber todo lo necesario (Santiago 1.19). Por ejemplo, si un esposo desea un consejo sobre una cuestión matrimonial, se le debe decir a este claramente que, la opinión que se le dará es provisional y que solo se podrá tener una opinión definitiva hasta hablar en este caso con la esposa que es el otro actor importante de la situación que se esté viviendo.
El anciano debe controlar sus emociones y no dejarse afectar por estas sin importar lo que escuche aún cuando esto, fuera algo que este afectando a personas que él ama en la tierra. No puede dar opiniones impulsivas y no es malo que, el anciano, cierre alguna vez una conversación simplemente orando por la situación sin dar una opinión si considera necesario que, antes de eso, debe tener un tiempo de oración y comunión con Dios y lectura de la Biblia para adquirir una opinión definitiva sobre el problema.
La segunda cosa es que, debe saber cómo aconsejar. El anciano debe estar capacitado en la consejería bíblica y si no lo está, debe prepararse y, haciendo uso de la tecnología que ahora da acceso a fuentes prácticamente inagotables de información puede hacerlo sin impedimento ni pretexto pero, cuidando que, la información que use esté realmente alineada con la Biblia para no terminar aprendiendo consejería de los que la enseñan basados en sus propios criterios.
Todos, santos, obispos y diáconos debemos recordar que, la única fuente de revelación divina que tenemos en la tierra es, la Biblia como Palabra Escrita del Señor y la dirección del Espíritu Santo en nuestros corazones que, nos guiará a toda verdad (Juan 16.13) iluminando lo que inspiró en la Biblia para que en ella corroboremos lo que necesitamos saber para aconsejar mejor.
A nivel canónico, tomemos en cuenta que, no es inspirada la voz del comentarista bíblico que más nos gusta, no son inspiradas las letras de las canciones cristianas que cantamos en casa, en la calle o en el auto, no es inspirada la voz del escritor cristiano de libros que más nos atrae. Son fuentes de referencia y, si comprobamos que están alineados con la Palabra de Dios, son un apoyo confiable, pero no una guía incuestionable.
Lo anterior, nos vuelve a algo ya mencionado anteriormente. Un anciano tiene la obligación de estar tan sumergido en la Palabra de Dios para que, cualquier cosa que llegue a su corazón incluso los materiales de apoyo que usa, él pueda saber de inmediato si es lo que necesita estudiar o no.
Centrarse en la gente significa que esta debe tener la
confianza de que el anciano sabrá ser un respetuoso confidente de lo que se le
platica. Un anciano no puede hablar con nadie los problemas que un diácono
o un santo le hayan confiado a menos que, la situación lo requiera.
Si al empezar un proceso de consejería, el anciano percibe que la situación es delicada, debe advertir a quién le pide el consejo que, si la información lo requiere tendrá que consultarlo con sus consiervos ancianos y la persona que compartirá la información deberá estar de acuerdo en que, de ser necesario, se proceda así.
Si ante esto existe una negativa, es mejor que el anciano renuncie a continuar dando la consejería porque esto puede provocar que, la comunicación con sus consiervos se distorsione y, el diablo, es especialista en hacer que los ancianos comiencen a alejarse entre ellos y el no compartir la información que lo amerite sobre lo que vive la iglesia es una de las formas más rápidas para lograrlo.
Lo anterior, no puede ser una regla. Hay situaciones donde, el anciano debe en verdad, conservar la información que se le comparte solo entre él y quién se la ha compartido y si así es, por lo menos el anciano está obligado a comentar a sus consiervos que, tal información existe y que le den soporte en oración para que pueda sobrellevar la carga que dicha información representa (Gálatas 6.2) ante el silencio que se le ha requerido.
Sigamos con la tónica de la comunicación. Es aconsejable que de ser posible, nunca se comparta información sensible con la familia o hermanos cercanos al anciano.
Cada anciano es responsable de saber la condición espiritual de las personas cercanas a él así que, por ejemplo, si el anciano sabe que su esposa tiene un problema sobre el control de su lengua no deberá compartir con esta ninguna información que puede llegar a oídos que no tienen que enterarse ya que eso, hará que el anciano pierda credibilidad ante las personas que han puesto su confianza en él.
Centrarse en la gente es decir las cosas que se tienen que decir a las personas que se les tiene que decir y de la forma correcta en que se deben decir. No es adecuado que el anciano señale desde un púlpito cosas que le han sido confiadas o que, señale soluciones en público a cosas que deben decirse de manera personal (Mateo 18.15).
Cuando un anciano desde el púlpito dice: “porque hay hermanos que no llegan temprano a las reuniones” cuando alguien en particular le ha señalado que lucha con el mal hábito de la impuntualidad o, cuando son siempre las mismas personas las que llegan tarde, estas ovejas se sentirán exhibidas por el anciano cobarde que, al no tener el valor de decir cara a cara algo que considera una mala conducta. prefiere provocar resentimiento, incomodidad e incluso, el que las personas se alejen de la vida cristiana así que, los ancianos que hacen esto están mutilando el cuerpo de Cristo que es la iglesia y que no les pertenece así que puede haber serias represalias divinas si se actúa de esta manera.
Centrarse en la gente significa que, ante cualquier problema con las personas al interior de la iglesia cristiana, el anciano debe primero actuar con gracia antes de juzgar, debe demostrar que sabe comprender y amar. Y debe quedar claro que, esto no implica que el anciano no deba ejercer las medidas disciplinarias necesarias que la Biblia establece. Lo que quiero decir es que, primero la persona debe sentir el consuelo que le haga asumir su responsabilidad ante Dios de lo que ha hecho y entender la disciplina como una medida necesaria para su crecimiento espiritual y no como algo que se le impone de manera insensible y desconsiderada.
Recordemos. En una iglesia cristiana, la parte central es la gente, y hacia el bienestar de esta deben estar centrados todos los esfuerzos de sus líderes ya que, consideremos que el ejercicio malo de un anciano puede provocar que su iglesia nunca crezca o incluso, que pierda a sus ovejas y esta termine desapareciendo, pero, esto no es lo peor que pueden provocar los malos ancianos. Lo peor es volver a sus iglesias, iglesias tibias donde hay tolerancia al pecado, donde los diáconos y los santos sirven a medias y como sus ancianos, no tienen una real santidad,
Además de todo lo anterior, las congregaciones donde no
se atiende a la gente, provocan que las almas nuevas que llegan a ellas huyan de
ahí por el mal testimonio que se da presentando a la iglesia como fría e insensible
algo por lo que, ninguna iglesia cristiana debería ser conocida (Romanos 2.24).
Triste destino espera a las iglesias tibias (Apocalipsis 3.16).
RESUMEN DE CONSEJOS PRÁCTICOS
Si eres anciano:
1. El tiempo que dedicas a las ovejas durante un culto corriente, no es suficiente. Debes de tener una disposición obligada a estar ahí cada vez que estas lo requieran. No vayas a intencionalmente esconderte de ellas con saludos rápidos y sonrisas forzadas por no querer que te platiquen sus situaciones y esto te obligue a atenderlas. Cuidar a tus ovejas debe ser un deleite, no una carga. Si tus ovejas te pesan no eres un buen pastor y si te quejas de que tus “ovejas” a veces se comportan como “cabras” rebeldes no olvides que esa rebeldía también es provocada por ti. Sí, cuando quisiste ser anciano no cruzó por tu cabeza o nadie te dijo que tu tiempo se ponía a los pies del Señor, eso, no te hace inocente si estás siendo irresponsable con el uso del tiempo que debes dar a tu ministerio.
2.
El tiempo que debes dar a las ovejas no es
negociable. Esto, debes dejarlo bien claro con tu familia que, es otra
fuente grande de demanda de tiempo que tienes y, esta debe entender que, tu
trabajo como anciano es prioritario, pero, eso tampoco te autoriza a ignorar
las necesidades de atención de tu familia.
3.
Es recomendable que cada cierto tiempo,
busques salir con tu familia a vacacionar donde no haya responsabilidades
ministeriales que atender. Esto permitirá que, tu familia se dé cuenta que para
ti, ellos tienen una gran importancia.
4.
Lo mismo sucede con la relación social más
importante que tiene el anciano en la tierra que es con su esposa. Debes buscar
un espacio donde convivas totalmente a solas con tu esposa. Decidan un día que
desayunen, coman o cenen a solas sin hijos. Este tiempo especial, dará a tu
esposa, el deseo de ser partícipe de tu ministerio al comprobar que, la iglesia
nunca ocupará en tu corazón el espacio que le corresponde a ella.
5.
Conoce a profundidad a tus ovejas. Debes
volverte experto conociéndolas. Escucha de que cosas hablan, así podrás conocer
su corazón (Mateo 12.34), ve con quién interactúa cada oveja. Conoce que les
hace enojar y que los hace sentir plenos. Lee su lenguaje corporal y determina
cuando están tristes y no dudes en hacerte presente con ellos aún cuando no te
hayan dicho nada. Antes de una señal verbal de auxilio, las ovejas dan muchas
señales no verbales de que necesitan a su anciano, pero, muchas veces no
encuentran la forma de cómo pedir ayuda. Pon atención a cualquier
información que proceda de tus ovejas. La información es tu mejor arma
para prevenir cualquier problema en la iglesia y saber cómo reaccionar
adecuadamente cuando algún problema se manifieste.
6.
No hables de ninguna de tus ovejas con
ninguna persona que no sean tus consiervos. Hacer esto es pecado (Santiago
4.11) y refleja una debilidad de tu carácter. Si fácilmente le hablaste a la
persona 2 de la 3, así de fácil irás a hablar a la 3 de la 2 si te conviene.
Habla de frente. Lo que tengas que decirle a alguien, díselo en su cara. No te
arriesgues a que Dios de manera directa te discipline ante todos para que quede
claro la clase de persona mentirosa y murmuradora que eres.
7. Si necesitas hablar con firmeza y ejercer disciplina hacia el interior de la iglesia cristiana (espero que sepas que es disciplina y bajo qué condiciones se aplica), hazlo con amor para que la persona que será disciplinada entienda que, esta, es la única alternativa que tiene para restaurar su relación con Dios y como buen anciano, pasa por el proceso de disciplina con la oveja. Visítala, pregúntale como va su interior, ora una y otra vez con él o ella y no te apartes hasta que su relación con Dios esté bien de nuevo así, quedará claro que, tu disciplina no fue una cuestión que ejecutaste de manera personal sino algo que, fue tan doloroso para él que la sufrió como para tí que tuviste que aplicarla.
Si no vas a dedicar el tiempo necesario para ejercer las funciones de tu ministerio, si por cualquier motivo sin avisar o avisando con poco tiempo te ausentas de la iglesia porque a tu esposa se le ocurrió que, el domingo era un buen día para “salir a pasear”, si no dedicas un tiempo especial a ser padre o esposo usando a la iglesia como pretexto para decirle a tu familia que por la atención a la iglesia cristiana no los atiendes a ellos, tienes un serio problema.
Si además de lo anterior, la información que te dan en secreto sin problema vas a regarla por todos lados porque eres un chismoso que te gusta usar la boca para hacer quedar mal a los demás y que te vean a ti como el bueno, el inteligente y el espiritual; si no ejerces disciplina porque te falta carácter o te excedes en ella porque el ser anciano de alguna manera calma tus ansias de sentirte grande porque en tu vida secular has sido un inútil que no ha logrado nada entonces, mejor renuncia. La iglesia no es el drenaje dónde vienes a esparcir lo peor de tu carácter y tus frustraciones.
Renuncia. Estás deteniendo el crecimiento de la obra que
Dios ha puesto en tus manos y si, recibiste una iglesia cristiana con 10
persona, cuando ya Dios te esté llamando a cuentas seguirán siendo las mismas
10 personas y, lo preocupante es que te estarán esperando en la eternidad para
que expliques porque nunca te concentraste en las ovejas.
Si quieres ser anciano:
1. Aprende a ser metódico. Da a cada cosa un
tiempo y desarrolla costumbres que te aseguren terminar las cosas que inicies. Esto,
te prepara para cuando debas organizar las actividades como anciano de tu iglesia
cristiana.
2. Interactúa con todos tus hermanos. Si tienes
personas muy cercanas al interior de tu congregación, haz actividades particulares
con ellos donde coman o salgan a algún lado juntos con sus familias, pero,
durante los cultos, deja a esos hermanos cercanos que verás con frecuencia y
acércate a las personas con las que menos interactúas. Pregunta por sus
necesidades, anima a los deprimidos y ora ahí mismo dentro del templo por él
que lo requiera. Recuerda, el que es reconocido públicamente como anciano está
ejerciendo esas funciones mucho antes de que reciba tal reconocimiento.
3. Haz tu trabajo como diácono de la mejor manera posible para que así puedas quitar a tu anciano la carga de cosas que hagas mal ya que así ayudarás a que tu iglesia cristiana tenga un líder que esté dedicando el tiempo necesario a que todo marche bien emocional y espiritualmente hacia el interior de las personas. Esto te va a terminar beneficiando a ti además de que, a los ojos de la congregación serás conocido como alguien que, tiene como prioridad servir al Señor.
Sirve a la gente. Es verdad que como diácono haces una obra material y no de liderazgo, pues bien, cualquiera que sea tu obra, céntrala en la gente. Si eres maestro de niños, no te conformes con preparar una buena clase o un poco de alimento para ellos. Eso no es suficiente. Habla con los niños, habla con los padres de los niños. Pregunta a esas personalidades en desarrollo como están, que es lo que les hace falta y en que tú les puedes ayudar.
Tu eres una pieza fundamental para ser un enlace entre la gente y el anciano porque tú puedes compartir al anciano las cosas que, en tu función te das cuenta que la gente necesita.
Si eres santo:
1.
Efectivamente. Tú eres el objeto del tiempo
de tu anciano y es necesario que él te lo dedique porque de lo contrario no
sabrás entender la voluntad de Dios para tu vida pero no eres la única oveja
del anciano así que, crece espiritualmente rápido para que no dependas tanto de
él y dependas más de Dios que es el orden correcto de dependencia. No seas una
oveja fastidiosa, que esté limitando el tiempo de acción de tu anciano y que lo
busques para consultar cosas que son triviales y que tú ya debes tener la
capacidad de solucionar.
2. Si tu anciano además de darte el alimento en público que necesitas de manera personal, te asiste y dirige, recuerda; comparte algo con él que demuestre lo agradecido que estás por el trabajo que él hace (1 Timoteo 5.17; Gálatas 6.6). Si se dedica de tiempo completo al ministerio de la Palabra, dale una ofrenda cuando esté en tus posibilidades hacerlo. Puedes asegurar que, al respecto, buenos ancianos nunca te van a pedir materialmente nada, pero, nunca les va a sobrar lo que les des y no se trata de que lo necesite o no. Se trata de que lo haces por ser agradecido y cumplir un mandato de parte del Señor.
Si en la iglesia cristiana donde te congregas, tus ancianos
te demuestran que estás en el último lugar de su consideración y te buscan solo
cuando necesitan algo material de ti, ya no esperes más, abandona ese lugar y
busca una congregación donde te sientas protegido y, preocúpate por crecer
espiritualmente lo más rápido posible para que pronto puedas protegerte por ti
mismo y así, permitas a tus ancianos atender a las nuevas ovejas que llegan y tienen
que empezar a aprender a depender por completo de Dios como, en teoría se
supone que tú ya lo estás haciendo.
CAPÍTULO 3
Ser pastor en una iglesia cristiana es una función que va acompañada de autoridad. En este capítulo analizaremos que es la autoridad del pastor y como debe este ejercer y manejar su autoridad.
Autoridad está definida como la facultad para gobernar o ejercer el mando. Ahora, al usar la palabra autoridad hablamos de tres cosas: derecho, aptitud y capacidad. Con estas tres cosas, nuestra definición de autoridad crece así que, vamos a proponer tres definiciones las cuales son complementarias:
· Autoridad
es el derecho que se tiene para gobernar o ejercer el mando.
· Autoridad
es la aptitud que se tiene para gobernar o ejercer el mando
· Autoridad es la capacidad que se tiene para gobernar o ejercer el mando.
Apliquemos ahora estas tres ideas a la autoridad que, debe ejercer el pastor de una iglesia cristiana.
DERECHO DE GOBERNAR
Derecho es un orden establecido que se observa en una práctica.
En el caso de la iglesia cristiana, Dios ha establecido el orden para que esta funcione de acuerdo con su voluntad y en ese orden, como ya hemos visto Él ha establecido a diferentes personas función (Efesios 1.1) y, una de estas personas función es el pastor (Efesios 4.11).
Así que, quién es dueño de la iglesia (Cristo) ha decidido que en esta existan pastores, diáconos y congregantes. No hay nada que se pueda decir para cambiar esto (Isaías 45.9). La existencia de pastores es algo que no podrá ser modificado mientras la iglesia cristiana exista en la tierra.
Así que, cuando en una congregación se reconoce y acepta la necesidad de encomendar a diáconos para asumir la función de pastor se debe entender que, se está aceptando que ellos tendrán autoridad sobre la iglesia nos guste o no que esto suceda. Esto es la autoridad por derecho de gobernar del pastor.
En este punto, se vuelve necesario hacer reflexionar a diáconos y santos.
Cuando estos estén participando en el proceso de reconocer a aquellos que, serán pastores, deben entender que, una vez que la encomienda se realice ya están bajo la autoridad de los pastores y deben someterse a ella, claro, siempre y cuando estos también cumplan con los dos puntos que aún nos falta analizar sobre la autoridad.
Así que, si cuando se te llegue a preguntar si reconoces en los prospectos a pastor el que tengan lo necesario para serlo y no dices nada; si no hablas de las deficiencias de su carácter que deben corregir, si no hablas de los hábitos pecaminosos que estos tienen por no meterte en problemas; si no señalas su falta de disciplina, no te quejes después cuando todas estas deficiencias se traduzcan en un pésimo liderazgo que te esté afectando a ti. Una vez encomendado un pastor deberás someterte ante él como alguien que, tiene sobre ti el derecho de gobernar (Hebreos 13.17).
Ahora, puede darse el caso de que, en la iglesia cristiana donde te congregas se elige a los pastores por la simpatía del pastor en turno o debido a que la pereza de este busca quién le quite el trabajo de encima o, también puede darse el caso – lo que es más común- que un pastor simplemente sintiéndose dueño de la iglesia elige a alguien para que le diga que “sí” a todos lo que proponga. Si eso pasa en tu iglesia cristiana debes hacerte esta pregunta: ¿Yo que hago aquí?
Si no vas a participar para reconocer a tus líderes, no te sentirás identificado con ellos, sentirás que se te ha obligado a hacer algo así que, estarás más pendiente de sus defectos que de sus virtudes para justificar tu necesidad de hablar con otros inconformes de las cosas que los pastores hacen mal y, aunque tendrás que responder ante Dios por el pecado manifiesto de murmuración (Juan 6.43), la verdad es que tus palabras de crítica fueron provocadas por el hecho de que nunca te sentiste parte de un proceso.
Si en tu congregación no importa si seas diácono o santo no te van a involucrar en el proceso de elección de tus pastores, busca otra iglesia y no te quedes ahí acumulando raíces de amargura (Hebreos 12.15).
Pero también es necesario que equilibremos los pensamientos anteriores.
Si eres diácono o santo, considera que, los pastores fueron constituidos por Dios, no por ti. Ellos ejercen su liderazgo para agradar a Dios, no para agradarte a ti. Ellos deben contar con la simpatía de Dios, no con la tuya así que, si tu demanda de descrédito hacia alguno de ellos es resultado de que en tu corazón tu carnalidad te está provocando a hacer la guerra usando tu lengua por los motivos equivocados (Gálatas 5.19-21; Santiago 5.6) entonces también responde a la misma pregunta: ¿Yo que hago aquí?
Deja tu iglesia cristiana, la estás contaminando. Desde el conveniente anonimato estás inyectando veneno en el cuerpo de Cristo, lo estás enfermando y no lo estás dejando crecer y, si ese es el caso, tendrás que responder ante Dios por el daño que le estás haciendo a algo que no te pertenece.
Entonces, ¿en base a que se puede decir si un pastor está haciendo lo correcto?
Simple. El marco de análisis para expresar si algo falta que un pastor lo haga bien debe ser la opinión de Dios y no ninguna opinión humana y afortunadamente, la opinión de Dios, la tenemos de una manera precisa registrada en la Biblia.
En 1 Timoteo 3.1-6; Tito 1.6-10 Dios con claridad nos específica los requisitos para los pastores pero ¿en verdad son “requisitos”? No. Son cualidades.
Un requisito es algo que se debe cumplir de manera obligatoria y permanente para que algo pueda suceder y, si revisamos la lista al detalle nos daremos cuenta de que ningún pastor de ninguna iglesia cristiana que ha existido o existirá ha cumplido o podrá cumplir con estos, y que bueno que así sea porque en realidad son cualidades, son hábitos de pensamiento y conducta que se deben estar desarrollando permanentemente. No son cosas que se alcanzan, son cosas que se practican constantemente.
Por lo anterior, como santo, puedes alzar la voz cuando veas que tus pastores o los futuros pastores no se están esforzando por desarrollar estas cualidades, pero, si el esfuerzo de estarlo intentando es claro y manifiesto entonces, cualquier queja que tengas, sale de tu impiedad, no de tu santidad.
Si
estas cualidades están en la agenda cotidiana de un pastor no hay nada
más que exigirles y si estás cualidades no están en su agenda, hay mucho que
demandarles.
APTITUD PARA GOBERNAR
Hasta ahora, ha quedado claro que, un pastor que está manifestando las cualidades que Dios le requiere, tiene el derecho de que reconozcamos su autoridad sobre la iglesia cristiana, pero, esa autoridad requiere otro elemento para que sea aceptada y es el elemento de la “aptitud”.
Aptitud debe entenderse como una habilidad con la cual se puede nacer o se desarrolla para realizar una cosa en particular. En el caso del pastor es obvio que, si este fue elegido desde la eternidad por Dios para ejercer el liderazgo en la iglesia cristiana es porque Dios le ha dotado de lo que necesita para hacerlo. La experiencia desarrollará lo que recibió y lo aplicará a su contexto social particular en el que ejerce su ministerio, pero, sin lugar a dudas, un pastor desde que fue constituido por Dios para serlo ya tenía la aptitud para ejercer esta función.
Entonces, un pastor tiene autoridad sobre la iglesia porque es su derecho, pero, este derecho lo recibirá si se observa que manifiesta las cualidades que debe estar permanentemente desarrollando.
Añadido a lo anterior debemos ver un aspecto más que compone la autoridad de un pastor en una iglesia cristiana.
CAPACIDAD PARA GOBERNAR
Capacidad para gobernar se refiere al hecho de que el pastor tenga lo necesario para el ejercicio de sus funciones o sea, que físicamente, emocionalmente y espiritualmente pueda realizar su labor además de tener la experiencia para hacerlo y esto, como las dos definiciones anteriores de autoridad para un pastor, solo se demuestra por medio de acciones, de cosas palpables, de situaciones por medio de las cuales los diáconos y los santos pueden ver, experimentar que su pastor hace lo que se necesita y es entonces cuando, en respuesta a lo que el pastor hace se le reconoce el derecho, la aptitud y la capacidad para gobernar a la iglesia cristiana.
Hasta este punto debe ya quedar claro que, un pastor tiene autoridad para gobernar la iglesia cristiana, pero, esta autoridad está compuesta por el derecho de gobernar, la aptitud para gobernar y la capacidad para gobernar elementos que, el pastor se los gana sirviendo (Mateo 20.28), o sea, es claro que la autoridad del pastor es algo que es consecuencia de las cosas que hace y no algo que le es entregado.
Bien, al respecto de las cosas que hace reflexionemos en algo.
Un pastor puede estar física, emocional y espiritualmente preparado para una labor por ejemplo, pensemos en, desarrollar y encabezar un ministerio juvenil pero, resulta que, el pastor nunca antes de serlo desarrolló ningún trabajo con jóvenes, no ha estudiado ningún material cristiano sobre liderazgo juvenil, no conoce los problemas que sufren los jóvenes de su época, no se interesa por conocer sus necesidades, sus gustos, el tipo de influencias que el mundo les presenta y, tampoco interactúa con ellos en la iglesia preguntándoles por su vida, sus necesidades, sus sueños o sus luchas.
¿Tiene la capacidad de desarrollar un ministerio juvenil exitoso? No.
El problema es que, la mayoría de los pastores en este punto creen que sí. Creen que pueden hacer lo que quieran y que lo que hagan dará resultado en la iglesia y que, simplemente por decirle a los jóvenes que se reúnan estos lo harán automáticamente o, pone a un diácono a ejercer un servicio entre los jóvenes y le da las instrucciones de cómo hacer el trabajo cuando es posible que el diácono tenga más experiencia que él pero, cuidado y el diácono intente hacer alguna sugerencia para mejorar el ministerio porque de una manera amable o no, el pastor simplemente “sugerirá” que se sigan sus instrucciones como si fueran una ley absoluta. ¿El resultado? El fracaso de los ministerios y el desgaste espiritual y emocional de los diáconos que no se sienten valorados y no se identifican con un ministerio en el cual no están aplicando sus ideas bajo sabia supervisión sino las ideas de alguien más sin ninguna clase de fundamento.
Si eres pastor por favor, desarrolla tu capacidad de crecimiento ministerial. Tú debes de ser la persona en la iglesia que más debe estar aprendiendo de manera permanente. Nunca pierdas tu capacidad de asombro ni tu necesidad de aprender.
Estudia y analiza todo material cristiano que pueda serte útil aún incluso cuando esa utilidad no la puedas aplicar en el presente ya que te puede ser útil en el futuro. Pregunta, cuestiona todo el tiempo si lo que haces puede ser hecho de una mejor manera. Incluso mantén tus oídos abiertos porque puede ser que un santo o un diácono tenga mejores ideas que tú. Acéptalas. Ponlas en práctica y si dan resultados, en oración dirigido por Dios perfecciónalas para que se vayan adaptando a los nuevos tiempos y circunstancias.
Y examínalo todo y retén lo bueno (1 Tesalonicenses 5.21) pero realmente examínalo. No hagas lo que hacen la mayoría de los pastores sin preparación que, visitan otras congregaciones o leen cualquier libro cristiano y lo que ven que otros hacen de inmediato lo quieren aplicar en sus iglesias para parecer que son revolucionarios o que han encontrado un nuevo camino espiritual para la congregación cuando en realidad, están aplicando cosas que no tienen relevancia para su iglesia cristiana y no son las cosas que realmente esta necesita para fortalecerse y crecer o sea, se vuelven imitadores de las ideas de otros porque no tienen la capacidad de desarrollar sus ideas propias. Esto, es más común de lo que nos imaginamos.
De lo anterior, se desprende la importancia de que, sea de entre el cuerpo de diáconos varones de donde se reconozca a aquel que, comienza a destacar en el servicio y que manifieste el anhelo de ejercer la función de pastor (1 Timoteo 3.1) de donde salgan los nuevos líderes de la congregación ya que eso garantizará que, lleguen al liderazgo personas que han crecido espiritualmente sirviendo y desarrollando ministerios lo que puede hacer que, su liderazgo tenga el impacto que Dios necesita.
En este punto es donde muchas iglesias cristianas sometidas a una estructura formada por opinión humana y no por lo que la Biblia dicta, elevan a la dirección de la misma personas que no están identificadas con el rebaño o sin experiencia ministerial y esto, ciertamente da cierta noción de orden hacia el interior de la congregación e incluso puede ayudar a que la membresía de la iglesia cristiana aumente pero, si queremos valorar el éxito de una iglesia cristiana por el número de miembros que tiene, seremos muy cortos de visión e inmaduros espiritualmente hablando.
Dios, y espero no lo olvidemos, no quiere iglesias de miles de miembros con edificios elegantes con aparatos de última tecnología. Su diseño para la iglesia es simplemente una reunión de gente santa sin que importe el número de miembros que esta reunión tenga (Romanos 6.22).
El propósito de Dios para la vida de los cristianos sean estos pastores, diáconos o santos no es que seamos felices (aunque lo puede incluir), no es que seamos prósperos (aunque lo puede incluir) no es que seamos populares (aunque lo puede incluir). El principal propósito de Dios es que seamos santos. Para eso existimos como hijos de Dios en la tierra y jamás lo lograremos si tenemos iglesias que no luchan por la santidad porque tienen pastores que no les interesa la santidad sino solamente el número de miembros que hay en su congregación o la cantidad de dinero que esta produce en ofrendas.
Lleguemos a una conclusión reafirmando que, si un pastor cree que por el hecho de ejercer su función automáticamente la iglesia cristiana y la cabeza de esta, Cristo, se van a inclinar a hacer todo lo que él diga sin cuestionamientos, está muy equivocado pero, si el pastor trabaja lo necesario para demostrar a quiénes debe cuidar (1 Timoteo 3.5) que es el primero en hacer las cosas y que sabe cómo deben hacerse las mismas; si demuestra que tiene la visión de saber a dónde deben llegar todos para crecer espiritualmente, por supuesto que la iglesia concederá autoridad al pastor y hará lo que este indique.
Esto, es la primera enseñanza que deseo nos deje este
capítulo.
SIERVOS DE DIOS
Tenemos pues, ya clara la imagen de un pastor como un servidor en el nombre de Dios para con sus hermanos diáconos y santos entendiendo con claridad que su servicio lo rinde a Dios, para honrarle a Él, para manifestar su voluntad para que así la iglesia siga esta voluntad y al hacerlo, encuentre su desarrollo espiritual de acuerdo al plan que Dios tiene para cada iglesia cristiana específica.
Pero todo inicia por el hecho de que el servicio del pastor se rinde y debe a Dios así que, él vive para agradar a su Señor con lo que hace (Colosenses 3.23-24) y al agradar a Dios, agradará a los hermanos de su congregación.
Un pastor no sirve para que sientan bien los diáconos o los santos, sino que sirve de tal forma que Dios se sienta satisfecho con su servicio. El pastor no está ejerciendo su función para que el resto de sus hermanos se sientan contentos. Es más, muchas veces el ejercicio de sus funciones será incómodo porque él no está para ganar la popularidad o la simpatía de la iglesia cristiana. Él está ahí para decir la verdad y hacer un permanente llamado a la santidad y una denuncia del pecado así que, si no te sientes a gusto con el servicio de tu pastor, pero este servicio va de acuerdo con la voluntad de Dios no tendrás más opción que someterte a lo que él te indique.
Y aquí, no es válido que, decidas irte de la iglesia bajo el argumento de que: “en mi iglesia no hay amor” o “es que aquí no enseñan la verdad” o “es que aquí no estoy creciendo” porque tú bien sabes que esos argumentos, son una mentira. La realidad es que tu carnalidad descontrolada hace que te disguste que tu pastor te esté confrontando con cada acción carnal de tu vida mientras tú lo que quieres hacer es pecar a gusto y estás buscando pretextos no para huir no de un pastor humano, sino para huir del Príncipe de los pastores y eso, es imposible.
No te vayas a otra iglesia, vas a perder el tiempo y hacer que una iglesia cristiana pierda su tiempo tratando de ayudarte a ti cuando en realidad no quieres ser ayudado. No importa la iglesia a donde vayas. Siempre tendrás los mismos problemas de estarte quejando (Santiago 5.9) porque no es la iglesia. Eres tú. Así que, antes de cualquier otra cosa, arrepiéntete de la falsa vida cristiana que has estado llevando bajo la máscara de alguien que lucha por lo santo cuando realmente quieres vivir en la impiedad.
UNA AUTORIDAD PLURAL
Como ya hemos señalado. En la Biblia, el ejercicio de un pastor se desarrollaba de manera plural por lo que, debe entenderse con claridad que, todos y cada uno de los pastores tienen la misma autoridad que los demás lo que antes que nadie debe ser entendido y respetado por los propios pastores que forman el cuerpo de gobierno de la congregación.
Es recomendable que, cada pastor no hable con nadie fuera del cuerpo de gobierno de la iglesia sobre la vida, conducta, opiniones, aciertos o deficiencias de sus consiervos y lo que sí debe hacer es, públicamente hablar de las cosas positivas de los demás pastores para con esto, ayudar a que la imagen de autoridad de sus consiervos aumente ante los ojos de la iglesia aun cuando esta, no sea su autoridad personal.
En el caso de los consiervos que estén presentando serias deficiencias en el ejercicio de su función, el pastor debe hablar directamente con ellos y advertirles sobre estas fallas llamándoles al orden. Si el pastor que está fallando persiste en hacer lo que no es correcto, los demás pastores que están alineados con la voluntad de Dios deben públicamente en presencia de la iglesia reprenderlo (1 Timoteo 5.20) haciendo del conocimiento público cuales son los pecados que el mal pastor está manifestando y, si este persiste en mantener la mala conducta se tiene la autoridad para pedir que se retire del cuerpo de gobierno pero todo esto, debe hacerse públicamente para evitar cualquier sospecha de que todo el proceso se hizo por intereses diferentes que cuidar la integridad de la iglesia.
Así que, entre muchas cosas, los pastores deben ser
personas valientes que tengan la capacidad de reconocer la autoridad de sus
consiervos y no estar queriendo hacerlos menos delante de la congregación.
Tener esta clase de dominio propio, solo es para personas que realmente buscan
agradar a Dios (Proverbios 16.32) pero, también se necesita valentía para
enfrentar a los pastores que no merecen tener autoridad alguna.
UNA MISMA AUTORIDAD
Otro aspecto relacionado con la autoridad es que, cada uno de los pastores que forman parte del cuerpo de gobierno de una iglesia deben entender que no están en competencia por lo que, no deben vivir para ver quién cuenta con más simpatizantes entre los santos o los diáconos.
Si Cristo mismo, ha constituido a todos los pastores dentro del cuerpo de gobierno, es porque entre todos, complementan las necesidades de liderazgo de la iglesia cristiana por lo que, no debemos impedir que, los hermanos se acerquen con el pastor que ellos deseen e incluso debemos invitarles a que busquen a aquel pastor que despierte la mayor de sus confianzas.
Ahora, también debe entenderse que, el impacto del trabajo de cada pastor siempre será diferente. El pastor que puede dedicarse a su ministerio de tiempo completo impactará más profundamente que los pastores que solo sirven cuando sus trabajos seculares lo permiten.
Aquí se debe tener cuidado porque, cuando la atención que yo deseo, veo que otros la reciben se puede despertar la envidia en algún pastor y este, lentamente puede empezar a desarrollar raíces de amargura (Hebreos 12.15) que ñleven a acumular resentimiento contra sus consiervos y esto, es una maquinación del diablo (2 Corintios 2.11) que puede empezar a dividir desde dentro la fortaleza y unidad del cuerpo de gobierno de una iglesia lo que puede generar severas divisiones. Todo pensamiento de envidia entre pastores debe ser puesto de inmediato sujeto a Dios y se debe renunciar a cualquier forma de pensar en la que se observe la necesidad de servir por contender (Filipenses 2.8; 2 Corintios 10.5).
Son ejemplos tristemente comúnes las situaciones donde, ante la divergencia de opiniones, un pastor decide tomar al grupo de familias que simpatizan con él y llevárselas a reunir a otro lugar donde pueda ejercer el liderazgo de la forma en la que siempre quiso, pero, si no fue capaz de ser humilde en la primer iglesia, ¿será humilde en la segunda que se formó por división y no por crecimiento?
En esta clase de situaciones, el cuerpo de Cristo no crece, se divide.
Así que, los pastores deben estar siempre vigilantes de que en su corazón no nazca ningún tipo de envidia hacia el ministerio de sus consiervos y, la mejor manera de hacer esto es, siempre apoyarlos para que su impacto ministerial sea el mayor posible. No olvidemos que, tener una actitud así, va en concordia con lo que Dios demanda de nosotros (Filipenses 2.3)
Favorecer el mutuo reconocimiento de la autoridad de
todos los pastores de una iglesia beneficia a todos ya que la iglesia cristiana
contará con pastores que entienden y aceptan sus capacidades, usan sus fortalezas,
pero también rinden sus debilidades para que, la capacidad de otros llegue a
donde sus propias capacidades no lo pueden hacer.
UNA FORMA DE GENERAR UNIDAD
Una de las mejores formas de evitar las envidias y el choque de egos entre los pastores es lo contrario a generar división y por supuesto que esto es: generando unidad.
Con certeza bíblica podemos decir que, la unidad es la manera más directa y visible de manifestar al mundo la influencia de Dios en nosotros (Juan 17.11-21) así que, esto, es una cosa que debe ser tomada con la mayor seriedad posible por los pastores.
Con esto en mente, pensemos en formas prácticas en que los pastores pueden desarrollar la unidad entre ellos.
· Visitarse
con frecuencia de manera personal
· Visitarse
con frecuencia en compañía de sus familias
· Orar
constantemente por cada consiervo
· Orar
constantemente por la familia de cada consiervo
· Hacer
reuniones frecuentes para hablar sobre el ministerio
·
Hacer reuniones informales con los consiervos
· Hacer
reuniones informales junto con las familias de los consiervos
· No
dejar pasar tiempo para hablar de algo importante
· Rotar
las responsabilidades que así lo permitan en la iglesia
· No
criticar con nadie la vida de un consiervo
· Confrontar
las malas decisiones de los consiervos
· Confrontar
de manera personal los pecados de los consiervos
· No
involucrarse en una decisión no bíblica del consiervo
· Respaldar
incondicionalmente al consiervo hasta donde sea posible
· Mostrar
un constante afecto por el consiervo y su familia
· Tratar
de manera especial al consiervo con relación a los demás
· Mostar lealtad al consiervo a menos que demuestre no merecerla
¿Por qué es importante hacer cosas como estas?
· Se
genera una relación espiritual más estrecha entre consiervos
· Se
desarrolla la idea de no defraudar al consiervo
· Se
aprende a sobrellevar las cargas del consiervo
· Se da
soporte espiritual al consiervo en sus necesidades
· Se
establecen vínculos permanentes de comunicación formal
·
Se propicia la convivencia y la relación
emocional entre consiervos
· Se
aprende a mirar a la familia del consiervo como algo que debe cuidarse
· Se
evita que Satanás trabaje para atacar el mutuo ministerio
·
Se respalda a ojos de la iglesia la autoridad
de cada pastor
· Se hace
ver a la iglesia que, sus líderes están profundamente unidos
· Se
evitan ataques al liderazgo de la iglesia antes de que sucedan
· Se
evita que el cuerpo de gobierno empiece a tonarse carnal y mundano
· Se
protege la santidad del consiervo
· Se da
confianza al consiervo para que recomponga algún mal camino
· Se
despierta el amor filial entre consiervos
· Se le
da certeza al consiervo de tener alguien que le respaldará
· Se hace saber al consiervo que se ama más a Dios que a él
Las iglesias cristianas que crecen son iglesias que están unidas y, ninguna puede estarlo si sus líderes no están unidos. Una iglesia sin unidad no sobrevive al paso del tiempo o, sobrevive sin que haya un crecimiento constante ni una estabilidad espiritual en santos, pastores y diáconos.
AUTORIDAD EN LAS OTRAS FUNCIONES
La autoridad del pastor es necesario que, hacia el interior de la iglesia cristiana coexista con la autoridad de los hermanos que ejercen otras funciones y esto, debe ser perfectamente respetado.
Por ejemplo, el grupo de pastores de una congregación tiene pensemos en, una diaconisa, una hermana que, da clases a los niños de entre 6 a 10 años por lo que, la diaconisa en cuestión es la autoridad hacia el interior de su grupo de alumnos. Ahora, pensemos que, hay algo en el ministerio de esta hermana que no está funcionando bien y que alguno de los pastores de la iglesia cristiana ha detectado.
Cómo buen supervisor, el pastor debe hablar con la diaconisa, pero, así como él requiere que su autoridad sea respetada, debe respetar la autoridad de la diaconisa por lo que, no puede meterse a la mitad de una de las clases de la hermana a corregir algo que considera inadecuado, no puede evidenciarla en presencia de otras personas de la congregación ni debe usar ningún espacio público para dar a conocer las cosas que, a su criterio, la diaconisa hace de forma incorrecta.
Lamentablemente, más veces de lo que imaginamos, los pastores hacen cosas como las anteriores o peores, tan solo porque desean demostrar públicamente “que son los que tienen autoridad” cuando, así no es la forma en la que esta debe ser demostrada.
Veamos dos buenos ejemplos de cómo un pastor debe ejercer su autoridad respetando la autoridad de los responsables de cada ministerio en su asamblea.
Alguna vez, de manera pública, la madre de Santiago y Juan se acercó a Jesús pidiéndole que actuara en favor de sus hijos por encima de los demás apóstoles (Mateo 20.20-21) algo que, Jesús rechazó haciéndoselo saber a la madre de estos apóstoles, a ella y a todos los que lo pudieron escuchar de forma pública porque en forma pública se le hizo la petición. Ahora, cuando el apóstol Pedro de manera personal se acercó a Jesús para “recomendarle” que no fuera a la cruz (Mateo 16.20-23), entonces, de manera personal y muy directa fue confrontado por Cristo así que, tenemos aquí un par de excelentes referencias bíblicas con respecto al punto que estamos analizando.
Observemos la dinámica de Cristo. En público respondió moderadamente sin ninguna clase de confrontación mientras que con Pedro de manera privada respondió de una manera directa y contundente. Buena lección.
Cuando el responsable de un ministerio de manera pública quiera que se hable de lo que está haciendo, entonces, se puede hablar de manera pública, pero, cuando algo sucede de manera personal o, cuando alguien de manera pública hace algo que debe corregirse, pero, esto se hace sin que la persona sepa su equivocación, solo se le puede llamar al orden de manera personal.
Ahora, llega a suceder en este aspecto que, muchas personas a quiénes se les habla de manera personal sobre cosas que están haciendo mal, después del llamado de atención personal, hacen del conocimiento de los demás lo que se les dijo, pero, queriendo presentar las cosas en una versión que les favorezca, o sea, asumiendo el papel de víctima en este caso, del pastor.
Aquí es donde ayuda la pluralidad de pastores ya que, si el llamado al orden público o personal se hace en presencia de al menos otro pastor o de alguna persona cercana al implicado, quedará claro que, todo se hará con fundamento bíblico y de la manera correcta por lo que, cualquier mala interpretación quedará descartada. La presencia de testigos es muy mencionada en la Biblia a la hora de hacer llamados de atención (Números 35.30; Deuteronomio 17.6; 19.5; Rut 4.10-11; Isaías 8.2; Mateo 18.16; 1 Timoteo 5.19) ya que representa una forma de evitar que la información en las pláticas sea usada de una manera incorrecta por cualquiera de las partes.
Queda entonces, bajo la consideración de cada pastor el
considerar si, una reunión de ejercicio de autoridad requiere la presencia o no
de testigos pero, esto siempre será recomendable.
EL EJERCICIO DEL PODER
Cerramos este capítulo como lo iniciamos, hablando de poder.
Una máxima romana que ha sobrevivido hasta nuestros días dice que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente así que, si se desea un ministerio de liderazgo en la iglesia cristiana que no derive en la corrupción de todo lo que en ella exista, es necesario limitar esa tendencia humana de querer ser superiores a los demás que está dentro del corazón de cada pastor y eso, solo puede lograrse con dos herramientas indispensables que deben estar en todo corazón de un líder de iglesia.
La primera herramienta es la humillación y, en este caso, el pastor debe practicar algo que es un poco más complejo que lo anterior: la auto humillación (Mateo 11.29; Filipenses 2.3-8).
De manera personal y diaria, todo pastor debe acercarse en oración sincera a Dios para pedirle que, en su interior, la persona de Cristo crezca para santificar su carácter y su naturaleza carnal disminuya, se haga pequeña ante la influencia de Dios (Juan 3.30).
La diaria humillación del pastor no debilita su personalidad, al contrario, la enriquece y la santifica. No lo vuelve una persona sin identidad; al contrario, manifiesta a las personas de su alrededor empezando por las personas de su familia que sus convicciones cristianas son auténticas, que su santidad no es una apariencia y que es alguien digno de imitación puesto que, está siendo un reflejo viviente del carácter de Cristo.
Ya pensando en su ministerio público, el pastor debe siempre pensar que, él y sus consiervos están todos al mismo nivel y nunca creer que, es superior a ellos en cualquier sentido. Esto le lleva a cumplir lo bíblico de evitar querer erigirse como el juez de ellos y vivir siempre considerando el fruto de la conducta de sus consiervos, pero, finalmente, imitando la fe que manifiestan (Hebreos 13.7).
La auto humillación cumple la necesaria percepción en el pastor de que él es una parte importante en el todo, pero nunca será el todo ya que hay solamente Uno a quién podemos considerarle en esa condición (Mateo 23.4).
La segunda herramienta es el dominio propio. Dicho en palabras simples, el pastor debe tener la capacidad de poder decidir qué clase de conducta mostrar en cada una de las condiciones que viva. Tener dominio propio es imitar a Cristo en el aposento alto quién a pesar de tener enfrente a quién le iba a negar y a traicionar fue capaz de solo manifestar lo que su alma deseaba más y esto era, sentir el gozo de estar en comunión con sus apóstoles a pesar de que bien hubiese podido reaccionar con ira ante los dos personajes que iban a darle la espalda de diferentes maneras (Lucas 22.15). Eso es tener dominio propio y eso es lo que debe hacer todo pastor.
El dominio propio permite al pastor hacer las cosas que debe y no las que quiere, decir las palabras que se necesitan y no las que él considera necesarias, es convertirse en un elemento de tal impacto que, su carácter controlado provoque que, quiénes lo rodean se sientan motivados a controlarse también.
Esta clase de pastores, lo transforman todo y vaya que, en muchas iglesias cristianas está haciendo falta esta clase de transformación.
Así que, si eres pastor, deseas ser pastor o quieres como
diácono o santo ser de bendición a quién te dirige y coordina, ora porque Dios
siempre provea a los líderes de tu congregación de la fuerza de carácter para
humillarse constantemente para que así puedan mostrarte que, llevar vidas de
verdadera santidad es posible y además, ora incasablemente para que se
conquisten a sí mismos y puedan tener verdadero dominio sobre su carácter aún
con las personas que más los muevan a perder su equilibrio interior.
RESUMEN DE CONSEJOS PRÁCTICOS
Si eres pastor:
1. Siempre mantén en tu mente la idea clara de que ningún aspecto de la iglesia te pertenece. Todas las felicitaciones que puedan surgir, las debes dirigir al cielo. Las voluntades de las personas deben humillarse ante Cristo, jamás ante ti.
2.
Siempre debes estar en constante aprendizaje.
Debes de ser un ávido lector de la Biblia y de cualquier material que te ayude
a mejorar tu ministerio. Siempre debes estarte exigiendo lo máximo a ti mismo.
3.
Recuerda, en la iglesia cristiana no tienes
ninguna competencia. No debes competir contra nadie. Tú debes de ser tú
única competencia. Siempre debes estarte superando en las cosas que hagas
y, para tener una idea acerca de sí lo estás logrando o no, deberás estar
alerta de los comentarios que dirijan hacia tu labor y deberás estar
preguntando a diáconos y santos si estás haciendo las cosas bien
y que puedes hacer para mejorarlas y, sobre todo, debes estar dispuesto a
soportar cualquier opinión que dirijan hacia tu labor.
4.
Siempre debes reconocer tus fortalezas, pero
también tus debilidades y no intentar mostrarte capaz en las cosas que es claro
Dios desea que no ejecutes y, debes siempre reconocer aquellas cosas que tus
consiervos hacen mejor que tú y no, no tengas temor de reconocer esto
públicamente. Crea la imagen de lo que en realidad debe estar pasando, o sea,
que tú y tus consiervos manifiesten una unidad a prueba de cualquier problema.
5.
Si en tu vida personal estás frustrado porque
nunca has logrado cosas que “valgan la pena” según tus propios criterios. Por
favor, no traslades esa frustración hacia la iglesia cristiana. Tu
congregación no es el drenaje donde debes manifestar esas cosas fuera de orden
que tu personalidad tiene y muestras en el ejercicio de tu liderazgo para
convencerte de que eres “grande” cuando a los ojos de Dios no eres nada (Apocalipsis
3.17). Si así eres, eres un fracasado en la vida sin plenitud en Dios capaz
de hacer fracasar a la iglesia más poderosa.
6.
Es tu obligación buscar a las ovejas. No
es la obligación de las ovejas buscarte a ti. Su obligación es hablarte con la
verdad cuando requieras que te digan que es lo que está pasando en su interior.
Toma la iniciativa. Las ovejas siempre te deben sentir cerca y si las ovejas
son muchas, divídanse los consiervos la carga y estén siempre cerca de las ovejas,
aunque estás finalmente no sean a ti a quién te terminen buscando para sentir
apoyo y consejería.
7.
Recuerda que, el dominio propio es la mejor
marca que, demostrará a los diáconos y santos que diriges que,
realmente tu eres la voz de Dios que deben seguir.
Si vas a ignorar los consejos anteriores y todo lo que se ha señalado en este capítulo del libro, si vas seguir actuando como si tuvieras poderes plenos para hacer con las personas que conforman la iglesia cristiana que Dios ha puesto bajo tu cuidado lo que se te antoja, si quieres dictar vidas y destinos de las personas cuando ni siquiera estás capacitado para hacerlo y, si te niegas a crecer espiritualmente para ser una mejor versión de ti mismo como pastor cada día, solo hay un consejo que te puede ser útil.
Renuncia. Libra a tu iglesia cristiana de tu liderazgo intolerante e incapaz. Da un paso al costado y valientemente reconoce que tu congregación merece ser dirigida por una voz plagada de humildad y sensatez y que esa voz, no es la tuya, Si vas a gritar en un micrófono que el nombre de Dios debe ser alabado para después pisotearlo con tus acciones, renuncia. Tu presencia está enfermando a las personas que se supone deberías estar ayudando a vivir sanas espiritualmente y esto es una deuda grande que estás acrecentando con Dios a la que se suma cada alma nueva que llega a conocer tu iglesia cristiana pero no llega a Cristo por tu mal testimonio como pastor.
Si quieres ser pastor:
1.
Desde tu posición de diácono, comienza a
servir a los demás, enrólate en cualquier ministerio donde hagas algo a favor
de las personas. Prepárate para la vida de servicio que te demandará el
pastorado.
2. De manera genuina interésate en tus hermanos,
visítalos, búscalos, ayúdales en sus problemas y necesidades, en resumen, vive
desarrollando la mayor humildad posible. Lo vas a necesitar cuando Dios te
llame al ejercicio público del liderazgo.
3. Se una fuente de oración constante por tus pastores para que Dios quebrante sus corazones si lo necesitan para que se den cuenta que es lo que deben hacer para agradar a Dios.
Siempre ten la confianza de estarte acercando a tus pastores
para dirigirles cualquier comentario que creas puede ayudarles a mejorar el
desarrollo de su ministerio porque, si no lo haces, el silencio no te vuelve
inocente, por el contrario, te hace cómplice de la tibieza espiritual de tu
iglesia y, como diácono recuerda que tampoco estás para competir con ningún
otro, estás para trabajar de manera conjunta.
Si eres santo:
1. Sométete a la autoridad de tus pastores (Hebreos
13.17). No lo hagas porque lo merezcan o no. Hazlo porque haciendo esto, le
estás rindiendo un servicio a Dios quién debe ser el único ante quién debe
someterse tu voluntad y no ante ningún pastor humano, pero, si este te está
mostrando con claridad que es una persona humilde que es capaz de controlar su
carácter entonces no puedes pedir mejor guía y no puedes tener mejor persona a
tu alrededor ante quién te debas someter que él.
2. Únete a tus diáconos y pastores solo a través del vínculo del amor (Colosenses 3.14). Ámalos y no temas demostrarlo sin pensar en si te van o no a decepcionar porque seguramente lo harán, pero tu amor puede ser lo que les ayude a no alejarse más de lo que deben de Dios.
Y finalmente, si los diáconos o santos perciben en su
entorno un mal ejercicio de autoridad de parte de sus pastores deben
manifestarlo y si esto persiste, vuelvan a pedir una reconsideración y, si nada
cambia, entonces, cambien ustedes de iglesia cristiana y busquen una donde
sientan la seguridad de ser servidores de aquellos que, primero, se preocupan
por servirles a ustedes.
CAPÍTULO 4
El ejercicio del servicio público
En este capítulo daremos consejos prácticos que los obispos deben considerar a la hora de estar ejerciendo de manera pública sus funciones para que estas sean más eficientes.
Si pensamos un poco acerca de las funciones públicas de
un obispo nos daremos cuenta de que estas, pueden ser englobadas en dos
diferentes. Uno. Cuando el obispo está enseñando públicamente la Biblia y dos, cuando
está en convivencia con el resto de las personas de su iglesia cristiana.
LA ENSEÑANZA PÚBLICA DE LA BIBLIA
Dice la Palabra de Dios que un obispo debe ser “apto” para enseñar (1 Timoteo 3.2). Esto significa que, debe ser la persona adecuada para realizar la labor de enseñanza y para ser el “adecuado” debe enseñar lo que sus alumnos necesitan y esto, lo debe hacer de la manera más comprensible posible. Para lo primero está la pedagogía y para lo segundo está la didáctica. Si en algo puede ayudar en esto, pongo a tu disposición mi libro: “Técnicas Didácticas en la Educación Cristiana” que es de circulación libre y gratuita.
Aquí vamos a centrarnos en consejos prácticos.
El problema del “yo”. Al enseñar, muchos obispos cometen el error de querer convertirse en el referente de enseñanza, o sea, hablan públicamente de que ellos son el modelo que seguir así que, llenan sus predicaciones de anécdotas personales, de ejemplos de decisiones que han tomado y de cualquier cosa que ellos hayan hecho. Hacer esto, es un error del más alto nivel.
¿Porqué? ¿No es bueno que el predicador señale las cosas que hace bien?
Cuando en la enseñanza pública insistimos en apuntar hacia nuestra persona, eso es precisamente lo que logramos, que la gente que nos escucha empiece a observarnos con más atención para comprobar si hacemos lo que enseñamos. El problema es que, no existe el ser humano perfecto y por ende, no existe el obispo perfecto por lo que, las personas van a mirarme tanto de cerca que, muy pronto comenzarán a darse cuenta de mis defectos y, si no trabaja el obispo en corregirlos, entonces, pronto decepcionará a su audiencia la cual no aceptará ninguna de sus enseñanzas o, desalentados por la incoherencia de su conducta, se alejarán de la iglesia.
El problema del yo solo se puede resolver cuando sustituimos el “yo” por “Él” y con “Él” me refiero a Cristo. Usemos de ejemplo a los apóstoles. Estos, hablaban principalmente de Cristo y cuando hablaban de sí mismos era para dar testimonio de algo, o sea, se podía verificar que lo que decían era cierto.
Así deben ser las enseñanzas del obispo.
Si este apunta su enseñanza teniendo como prioridad hablar únicamente de la persona o de la obra de Cristo, las miradas de la audiencia se dirigirán a Cristo quién es perfecto y digno de toda imitación lo que logrará que, los santos y los diáconos terminen viendo al obispo como uno de ellos, como alguien que al enseñar, es enseñado, alguien que como ellos está en proceso de crecimiento espiritual (Efesios 4.13) lo que producirá mayor acercamiento entre el obispo y sus ovejas.
El problema de la voluntad. Es muy fácil que, un obispo se confunda creyendo que es parte de su trabajo público el indicar a los santos y diáconos que decisiones tomar en todas las áreas de sus vidas y se le olvida que, el único rector de la voluntad de los creyentes es Dios a través de la acción del Espíritu Santo.
Nadie (incluidos los obispos) pueden convencer a nadie de hacer nada; es más, ni debe intentarlo. Un obispo solo debe presentar la enseñanza pública de la Palabra Escrita de Dios esperando que, el Espíritu Santo ilumine a sus oyentes a entender que parte de la Palabra expuesta debe ser tomada por ellos y en qué áreas de su vida la deben aplicar.
Pongamos un ejemplo. Un obispo enseña públicamente que, cuando una pareja de personas comprometidas se va a casar debe de adornar su ceremonia y hacer que todos los involucrados en la misma se vistan de blanco y solo canten alguna de entre 10 alabanzas cristianas que él quiere, pero, por gustos estéticos, a la pareja le gusta más el color azul y, ya tienen preparadas las alabanzas que desean escuchar en su ceremonia. ¿Qué se debe hacer?
Bien, lo que debe hacerse es que el obispo debe aceptar que, no es su ceremonia.
La suya ya pasó y la hizo a su gusto, ahora, debe dejar que prevalezca el gusto de los demás y ayudarles a que, en las cosas que decidan hacer, como decidan hacerlas, busquen glorificar solo a Dios que es la meta final de cualquier acción que un creyente realice (Isaías 43.7). Nunca un obispo debe obligar a nadie a hacer nada.
Ahora, tomemos en cuenta que, si un obispo vive sometido completamente a la voluntad de Dios y esto, puede ser comprobado, aquellos a quienes dirige, se moverán también hacia la voluntad de Dios que el obispo les indique. Las personas no necesitarán de ninguna imposición. Seguirán solos la voluntad de Dios. En este sentido siempre se cumple que, unas cuantas acciones de obediencia en este caso del obispo, convencen más que miles de palabras que se quieran usar para mover voluntades.
El problema de la presión. Cuando un obispo enseña, como ya vimos, apunta en la dirección hacia donde debe dirigirse la voluntad del resto de las personas de su iglesia cristiana. Y también como ya hemos visto, es el Espíritu Santo quién hace que, el hecho de ir en esa dirección se vuelva una necesidad en las mismas personas; pero, hay obispos que quieren hacer el trabajo del Espíritu Santo.
Dejan su labor de enseñar para querer volverla una labor de imponer y se vuelven necios, insistentes en estar remarcando normas de conducta y exigir acciones de parte de las personas y esto hace que, en lugar de ser una fuente de dirección para santos y diáconos se vuelvan una fuente de presión excesiva.
Y, es verdad que, muchas personas bajo presión debido a su temperamento se enfocan mejor y realizan mejor las cosas pero, hay otras que, bajo la misma presión se rompen y abandonan el camino en el que se encuentran lo que obedece también a su particular identidad así que, debe entender el anciano que a semejanza de Cristo, debe lograr que los miembros de su iglesia sientan el yugo del Señor “ligero” (Mateo 11.30) para que, de una manera natural quieran llevarlo no como algo que les agobie y canse lo que puede hacer que lo abandonen y, con ello, dejen de congregarse y se aparten de su relación con Dios.
Pero, complementando lo anterior también debe entenderse que la presión es necesaria. Es parte de lo que nuestro temperamento requiere para poder desarrollar las facetas que, sin presión no se manifestarían así que, el obispo se debe volver un experto en aprender a dosificar la presión de grupo. Debe aprender cuando presionar sobre qué tema y cuando dejarlo de hacer, para lograr que, en el momento justo, la voluntad de santos y diáconos que estén recibiendo su enseñanza pública se rinda ante el señorío de Cristo.
Ahora, aunque no sucede con mucha frecuencia afortunadamente, hay ocasiones en que se requiere que, el obispo manifieste su autoridad por encima de cualquier opinión o persona que esté deseando llevar la contraria a su dirección. En situaciones como estas, el obispo debe mostrar la firmeza de la investidura que tiene de parte de Dios y de manera clara sin que queden dudas, debe marcar su posición entendiendo que está defendiendo la posición de Dios, pero, para hacerlo, es vital que el obispo entienda que esto solo es posible si está respaldado por un vida de servicio y de humildad.
Es necesario un ejemplo para que se eviten malentendidos con respecto al punto anterior.
En una ocasión, la mayoría de los hermanos de la congregación que yo presido estábamos junto con hermanos de un ministerio misionero dentro de un teatro donde presentaríamos una puesta en escena formal con actuaciones y música en vivo además de que, teníamos también alrededor a un coro invitado de otra iglesia cristiana. Aunque durante 6 meses habíamos estado ensayando la obra, era vital tener un ensayo sobre el escenario final de presentación, pero, por diversos motivos no lo pudimos tener ese día y el tiempo que restaba antes de la primera presentación ya no nos permitía hacerlo.
Como director de la obra, guionista de esta, coordinador de los ensayos y de las actividades de las que la obra formaba parte sentía la presión de que todo saliera bien.
Añadido a la necesidad del tiempo y algunos problemas técnicos menores, durante los minutos anteriores al inicio, los hermanos que participarían en el escenario estaban relajados en extremo, sin prestar atención a las indicaciones mostrando una actitud de desinterés hacia lo que estábamos a punto de hacer.
Reunidos en el centro del escenario con el mayor dominio propio que pudiera ejercer, trataba de dar algunas indicaciones sobre las cosas que debían considerase. Esto, lo estaba haciendo de una manera directa y con voz alta para que todo el grupo me escuchara. Fue entonces cuando oí una voz que en medio del grupo dijo con un volumen suficiente para que llegara a mis oídos: “Cuidado. Ya se enojó”.
Cuando escuché eso, de inmediato con una voz mucho más firme y con la mayor seriedad posible dije palabras semejantes a estas: “Si, si estoy enojado. Estoy enojado porque no quieren entender que, debemos estar concentrados para dar lo mejor de nosotros para Dios quién no merece el 100% de nuestro esfuerzo sino el 1000% porque darle menos que eso no sirve. Estoy enojado porque no somos actores, somos hijos de Dios redimidos por su sangre que dependemos de la acción del Espíritu Santo para que este hable por medio de nosotros ahí donde nuestro talento no lo permite y parece que, con nuestra actitud lo único que nos interesa es divertirnos y eso no está permitido en este momento. Así que, si no van a participar con toda su alma dejen el escenario y que mejor nos quedemos los pocos que realmente queremos honrar a Dios con nuestro esfuerzo así que, ustedes díganme que hacemos.”
Está de más decir que, un pesado silencio se apoderó del escenario, pero, hacer esto, era necesario para que los hermanos sintieran la presión necesaria para enfocarse en sus diálogos, mímicas, ademanes, entradas y salidas del escenario y, esas palabras las dije sin que pensara en la reacción de los invitados y hermanos de muchas iglesias que estaban presentes o en la imagen que pudieran formase de mí. Eso no era importante. Lo importante era defender el lugar de Dios como el único que merecía ser honrado por personas sirviéndole con todas sus fuerzas en una oportunidad que sería única.
Las dos funciones de la obra de teatro salieron mejor de lo que esperábamos y doy cuenta de que recibimos docenas de almas que vinieron a los pies de Cristo.
De lo anterior es de lo que estoy hablando, hay ocasiones así las cuales, afortunadamente no son tan frecuentes, pero, cuando se presentan son necesarias.
En estos caso, el obispo no debe tener temor de invocar su autoridad y hacer un llamado al orden sin el temor de que pueda ser mal entendido o que vaya a provocar alguna reacción incómoda de cualquier hermano. Son momentos en que es necesaria la presión para que la obra de Dios se realice de la manera en que Dios lo necesita.
Lo anterior implica que, el obispo debe mostrar firmeza de carácter y convicciones y, hay muchos que simplemente no pueden hacerlo lo que puede ocasionar problemas cuando algo debe corregirse y en el nombre mal entendido del amor cristiano, se prefiere tolerar acciones que se pueden volver pecados hacia el interior de la iglesia cristiana.
Un obispo no puede ser intimidado por ningún diácono o por ningún santo. Si está convencido de estar siguiendo la voluntad de Dios, no puede permitir que nadie lo mueva de esa posición, nadie, ni siquiera la opinión de su esposa o los comentarios de sus hijos.
Patética es la imagen de un obispo que, puede decir públicamente lo que quiera u opinar sobre hacer esta cosa o la otra para que, baste que hable con su esposa para moverse en la dirección contraria. Esto es, patético. No hay forma alguna de defender a un obispo que sirve a Dios, pero tiene sentada en el trono de su corazón a su esposa. Quiere controlar algo en la libertad de Dios (2 Corintios 3.17) siendo un esclavo de la voluntad de una mujer. De eso, hablaremos más en el próximo capítulo.
Debe ser muy cuidadoso el obispo con el manejo de la
presión.
MANIFESTANDO LA PRESENCIA PUBLICA DE SU LIDERAZGO
En este punto, queremos meditar en lo que un obispo debe hacer cuando, se encuentra en medio de la congregación, pero, en las labores que no tienen que ver con la enseñanza pública, o sea, cuando, como miembro de su iglesia cristiana interactúa en los diferentes cultos con los santos y los diáconos lo que a muchos llevaría a pensar que, el obispo debe limitarse a simplemente reunirse como los demás a saludar y a escuchar cuando le toque aprender y no enseñar.
Pero públicamente, la presencia del obispo en más que simplemente estar.
Lo primero que debemos considerar es que, el obispo, antes, durante y después del culto, debe estar lo más pendiente posible de la interacción de las ovejas. Debe estar observando su conducta y escuchando conversaciones; debe estar pendiente de qué oveja interactúa con cual, qué oveja está aislada de las demás y cual ha dejado de asistir ya que todo esto le puede dar un mundo de información útil para su ministerio.
Pero, esto es lo que debe hacer en el tiempo de los recesos, en el tiempo donde no se esté desarrollando culto alguno. Cuando los cultos estén en ejecución, el obispo debe de ser el que esté en el sitio de más adelante demostrando con su ejemplo que, buscar la buena parte de la presencia y la voz de Dios (Lucas 10.42) es lo más importante.
No tiene sentido alguno ver a los obispos parados en la puerta de las iglesias más preocupados por ver quién llega o quién falta o quién está usando o no el teléfono en un ejercicio de alguna clase de “policía espiritual” arrebatando el sitio que le corresponde al Espíritu Santo ejercer. Si un obispo solo va a controlar una iglesia, pero no a alabar, adorar, aprender, clamar o humillarse, está perdiendo el objetivo de su ministerio.
Así que, el obispo no solo debe estar, sino que debe estar haciendo lo correcto siendo diligente en conocer el estado de sus ovejas (Proverbios 27.23) y, para saber cómo cuidarlas, debe saber qué les está pasando y esto solo puede lograrlo andando en medio de ellas.
Al andar entre sus ovejas, por ejemplo, el obispo sabrá a quiénes debe visitar primero ya que, se habrá enterado de quién se ha enfermado o quién se ha quedado sin trabajo por lo que, podrá visitar para fortalecer con la Palabra de Dios a quién lo necesite y podrá coordinarse con los diáconos pertinentes para que atiendan esta necesidad material si es que los recursos de la iglesia lo permiten.
Al andar entre sus ovejas, el obispo puede prevenir cuando personas con un escaso crecimiento espiritual se buscan e interactúan lo que puede ser una fuente futura de posibles problemas al tiempo que, podrá escuchar cuáles son los temas de la vida que les están interesando tratar a los jóvenes y a los niños, lo que puede darle información para diseñar que estudios bíblicos impartir de acuerdo a las necesidades reales de los santos y los diáconos.
Para un obispo, la información puede ser su mejor arma para prevenir cualquier problema que puede surgir en la iglesia cristiana y le puede dar la mejor sensibilidad posible para saber qué es lo que está pasando en el ambiente de los hermanos que se congregan con él y a quiénes él sirve.
Además de lo anterior, el obispo puede usar la dinámica de la interacción con los hermanos para poder fortalecer sus lazos de hermandad con ellos ya que, de manera independiente a que él sea el obispo de la congregación también es hermano en Cristo de las personas con las que se reúne lo que implica que, el obispo debe invertir el tiempo que sus ovejas le requieren y no tiene alternativa, debe dedicar ese tiempo ya que es en la construcción de esta hermandad donde se dará en sus ovejas la confianza para irle a buscar cuando así lo requieran.
Por lo tanto, un obispo debe estar en todas las reuniones en su templo con su iglesia cristiana siempre que no exista una causa de fuerza mayor y ese es un sacrificio de tiempo del cual no tiene alternativa.
Debe hacerlo sin poner medida y sin buscar pretextos y, es responsabilidad de la familia del obispo entender que, en su ejercicio ministerial no se le puede limitar el tiempo que él debe usar para estar con la iglesia. Los hijos y la esposa del obispo no deben mirar a la iglesia como una especie de “rival” que quita el tiempo del marido o del padre, no, porque si actúan siendo exigentes para con el obispo le impondrán una carga que no le ayudará espiritual ni emocionalmente en nada y este, cuando tenga que atender a sus ovejas, puede equivocadamente salir rápido del culto porque ya la esposa le está apresurando con ese lenguaje corporal que, solo entre esposos se conocen lo que debe mover al obispo a buscar verdadero tiempo de calidad con su familia ya que no puede argumentar que, descuidó a su casa por atender la iglesia o viceversa.
Siendo el obispo un referente de liderazgo también debe entenderse que, su presencia en la iglesia genera influencia y esto es algo que no puede ni debe evitarse. Esta influencia debe buscar transmitirse. El obispo debe aprovechar toda oportunidad para manifestar ante quién esté presente cuál es su posicionamiento sobre las cosas de la iglesia y, mostrar su carácter santificado como la meta de vida que cada uno de sus hermanos debe alcanzar.
O sea, públicamente debe manifestarse como un ejemplo de vida a seguir.
Si el obispo busca a la gente, la iglesia será una iglesia empática. Si el obispo no dedica tiempo a la iglesia, esta será desinteresada y frívola. Si el obispo muestra un carácter donde las virtudes de Cristo son evidentes, la iglesia será una iglesia espiritual. De lo contrario, será una iglesia carnal y tibia y en todo esto influye el obispo simplemente estando donde debe de estar.
El impacto de la presencia de un obispo en medio de su congregación marca líneas de conducta, formas de pensamiento y es una guía de interacción social así que, su sola presencia provoca más cosas de las que imaginamos.
Después de ver
las dos cosas en las que se manifiesta el ministerio público de un obispo, vamos
ahora a centrarnos en dos recomendaciones prácticas para reforzar lo anterior.
NO DEJAR NINGUN DETALLE AL AZAR
Durante el ejercicio público de sus funciones, el obispo tiene la necesidad de tener que coordinar con los otros ministerios de la iglesia cristiana lo que debe de hacerse para que las actividades de esta marchen de la mejor manera lo que, usualmente se tiene que hacer con reuniones o juntas donde se integren todos los responsables de los ministerios o actividades que tienen que atenderse.
En estas juntas es usual que se llegue a varios acuerdos de cosas que tienen que realizarse de alguna manera en particular lo que implica que tiene que haber acuerdos sobre las cosas que deben hacerse, cuando deben hacerse y quién debe hacerlas y, aunque esto es algo del nivel más elemental de organización pues resulta que, en muchas iglesias cristianas no se desarrolla como debe ser.
Usemos un ejemplo. La iglesia cristiana donde el cuerpo de obispos sirve va a celebrar su aniversario así que, reúnen a los diáconos que conformarán el grupo encargado del adorno del templo para tal evento.
Se decide entonces que, se deberá decorar con flores naturales y entonces, se acuerda que, dos hermanos serán los responsables de hacer los adornos con las flores indicadas mientras que, otros dos hermanos serán los encargados de colocar las flores en el sitio que les corresponden.
Llega el día en que el grupo de trabajo de los diáconos debe reunirse para trabajar faltando menos de un día para el evento porque se consideró que, se tendría con eso el tiempo suficiente para hacer ese trabajo y cuando llegan para hacerlo, resulta que no están por ningún lado las flores que se tenían que utilizar.
Los diáconos llaman por teléfono a los obispos quiénes les dicen que, ellos asumieron que alguno de ellos las compraría mientras que, los diáconos afirman que ellos pensaron que, los obispos las comprarían. Después de un tiempo de confusión y desagrado mutuo, se decide qué hacer y se determina quién puede ir con urgencia a comprar las flores que, en este momento ya son algo que urge tener y, para sorpresa de todos, el diácono que tiene el acceso a la cuenta bancaria se encuentra en otra ciudad vecina cuidando a su madre que está hospitalizada en terapia intensiva y no puede salir por el dinero porque, aunque pudiera hacerlo, resulta que, la tarjeta para poder retirar el dinero la dejó en su casa.
Ninguno de los obispos o diáconos tiene el dinero suficiente para poder comprar la cantidad de flores que se necesitan. De pronto, una de las esposas de uno de los obispos manifiesta tener una cantidad de dinero suficiente que puede prestar. Ahora, todos los involucrados tienen que presenciar la incómoda escena donde, la esposa del obispo le reclama a este por no ser previsor mientras que este, le pide explicaciones de porque tiene una cantidad de dinero tan elevada sin que él lo supiera mientras que, el diácono encargado de la tarjeta enojado en el hospital de una ciudad vecina ya decidió no ir al aniversario al día siguiente lo que le está diciendo a una familia de santos de su confianza por mensajes de texto afirmando que, se siente muy molesto porque en lugar de preguntarle por la salud de su madre, el obispo que le llamó, le amonestó porque no tenía una tarjeta de respaldo que ellos pudieran recoger en su casa.
¿Qué te parece esta historia?
Sin importar las opiniones o las conclusiones una cosa es clara: no se atendieron todos los detalles. Un solo detalle se dejó al azar, a la suposición y ahí, todo perdió sentido.
Si tan solo los obispos hubieran pensado en quién compraría las flores, si tan solo un diácono hubiese reflexionado si faltaba algo y lo compartía pero, como eso “les tocaba a los obispos” no lo hizo. Si tan solo alguno de estos estuviera pendiente del aviso que dió otro de los obispos avisando de la enfermedad de una hermana miembro de la iglesia madre del diácono encargado de la tarjeta bancaria de la iglesia.
Si tan solo el obispo que da los avisos se hubiera asegurado de que, sus consiervos estuvieran al tanto de la situación en lugar de lo cual prefirió arrugar el papel con el nombre de los enfermos de la iglesia cristiana para meterlo al bolsillo de su pantalón porque sus hijos ya estaban desde atrás haciéndole señas de apuro porque ya tenían hambre y querían ir al desayuno de la iglesia y “papá se está tardando con los avisos”.
Un obispo no puede dejar ningún detalle de ningún aspecto de cualquier cuestión de la iglesia sin definir. Es su responsabilidad que, todas las personas sepan el cuándo, el cómo y el dónde de las cosas, hablando con la previsión de tiempo suficiente para que las personas estén preparadas para cumplir con lo que se requiere de cada una.
En los detalles que parecen triviales, se esconden las zorras pequeñas que, desde dentro destruyen las viñas (Cantares 2.15) y por supuesto, también pueden destruir iglesias.
Esas zorras
son las cosas que parecen sin importancia, pero, terminan generando falta de
confianza, incomodidades, resentimientos, enojos y desapego de la comunión y
eso, a la larga, más que echar a perder una viña, destruyen la comunión de una
iglesia.
PENSAR EN LA MAYORÍA, PERO COMPRENDER A LA MINORIA
En el ejercicio de las actividades públicas del obispo, es común que, se tengan que hacer cosas de las cuales se tiene la certeza de estar obedeciendo a Dios, pero, resulta que no se logra encontrar unanimidad entre santos o diáconos. O sea, no existe una misma opinión entre todos que esté alineada con lo que los obispos desean hacer.
En situaciones como estas, el obispo debe entender que, debe escuchar a todos, pero, debe pensar en función del bienestar de la mayoría puesto que, no puede terminar agradando a la opinión de todos.
Se debe confiar que, actuando conforme a la voluntad de Dios, el peso de la mayoría terminará convenciendo a la minoría de moverse en un solo sentido pero, aquí debe quedar claro que, la certeza que debe estar impulsando al obispo debe estar sostenida por la misma opinión de sus consiervos y de los diáconos que sean más maduros en la fe ya que puede darse el caso de que la minoría esté impulsada por personas que, actuando en la carne, desean usar una diferencia para generar desagrado entre las ovejas y el obispo.
La confianza
de estar siguiendo a Dios debe sostener en situaciones así al obispo (Romanos
8.33).
RESUMEN DE
CONSEJOS PRÁCTICOS
Si eres obispo:
1. No quieras convertirte en el referente de
testimonio de la iglesia. No eres perfecto y si insistes en apuntar la atención
de la iglesia a tu persona, tu matrimonio o tus hijos, pronto esta encontrará
tus defectos y empezarán una crítica en forma de murmuración que afectará tu
testimonio y el impacto de tu servicio en la iglesia.
2. No quieras ordenar a la gente nada. Tu labor
es cuidar, alimentar, pastorear. Quién cambia voluntades es el Espíritu Santo
así que, debes de ser su vocero para que sea Él quién haga la obra de cambiar
voluntades. Es su poder, no tus palabras.
3. Mide bien la forma en que impondrás cargas a la iglesia,
valora los tiempos para que sepas cuando debes imponer que presión en que
ministerios y cuando debes reducirla. Las presiones ocasionales enfocan a la
gente. Las presiones que son permanentes son fuente de inconformidad.
4. No temas dar un golpe en la mesa para dejar clara tu autoridad cuando sea necesario sacudir a las ovejas para que despierten de la apatía y del desinterés. No tengas miedo si eres un testimonio de obediencia y dominio propio, pero, si no lo tienes, entonces debes preocuparte, y mucho.
5. Recuerda que, el verdadero carácter se
demuestra no gritando o perdiendo el control sino más bien a través de un
carácter apacible manifestado con dominio propio que, hará saber a diáconos y santos
que, cuando necesitas hablar con firmeza llamando la atención deberán
obedecerte porque sí estás actuando de esa manera es debido a que hay algo urgente
que atender.
6. Siempre debes estar pendiente de todos los
detalles sobre cualquier cosa que requiera ser organizada. No dejes nada a la
especulación. Es mejor que, preguntes varias veces si las cosas están listas a
que des un mal testimonio en el servicio a Dios por no ser precavido.
7. Ora siempre para que Dios le dé a los santos y diáconos bajo tu encargo, el mismo sentir en las cosas en las que deben servir junto contigo y, ora para qué, si no se alcanza un mismo sentir en la mayoría, Dios toque los corazones de la minoría para que pronto vean los beneficios que tiene el sentir que Dios ha puesto en quiénes han tenido la misma visión respecto a una decisión que debe ser tomada.
Si no vas a
doblegar tu autoridad ante la autoridad de Dios. Si no logras controlar tu ego,
si tus explosiones de carácter son constantes y no eres organizado provocando
muchos problemas por la falta de previsión e impones puntos de vista sin buscar
el bienestar de la mayoría de los hermanos, renuncia y permite que, una persona
con mayor capacidad de ser figura de dirección ocupe el lugar desde donde estás
impidiendo el crecimiento de la iglesia como grupo y, haciendo que, tus
hermanos en Cristo a quiénes sometes a la fuerza pierdan un tiempo valioso de
servicio o crecimiento tratando de sanar las heridas que tu provocas con tu
incapacidad de liderear. Insisto. Hazle un favor a todos y renuncia.
Si deseas ser obispo:
1. Muévete con confianza entre los hermanos y,
constantemente pregúntales si el servicio que prestas es un servicio adecuado
y, también pregunta cómo puedes mejorarlo para que siempre estés en ejercicio
de tu humildad y doblegues tu ego para que, cuando seas llamado al servicio del
obispado lo hagas con la mayor humildad posible.
2. Cuando participes en actividades de la
iglesia, esmérate en analizar si no hay algún detalle que falte por ser
atendido y si así es, no esperes a que alguien haga algo. Tú resuelve el
problema y ya si no es posible, entonces pide ayuda o comunícalo a los obispos,
pero, trata primero de ser solución antes que ser problema. Esto, te
permitirá ayudar a que no haya contratiempos en la organización de la iglesia y
te permitirá organizar las cosas con alta eficiencia lo que seguirás haciendo
cuando ya estés ejerciendo la función de obispo.
3. Siempre que tus obispos estén manifestando una opinión acorde a la voluntad de Dios apóyalos a ellos a pesar de que puedas ver opiniones en contra de algunos miembros de la iglesia cristiana. Sé una fuerza de apoyo en sus decisiones y, debes tener la confianza de, en privado, indicarles alguna cosa que puede estar incorrecta. Tú puedes estar viendo cosas que los obispos ignoran y que si no se las adviertes puede generar una enorme cantidad de problemas en el futuro.
Lo anterior,
como diácono ayudará a preparar tu carácter para ser lo más humilde posible y así
poder marcar un ejemplo de trabajo en cualquier actividad que requiera
organización hacia el interior de tu congregación.
Si eres santo:
1. Expresa con honestidad lo que pienses acerca
de las cosas que se desarrollen al interior de la iglesia cristiana a pesar de
que esto pueda parecer que contradice la opinión de tus obispos. Tus palabras
pueden ser una referencia que ellos aún necesitan considerar, pero, por
supuesto, esto, lo deberás hacer solo si estás seguro de que, tu opinión está
siendo dirigida por el Espíritu Santo. De otra manera, mejor guarda silencio.
2. Cuando alguno de tus obispos necesite reafirmar su autoridad a través de algún llamado de atención, antes de juzgarlo evalúa la situación. En un primer momento puede ser que tú no tengas la capacidad de darte cuenta de que es lo que motivó a tu obispo a actuar como lo hizo o no tengas la idea de todas las cosas que hay alrededor del problema que ellos están enfrentando y, si tienes alguna duda, pregunta. No cometas el error de hacer suposiciones sin tener toda la información, ya que puedes ser presa fácilmente de la corrupta dirección de tu carne.
Si tus obispos
hacen un uso correcto de su autoridad y su servicio en público es digno de
alabanza, sométete a ellos y reconoce su trabajo (1 Tesalonicenses 5.12-13) pero
si no lo hacen y no se ve que tengan ganas de hacerlo, congrégate en otro lado.
Mientras más tiempo pases en ese entorno tóxico espiritual, más lastimado
saldrás en tu relación con Dios que es lo que realmente importa.
CAPÍTULO 5
El ejercicio del servicio personal
Ahora vamos a dar consejos prácticos cuando el anciano esté sirviendo no de manera pública sino más bien en su labor como cuidador de las ovejas del rebaño de Dios.
Para entender la información que compartiré en este capítulo, es necesario mirar desde otro punto de vista algo de la información del capítulo anterior.
El anciano, sabemos que, públicamente debe tener la capacidad de enseñar (1 Timoteo 3.2) pero, si lo razonamos, un diácono que sirva enseñando y que tenga el don espiritual de la enseñanza (Romanos 12.7) puede hacerlo aún incluso mejor técnicamente hablando que el anciano sobre todo si dicho diácono se preocupa por estar en constante capacitación para hacer más eficiente el don que recibió del Señor.
Públicamente sabemos que, el anciano, ejerce funciones de supervisor con el fin de lograr que la obra material del Señor se vuelva más eficiente y logre los mejores resultados, pero, también debe quedarnos claro que, un diácono con el don de presidir (Romanos 12.8) y que tenga una idea elemental de cómo se puede manejar el desarrollo de una organización donde hay gente involucrada, puede hacer el mismo trabajo en ese sentido que el anciano.
En resumen, si lo razonamos, todas las actividades públicas de un anciano pueden ser desarrolladas por los diáconos que tengan la capacidad de hacerlo.
Pero, hay algo en lo que jamás un santo o un diácono podrán sustituir la labor del anciano y ese “algo” es lo que nos ocupa en el presente capítulo y que es su trabajo a nivel personal, su involucramiento con las ovejas, su figura de ser quién cuida, quién está al pendiente de ellas, el que muestra tal entrega y servicio a favor de estas que, las ovejas sin duda pueden creer que su anciano está dispuesto a dar su vida por ellas (Juan 10.11).
En esto, en el aspecto del trato personal, en la relación
uno a uno entre el anciano y su oveja, el líder de una iglesia cristiana es insustituible.
ANCIANOS IMPRESCINDIBLES
El anciano que entiende lo anterior, que vuelve su relación con sus ovejas la prioridad de su ministerio es imprescindible en la obra de Dios, o sea, su acción y presencia es vital y necesaria para mantener la estabilidad de la congregación.
Y este, es uno de los motivos por los que Satanás invierte tanto tiempo para convencer al anciano de que cuide más su imagen pública, que su trabajo personal con sus ovejas.
No es exagerado afirmar que, más del 80% del impacto del ministerio de un anciano depende de cuanto logre este concentrarse en la gente y no en las actividades. Cuando la gente reconoce la voz de un anciano como una voz que con amor le dirige (Juan 10.27), le seguirá en las actividades que este le indique.
Por lo tanto, es importante recalcar que, la prioridad de un anciano debe ser la gente. Los ancianos que se concentran en solo estar en los púlpitos o en no faltar a las reuniones o en hablar solo con las personas que hablan con ellos dentro del templo, están perdiendo toda oportunidad de volverse ancianos que transformen sus congregaciones.
La medida del tiempo que un anciano invierte cuidando sus ovejas es la medida de que tan bueno o que tan mediocre es su ministerio y, en consecuencia, es una medida de que tan buena o mediocre es la iglesia cristiana que dirige.
A las ovejas las saludas en el templo, las motivas con una sonrisa, un abrazo o un ósculo (beso) santo en los recesos entre reuniones, pero, darles fortaleza espiritual, hacer crecer el carácter de Cristo en cada una de ellas eso, no se hace invirtiendo cinco minutos de prisa un domingo mientras en la puerta vemos a la carnal esposa del anciano haciéndole señas porque ya se quiere ir a su casa a no hacer nada.
¿Cómo entonces un anciano puede hacer que sus ovejas sean mejores?
A las ovejas las vuelves mejores sentado en la sala de sus casas, dándoles alimento espiritual personalizado de acuerdo a sus necesidades porque entiendes que, el alimento espiritual que diste en el púlpito no cubre esas necesidades poque ese es alimento general para todas las ovejas y, la oveja desgatada por las tentaciones te quiere ver en un sillón a su lado dispuesto a llorar con ella mientras con la Biblia, le haces saber cuál es la voluntad para su vida pero, se lo haces saber con tal amor y misericordia que no tiene opción más que rendirse ante la voz de Dios.
Esto no se logra cuando el anciano mientras da el consejo, mira de reojo el reloj porque está pensando en el tiempo que le tomará volver a su hogar o en la cantidad de combustible que gastará su vehículo pensando que lo necesitará para otra cosa.
Una oveja se vuelve mejor cuando abrazada con su anciano en un par de sillas en la iglesia cuando las demás personas se han ido, esta se da cuenta que sus luchas son comprendidas porque el anciano no solo es oyente de sus pecados sino también confesor de los propios lo que hace que la oveja vea que sus problemas tienen solución porque su pastor es como ella, está luchando, pero está venciendo (2 Corintios 2.14).
Cristo fue tentado, y venció (Hebreos 4.15) así que, una oveja que está a punto de ceder a la tentación espera ver a su lado a una persona que está resistiéndose a caer. Eso le dará la fuerza para no caer en sus propias luchas.
La oveja debe ver en el carácter de su anciano, la fórmula para la victoria (Santiago 1.12) lo que le formará un pensamiento simple pero poderoso: “Si él ha podido vencer, yo también puedo hacerlo”.
Las ovejas se vuelven mejores cuando estamos junto a ellas en la cama de un hospital o, cuando estamos haciendo las llamadas correctas durante un accidente que la oveja tuvo y que no dudó en ningún momento en hablarle primero a su anciano poque sabe que ella es prioridad de quién la cuida y que este, siempre encontrará la forma de estar ahí cuando la oveja lo necesite.
El anciano engrandece su labor cuando hace cosas como
estás y, si lo razonamos un poco más, nos daremos cuenta de que, estas
actividades que definen el impacto de un anciano y que es la voluntad de Dios
que ningún santo o diácono hagan, son actividades que requieren si, mucha
sabiduría de Dios y paciencia, firmeza y tolerancia, pero, sobre todo requieren
tiempo.
TIEMPO DE CALIDAD
Un anciano debe invertir la cantidad de tiempo necesaria en atender a las ovejas y “la cantidad de tiempo necesaria” la define la necesidad de la oveja. El tiempo que se debe invertir se termina cuando la necesidad de la oveja se termina y eso, puede durar una hora, varias horas, o varias charlas a lo largo de semanas, o meses.
La labor del anciano requiere tiempo y esto, es imposible de evitar.
Los ancianos que no dan tiempo al cuidado de las ovejas, pero si dan tiempo a predicar, o a comprar la comida para el aniversario de la iglesia cristiana, están condenando sus ministerios al fracaso. Más tarde o más temprano verán como sus congregaciones no crecen y como sus ovejas son devoradas por la carnalidad porque les han enseñado, las han entretenido, pero no las han cuidado.
Las iglesias cristianas con diáconos y santos comprometidos que no escatiman esfuerzos para trabajar para el Señor y que siempre están dispuestos a sacrificarse, a hacer más de lo necesario, las iglesias que no dejan de traer a otras personas para que ahí sean cuidadas y alimentadas espiritualmente, para que encuentren la salvación o se reconcilien con Dios, estas iglesias, siempre estarán formadas por diáconos y santos que, se sienten seguros, cuidados y amados por sus ancianos. Por eso quieren que otros disfruten de lo mismo.
Pero, para llegar ahí, el anciano necesita la inversión de un factor determinante: tiempo.
Al cerrar este punto, la importancia que tiene el uso del tiempo en el ejercicio del trabajo de un anciano espero haya quedado más que claro pero, a la par de esto, lo debe tener igual de claro la familia del anciano lo que no siempre sucede.
Es vital que el anciano aprenda a equilibrar el tiempo que su ministerio le demanda con el tiempo que requiere para gobernar su casa y, atender sus ocupaciones seculares si es que las tiene y esto, es más complicado de lo que parece porque, cuando los problemas en casa aumentan, cuando se requiere que haga más secularmente (algo que sin problema Satanás puede lograr que ocurra) aparecen necesidades en la iglesia que hacen que, el anciano se sienta entre la espada y la pared y no atine a decidir a qué o a quién dedicar el escaso tiempo que tiene y, si a esto le agregamos una esposa o hijos que hacen una demanda de tiempo (la cual puede ser justa) entonces, tendremos un anciano al borde del colapso.
Los ancianos del Señor deben aprender a aprovechar el tiempo (Efesios 5.16), deben entender que debe existir organización de su tiempo e incluso deben considerar el uso obligado de una agenda para poder organizar de la mejor manera el tiempo que tienen disponible para así poder guardar espacios de tiempo cuando suceda algún tipo de imprevisto al que tengan que asignar tiempo que no tenían considerado.
Además
de la organización, mucho se ayuda el anciano si entiende que, el tiempo
que dedica a su familia debe ser un tiempo de calidad, Cada minuto con
sus hijos debe de ser el padre que ellos necesitan y cada minuto con su esposa
debe de ser el esposo que ella necesita supliendo las necesidades emocionales y
espirituales que su familia requiere así, cuando él tenga que dar tiempo extra
para la obra de Dios, no tendrá problemas con su familia porque esta sabrá que él está cumpliendo con sus
responsabilidades como cabeza del hogar y rector de la vida de sus hijos.
VOZ DE DIOS Y NO DE HOMBRES
En el libro de Hechos de los apóstoles se nos habla de un hombre que formó parte de la familia de gobernantes serviles al imperio romano conocida como la familia de los Herodes. Este personaje, llamado Herodes Agripa II, en una audiencia que tuvo con los habitantes de las regiones de Tiro y Sidón (Hechos 12.21) habló públicamente con ellos. La tradición califica a Herodes Agripa II como un extraordinario orador así que, cuando habló lo hizo de tal forma que, sus oyentes asombrados exclamaron que al oírlo estaban escuchando la voz de Dios y no la voz de un hombre y Herodes se lo creyó. Un arranque así de soberbia fue castigado por Dios con la muerte de Herodes. La idea de esta historia es clara, Dios solo tiene una voz, una opinión sobre las cosas y a nadie le corresponde hablar pensando que, su humano razonamiento está a la altura del perfecto pensamiento de Dios.
Usemos esto como referencia para aconsejar a los ancianos que, en todo ejercicio de asistencia personal a cualquier santo o diácono; en cualquier proceso de consejería que tengan con cualquier persona de su iglesia cristiana deben asegurarse de que lo que hablen sea solo la voz de Dios. El anciano no puede hablar dirigido por sus emociones, no puede hablar pensando que, sus anteriores procesos de aconsejar le dan la experiencia para saber que palabras usar en la presente ocasión, no, no puede hacer eso porque cada situación, cada persona, son diferentes.
Si la persona a la que está aconsejando el anciano este le tiene una aprecio personal o es alguien a quién ha conocido desde la infancia o sí es alguien que de alguna manera le ha incomodado a él o a su familia, nada de esto puede ni debe afectar el juicio con el que el anciano debe de hablar. Todo lo que este diga debe de estar alineado con la voluntad de Dios. Solo puede hablar lo que Dios desea lo que implica que, debe tener un sometimiento de su entendimiento, sus emociones y su razonamiento por completo a lo que Dios manda.
Ahora, tener un alineamiento así de necesario y ajustado a la voluntad de Dios para que así, el anciano solo aconseje lo que es agradable y perfecto (Romanos 12.2) requiere de este que no solo conozca a la mayor profundidad posible el contenido de la Palabra de Dios, sino que la esté viviendo con la mayor dedicación posible.
La voluntad de Dios se nos revela cuando tenemos con este una relación de tal intimidad que, la llenura espiritual que el anciano tiene es tan profunda (Efesios 5.18) que puede ser lleno del conocimiento de la voluntad de Dios (Colosenses 1.9) ya que, desde un nivel espiritual, la voz del Espíritu Santo le hace saber con ideas y sentires precisos qué está sucediendo en una situación, cuál es la verdadera intención de los involucrados y qué debe decir de acuerdo a lo que Dios necesita manifestar.
Así que, en este apartado, más que muchas consejos, solo tenemos uno del cual depende todo y este es que: el anciano de manera obligatoria debe estar cuidando y avivando su relación con Dios y para eso, como en el apartado anterior, requiere tiempo,
La relación del anciano con Dios debe ser la primera
prioridad de este ya que de esta vendrá el equilibrio para todas las cosas que
tenga que hacer.
FORMADORES DE SIERVOS
Si el anciano tiene como principal prioridad ser un servidor entonces, por consecuencia lógica, una de sus principales actividades es formar en cada diácono o santo un siervo que decida poner su vida al servicio de Dios.
Los ancianos deben entender que, todas sus estrategias de atención personal deben estar orientadas a convertir su iglesia cristiana en una imparable fábrica de siervos, de hombres y mujeres que poniendo su mano en el arado no miren atrás (Juan 9.62) en cuanto a servir a Dios se refiera.
Y como tantas otras cosas en el liderazgo cristiano, el anciano enseñará esto con palabras que motiven al servicio pero, más que eso, lo mostrará con el ejemplo de su propia vida donde las personas a su alrededor puedan darse cuenta de que el servicio a Dios es una de las cosas más importantes de su vida. Es obvio que, el servicio no puede suceder siempre ya que habrá enfermedades o contratiempos, pero, siempre que esto no pase, la iglesia debe ver al anciano sirviendo.
EL PERSONAJE DEL ANCIANO
Cuando se lleva a cabo una labor de liderazgo, es inevitable que, las personas se formen una imagen de que es lo que esperan de ese líder.
Pongamos un ejemplo. Imaginemos a un misionero cristiano que, a lo largo de 15 días visita cuatro países. El ritmo de viaje, predicaciones, consejerías y actividades de evangelismo es extenuante y, cuando ya ha visitado tres países llega al cuarto queriendo dormir antes que ver otros rostros, saludar nuevas manos y regalar nuevas sonrisas.
Pero ¿Qué es lo que esperan las personas del cuarto país que visitará?
Exacto. Ellos esperan que el misionero llegue sonriente y cargado de energía. Esperan que tenga la paciencia de atender a todos y por supuesto que, no esperan una cara larga o una expresión de fatiga, por supuesto que no porque, la gente del cuarto país en su mente tiene la imagen de cómo debe ser un misionero y esperan que, este cumpla con esa imagen.
Podemos decir que, lo que la gente del cuarto país busca es el personaje del misionero, o sea, que el comportamiento de este sea como ellos suponen que debería de ser.
Comparemos esto con algún artista secular famoso que da una concierto. Las personas lo ven cantando tal y como están acostumbrados a verlo y cuando termina el concierto que fue muy cansado, la gente se acerca al artista y esperan verlo sonriente y amable cuando aparece como cuando dá entrevistas en televisión o Internet y para su sorpresa y decepción, lo ven enfadado sin querer siquiera acercarse a saludarlos. Muchos de sus fanáticos se decepcionan y se molestan, pero ¿Cuál es el origen de su molestia? Que los fanáticos confunden a la persona con el personaje.
Lo mismo suele pasarles a los cristianos y, eso nunca va a cambiar y eso lo debe tener claro el anciano.
Los diáconos y los santos tienen una imagen de lo que esperan de quién los está dirigiendo, ya tienen una clara idea de cómo debe hablarles su líder, cómo debe darles consejos y como debe actuar cuando interactúa con ellos y eso no es malo porque, en muchas ocasiones, la imagen que la iglesia cristiana tiene sale de la Biblia porque esta muestra cómo debe ser el carácter de un siervo de Dios y por supuesto que, no deben esperar menos que eso.
Y el anciano debe de tener claro lo anterior, aceptarlo y vivirlo.
O sea, independientemente de cómo sea el anciano en cuanto a su temperamento o carácter, debe vivir su personaje porque eso lo que debe hacer, porque eso es lo que la gente espera y de esto, dependerá la forma en que la gente responda a su liderazgo.
Para no redundar sobre cosas que, a estas alturas del libro, el anciano ya debe tener claras, solo quiero señalar que, el personaje del anciano simplemente debe de estar siempre manifestando de una u otra forma el fruto del Espíritu Santo.
No importa la circunstancia, no importa el momento, no importa la crisis o la prosperidad, el anciano siempre debe estar mostrando amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Gálatas 5.22-23 DHH) eso es lo menos que espera su iglesia cristiana y es lo menos que espera el propio Dios del anciano.
En
este apartado el consejo es simple. Los ancianos deben concentrar toda
su vida cristiana a cultivar y manifestar el fruto del Espíritu Santo.
RECUENTO DE
CONSEJOS PRÁCTICOS
Si eres anciano:
1. Entiende que, por encima de cualquier cosa
que hagas en la iglesia tu labor de estar cerca de las ovejas ocupándote en el
cuidado de ellas es la labor más importante que tienes.
2. El tiempo que dediques a prevenir problemas
con los hermanos es tiempo que te vas a ahorrar en un futuro donde tengas que
buscar a las ovejas para resolver problemas. Pasa tiempo con las ovejas en los
tiempos cotidianos buscándolas en cualquier circunstancia. Esa simple práctica
previene que se manifiesten muchos problemas en ellas.
3. No olvides por nada del mundo a tú familia.
El mismo cuidado que necesitan tus ovejas lo necesita tu esposa y tus hijos
solo que, con ellos, debes ser más estratégico para encontrar la mejor forma en
que el poco tiempo que tengas a su alrededor sea el suficiente para suplir
todas sus necesidades emocionales y espirituales.
4. Siempre busca estar aprendiendo de la Palabra
de Dios y no te canses de estar buscando información que te ayude a entenderla
mejor.
5. Tú debes ser la persona que esté mejor
conectada con el significado de la Palabra de Dios que cualquier otra de la
iglesia. Tu labor lo requiere.
6. ¿Quieres una iglesia que siempre esté
dispuesta a servir a Dios? Simple. Te deben ver sirviendo. Si tú eres la
persona más servicial de la iglesia, el fruto de tu esfuerzo llegará más tarde
o más temprano.
7. Siempre manifiesta la acción de Dios en tu vida, pero, deja que eso lo hagan tus acciones no tus palabras. Piensa que, después de miles de años seguimos hablando de alguien que ya no está con nosotros (Cristo) así que, queda claro que a las personas verdaderamente valiosas no las oímos hablar, sino que oímos hablar de ellas.
Si como anciano
no eres capaz de organizar tus tiempos y todo lo tienes siempre a medio
funcionar envuelto en permanente confusión, si no estás dispuesto a reconocer
que necesitas ayuda. Si para ti es un sufrimiento tomar de tu tiempo para
entregarlo a tu ministerio, si ignoras a tu familia en cuanto a sus necesidades
emocionales y espirituales.
Si además de
lo anterior, solo sirves a medias y no buscas construir en ti una forma de
manifestación visible del Espíritu Santo, entonces, por favor, renuncia y
permite que, personas más obedientes a Dios tomen la dirección de la iglesia
cristiana. Tu eres un desobediente y eso es lo único que enseñarás a otras
personas, a ser desobedientes a Dios.
Si eres diácono:
1. Y además de serlo, anhelas ser anciano, debes
de ser una presencia de servicio permanente en la iglesia. Trata de que, cuando
alguien te quiera buscar siempre te encuentre sirviendo para que te acostumbres
a lo que Dios demandará de ti en la congregación que, probablemente en tu
futuro, dirigirás.
2. Comienza a construir una fuerte relación
espiritual y emocional con tu familia. Dale tiempo especial a tu esposa, ora
con tus hijos, lee la Biblia con ellos, lleva a tu esposa a desayunar solos los
dos. Haz cualquier cosa que, genere una dinámica de tanta unión hacia el
interior de tu hogar que ellos estén listos cuando el ejercicio de tu obispado les
requiera dar más de lo que usualmente están acostumbrados.
3. Vive una vida espiritual sin fingimiento. No actúes tu espiritualidad. Vívela. Esta debe ser genuina y debe resistir cualquier prueba a la que se enfrente. Antes de llegar a ser anciano entrena, prepárate para las grandes demandas que tendrás que entregar a Dios.
Y comienza a convertir en uno de tus hábitos que más practiques el analizar la Palabra de Dios, Medita en ella de noche y de día (Josué 1.8) pero no solamente para que tu camino prospere y todo te salga bien sino para que te acostumbres a tenerla siempre presente cuando pienses en algo ya que ese hábito resolverá más problemas de los que imaginas cuando tengas que sacar de ahí respuestas para las almas que estén en el pozo cenagoso de la desesperación (Salmos 40.2) cuando seas anciano.
Si eres santo:
1. No cometas el error de cerrarte y no querer
hablar con tu anciano cuando este de manera desinteresada te busque. Lo único
que quiere es saber de ti para poder estar listo cuando necesites su ayuda. No
seas engreído. Tu anciano tiene la entera disposición de dar su vida por ti (Juan
10.11) y esa clase de amor, no la vas a encontrar en ningún lado ni en ninguna
comunidad sea física o virtual. Valóralo.
2. Siempre que puedas servir en algo, hazlo. Ayuda en lo que más puedas, aunque solo sea temporal. Esa ayuda puede aligerar la carga que tienen otras personas construyendo el entorno especial de tu congregación que tanto disfrutas. Sirviendo, le estás quitando algo de carga a alguien más. Eso es lo que significa ser hermanos.
Si tu iglesia cristiana te está formando como siervo, si tus ancianos se preocupan por ti y tratan de que sientas que estas protegido contra cualquier cosa incluso contra ti mismo (1 Timoteo 4.16) agradece lo que tienes y obedece lo que se te indica. Es la mejor forma en que puedes ayudar.
Pero, si en tu
iglesia cristiana no se están formando siervos, si no sientes que tienes
alguien en quién confiar pase lo que pase en la figura de tus obispos, si no te
ofrecen un tiempo de calidad y calidez, si no ves el reflejo del carácter de
Cristo en nadie de las personas que te dirigen entonces, sal de donde estás y
busca una congregación donde puedas crecer. Tú y nadie más que tú tendrás que
darle cuentas a Dios cuando así se te demande. Ante Él responderás por tu
crecimiento y si no lo hiciste, no podrás poner de pretexto que, tu iglesia
cristiana no fue un buen ejemplo o que tu anciano no hacía su trabajo ya que
Dios te dirá que, por eso Él permitió que miles de congregaciones más
existieran para que pudieras encontrar una donde ser un mejor hijo de Dios.
CAPÍTULO 6
La solución de las propias luchas
Una de las partes más complejas de la labor del pastor tiene que ver con el hecho de que su labor de liderazgo es un referente y que, debido a eso como vimos en el capítulo anterior todos esperan que, se comporte de acuerdo a su personaje de pastor por lo que nadie espera que tenga problemas porque siempre está para resolverlos. Nadie espera que el pastor necesite consejo porque él es quién siempre lo da pero, se nos suele olvidar que, el pastor es alguien como todos. Es una persona de carne y huesos que tiene tanta o más presión que nosotros, tantas o más tentaciones que nosotros y la misma necesidad de sentir que no está solo en medio de la iglesia cristiana.
Por eso, deseamos compartir en este capítulo consejos prácticos para que las espaldas de los pastores sigan teniendo la capacidad de seguir soportando la carga constante de sus ministerios.
¿QUIEN AYUDA AL PASTOR?
Retomamos nuevamente la idea de la existencia del “personaje del pastor” para señalar que, vivir un personaje siempre será por decir lo menos, desgastante en un sentido físico y emocional ya que siempre el espíritu estará dispuesto, pero, la carne es débil (Mateo 26.41). Por lo tanto, el pastor debe tener claro que, más tarde o más temprano, se agotará.
Es por eso por lo que, es muy recomendable para el pastor tener una persona que pueda servirle para hacer catarsis, para aligerar su presión y esta persona de preferencia debe ser un consiervo de otra congregación alguien que, ajeno a todo lo que vive el pastor pueda darle una opinión que no se incline a favorecer ningún punto de vista.
No recomiendo que esta catarsis se haga con alguien cercano de la familia como la esposa ya que estos familiares, al tener apego emocional con el pastor suelen inclinarse a favorecer siempre sus puntos de vista o a criticarlo al extremo lo que no va a beneficiar en nada a que, la presión del pastor - cansado de su personaje - disminuya.
Ahora, encontrar una persona así, un compañero de milicia (Filipenses 2.25) nunca será ni fácil ni rápido, pero, si el pastor ora y se deja guiar por Dios, este siempre le terminará proporcionando a esa persona que necesite para poder aligerar sus cargas, que ore con él y que le haga sentir el ánimo para continuar adelante.
Finalizo este apartado aclarando que cuando digo que el pastor “se cansa de vivir su “personaje” no quiero decir que, le resulte incómodo el vivir manifestando el fruto del Espíritu Santo lo cual en ninguna manera es un yugo difícil (Mateo 11.30).
Lo que claramente quiero decir es que, estas virtudes santas que el pastor manifieste van a chocar con las actitudes carnales de las personas a su alrededor y esto, provocará que tenga que echar mano del dominio propio para controlar sus emociones y no responder como él quisiera sino como Dios quiere. Este dominio de las emociones es lo que desgasta y la acumulación de estar haciendo esto es lo que provoca que, el pastor necesite donde poder renovar sus fuerzas lo que de manera espiritual indudablemente lo hace con Dios pero que, necesita sentir muchas veces con algo que perciba más al nivel de su humanidad la cual se resiente ante las emociones que se quieren desbordar.
Ahora, tener esta “persona ayuda” no siempre es posible.
Cuando sea así, el pastor debe recordar que todo lo puede en Cristo que lo fortalece (Filipenses 4.13) por lo que, a la espera de tener a su “persona ayuda”, deberá orar con constancia y buscar un tiempo a solas con Dios para poder descargar lo que pudiera estarle generando ansiedad. Para esto siempre ayudarán las actividades físicas como por ejemplo el caminar pero que, recomiendo, el pastor las haga a solas porque la presencia de alguien siempre condicionará sus respuestas emocionales porque con alguien presente se sigue manifestando el personaje pastor mientras que a solas, este puede mostrar a Dios la totalidad de su debilidad y vulnerabilidad.
Con lo
anterior, se puede atender lo que yo defino como el problema de la soledad, o
sea, el sentir que se está luchando solo en el ministerio.
DEPENDENCIA TOTAL DE DIOS
Si diera una respuesta de cuál es la parte más pesada del ejercicio del pastorado yo lo respondería usando esta perspectiva.
Amas a las ovejas, en verdad sientes un deseo sincero de que Dios se manifieste en sus vidas y le dé certeza a su futuro y bendiciones al fruto de sus manos. Las estudias con diligencia para entender como son y que es lo que hay en sus corazones y de manera personalizada les diriges los consejos que estás seguro cada oveja necesita para la situación que se está presentando.
Inviertes mucho tiempo en oración y en las visitas necesarias no importa cuantas se requieran para que la oveja lastimada se sane y encuentre su camino hacia la santidad y entonces, de improvisto, la oveja decide hacer su voluntad una mañana. Ignora todo consejo que le has dado. Decide todo lo contrario a lo que debería y simplemente, deja de responder tus llamadas, ignora tus mensajes y no vuelve a aparecer por la iglesia.
Eso para mí es pesado, muy pesado y, que eso se repita a veces con demasiada frecuencia es lo que yo llamo el problema del desgaste.
Para un pastor es muy fácil desgastarse y empezar a sentir verdadera apatía por su ministerio, por las ovejas o por las situaciones de la iglesia y sin demostrarlo, está ahí solo por cumplir sin que le importe ya lo que cada quién decida. Su iniciativa de amar y de buscar se apaga con el hielo del desagradecimiento y, sobre todo, con la burla tan fuerte que representó el que uno de sus hermanos le hubiera hecho creer que lo estaba tomando en cuenta tanto como él estaba realmente haciendo suyas las necesidades de la oveja.
El problema del desgaste es más real de lo que imaginamos en el mundo de un pastor.
Es por eso por lo que creo importante que los pastores entiendan que, su vida debe depender completamente de Dios en todos sus aspectos. La dependencia total de Dios es una encomienda dirigida a todos los creyentes (Colosenses 2.10) pero en el caso de los pastores está encomienda es prioritaria. Los santos pueden apoyarse en los diáconos, los diáconos en los ancianos pero ¿y los pastores? ¿En quién se apoyan? No se puede correr el riesgo de que uno de sus sentires pueda ser interpretado como incapacidad o debilidad de parte de algún cristiano inmaduro.
Por eso, si eres pastor depende completamente de Dios y entrégale toda carga que provenga de cualquier parte de tu ministerio. Él sabrá consolarte, él sabrá fortalecerte y, sobre todo, sabrá recompensarte, algo de lo que hablaremos en el siguiente capítulo. Mientras tanto, que Dios te dé nuevas fuerzas amado hermano pastor (Isaías 40.29) lo que pasará si constantemente te repites que, tu servicio está dirigido a Dios y es para agradarle únicamente a él.
Tu trabajo es para despertar orgullo en el cielo no para generar simpatías en la tierra, no lo olvides.
El
problema del desgaste se resuelve no solo corriendo a los brazos de Dios
sino además quedándose allí la mayor parte del tiempo.
EXIGETE MUCHO A TI MISMO
Una máxima popular dice: “Exígete mucho a ti mismo y no esperes nada de los demás y así, te evitarás muchos problemas”. Es muy cierta pero no es tan moderna como podríamos creer. Desde hace miles de años, la Biblia en Romanos 5.3-6 nos está avisando que debemos confiar únicamente en el amor de Dios en todo lo que nos pasa aún en las cosas que no son tan agradables y, muchas de estas cosas, se presentan a nuestra vida a través de lo que yo llamo el problema de la expectativa o sea, el esperar que las personas actúen como yo esperaría para terminar actuando de otra forma.
En el apartado anterior hablamos de un pastor que invirtió tiempo y esfuerzo para salvar a una oveja perdida que quería seguir estando perdida.
Ahora pensemos en otra clase de problema cotidiano al que puede estarse enfrentando un pastor en una iglesia cristiana.
Algunos ejemplos:
· Espera
madurez en su esposa y esta se enreda en chismes con las hermanas
· Creer
que sus hijos aman a Dios y parece que aman más a sus amigos
· Esperar
madurez del líder juvenil y este se la pasa enamorando a las jóvenes
· Entrega
una ofrenda para comida y la gente la usa para ropa nueva
· Pide
discreción a algunos hermanos y de inmediato divulgan todo
· Prepara
nuevos líderes y estos solo quieren andar en el mundo
· Da el
consejo preciso y los aconsejados van a pedir más opiniones
· Avisa
de cualquier cosa y los diáconos y santos no le avisan nada
· No
falta a la iglesia y la gente falta cada vez que se les antoja
· Se acerca amablemente a preguntar algo y le ocultan lo que está pasando
Si tratamos – lo que no nos costaría ningún trabajo – de hacer más larga esta lista nos daremos cuenta de cuantas cosas pueden frustrar al pastor y, normalmente, la acumulación de frustraciones termina convertida en depresión la cual en muchos casos puede llevar al pastor a renunciar a su ministerio algo que, con tristeza año con año sucede cada vez entre los líderes de la iglesia cristiana.
En este punto es recomendable que, el pastor no ponga ninguna expectativa sobre absolutamente nadie en su congregación. Más tarde o más temprano lo van a decepcionar si insiste en hacer esto.
El pastor debe renunciar a esperar algo de alguien incluso de las personas más cercanas a él. El resultado de esto es simple, si no tengo ninguna expectativa sobre nadie de nada, entonces nunca seré decepcionado. Y, como no estoy esperando nada, cualquier cosa que llegue, será buena.
A cambio de eso, el pastor debe exigirse mucho a sí mismo lo que puede lograr colocando pensamientos de forma permanente en su mente como los siguientes: “Debo hacer las cosas mejor, debo enseñar mejor, debo comunicarme mejor, lo que transmito debo hacerlo de una manera más comprensible” y cualquier otro semejante con los cuales se habitúe a pensar en siempre estar haciendo las cosas mejor en su vida y ministerio.
Haciendo esto, el pastor siempre sobrepasará las expectativas de cualquiera que esté a su alrededor y, él nunca será la decepción de nadie lo que motivará a que diáconos y santos se esfuercen en no querer decepcionarle. Dedicación a cambio de consagración. Ese es un buen intercambio.
Ahora, definamos mejor el tema de que el pastor debe depender completamente de Dios. Esto puede hacerse si también permanentemente, el pastor se mantiene pensando lo siguiente: todo lo que puede venir de Dios es bueno (Santiago 1.17) así que solo en el esperaré (Salmos 18.30).
Esta idea constante, cambiará la perspectiva del pastor y lo acercará a una vida de fe donde todo lo que suceda será para él y para su ministerio algo que le termine ayudando al mejor bien posible (Romanos 8.28).
Los tres problemas que hemos visto hasta ahora son cosas que los diáconos o los santos suelen provocar en los pastores muchas veces sin saberlo.
Ahora, ha llegado el momento de analizar los problemas
que las personas les generan a sus pastores sabiendo perfectamente el daño que
les están causando.
EL ORIGEN DE LAS CRITICAS
Otra fuente de luchas constantes para el pastor es el estar recibido críticas de manera directa o indirecta cuando alguien habla cobardemente a sus espaldas por no tener el valor de enfrentarle de manera abierta.
Hablemos primero sobre las críticas sin fundamento, o sea, las que están basadas completamente en mentiras.
Dios aborrece la lengua mentirosa (Proverbios 6.17) por lo que, una crítica basada en mentiras hacia cualquiera de sus hijos es un ataque directo a la persona de Dios. Si el pastor está recibiendo críticas que perfectamente sabe son el resultado de mentiras y tiene la seguridad de que su integridad está intacta, entonces el consejo es simple: el pastor no debe hacer nada. Lo que tiene que hacer es esperar pacientemente a que Dios juzgue entre él y sus críticos mentirosos para que Dios ponga a cada quién en su lugar lo que suele pasar en muy poco tiempo.
Haciendo lo anterior, el pastor tiene un buen punto para desacreditar la crítica mentirosa.
Si los ataques llegan desde el anonimato, si llegan con la frase “es que un hermano dijo” sin que se comunique el remitente o, provienen de la boca de un creyente que tiene un historial de ser carnal y que por lo mismo siempre promueve la contienda y la división (Gálatas 5.20), el pastor puede tener la seguridad de que la crítica debe ser desestimada esperando la acción justiciera de Dios (Romanos 12.19-20) mientras a sus atacantes los debe tratar de la mejor manera posible para avergonzarles y para que su actitud, deje claro ante los ojos de la iglesia cristiana quién está actuando conforme al Espíritu.
Pero, también existe crítica que debe ser tomada en cuenta por el pastor porque proviene de personas genuinamente espirituales que desean el bien de su vida y de la iglesia cristiana y, distinguir esta crítica de la crítica perversa es fácil. La buena crítica se presenta de frente y abiertamente, no usa mensajeros ni se esconde en el anonimato para manifestarse. Así que, así de simple el pastor puede diferenciar entre la crítica que debe ser tomada en cuenta y la que no debe serlo.
Hablemos un poco más de la crítica positiva.
Dice la Biblia que son fieles las heridas del que ama (Proverbios 27.6) así que, cuando alguien se arriesga a lastimar con la verdad es porque realmente ama a quién se está dirigiendo. En Hechos 7.51 vemos el ejemplo de una crítica positiva donde Pedro nos muestra que, cuando se quiere corregir un error siempre se apunta a aquello en lo que le estamos fallando a Dios y solo a eso.
Deben considerar los pastores que la crítica positiva nunca se detectará como algo que ataque su persona sino a su ministerio pero, para que este funcione mejor.
La crítica positiva está fundamentada en dos cosas que son: hablar con la verdad y hacerlo con amor (Efesios 4.15). La crítica positiva nunca buscará dividir sino por el contrario generar una mayor unidad en medio de los implicados en la crítica (Colosenses 3.14). Finalmente señalo que, la buena crítica debe ser hecha de la manera más amable posible sin perder el control sobre el carácter buscando siempre que sea la verdad de Dios la que prevalezca y no las opiniones personales (2 Timoteo 2.24-25).
Con esta sencilla guía, todo pastor sabrá cuando recibir
una crítica a la que debe mostrar respeto y consideración sabiendo que la
atención de esta siempre generará buenas consecuencias y no malas.
RODEADOS DE ENVIDIA
La función de un pastor al ser pública siempre estará ante los ojos de los demás y eso, la hace susceptible de ser criticada como vimos en el punto anterior pero también la pondrá a la disposición de la envidia de las demás personas.
La envidia, el deseo incontrolable de poseer lo que otros tienen suele no saber que necesita algo hasta que lo ve en otros y, cuando cristianos carnales (Gálatas 5.21), frustrados porque Dios los resiste al saber las intenciones con las que viven y que por lo mismo, no les permite ni les permitirá destacar porque solo buscan su gloria y no dársela a Él, cuando ven a un pastor comportarse de una manera santa de inmediato desatan su envidia para poder quitarle a este su reconocimiento o, para al menos, hacer que el pastor caiga y así nadie destaque más que ellos.
Si lo pensamos un poco, Caín, el primer asesino de la historia, sintió envidia por su hermano Abel quién tuvo algo que él no pudo obtener: el reconocimiento de Dios y, en lugar de buscar ser un mejor Caín, este decidió seguir siendo un perverso Caín culpando a su hermano de sus propios fracasos. Así es como actúa la envidia.
El anciano que ejerce bien su función no debe preguntarse si hay envidia a su alrededor. La hay sin dudarlo. Lo único es que debe estar preparado para cuando esta se manifieste sin importar de donde venga que bien puede ser, incluso de sus propios consiervos, de algún diácono, de algún santo o de su propia familia de sangre.
Así que, a manera de consejo el pastor debe tener bien claro que, ninguna envidia es buena. Es una obra de la carne y siempre buscará destruir. El anciano debe - en teoría - estar viviendo de la manera más espiritual posible lo que permitirá primero que detecte cuando la envidia se esté presentando.
Una vez detectada la envidia, el pastor debe resistirla como lo que es, una obra de las tinieblas (Efesios 5.11).
A diferencia de la crítica, en la envida el anciano puede manifestar su posición de manera pública y abierta, señalando que, los motivos con los que se le confronta no son ni bíblicos ni correctos, algo que debe hacer de manera lo más calmada posible y sin afirmar la presencia de la envidia (a pesar de que esto será evidente) ya que, cuando se acorrala a un envidioso este suele reaccionar queriendo hacerse pasar por víctima para acusar que se le está atacando o exhibiendo y, como no se tiene una evidencia para demostrar la envidia, las cosas quedan entre la palabra del o los envidiosos contra la palabra del pastor y esta clase de careos no le benefician de nada al ministerio del líder cristiano.
Por
eso, su papel es simplemente demostrar que, los argumentos con los que se le
atacan a su persona o a su ministerio (que son la máscara de la envidia) no van
de acuerdo a lo que la Palabra de Dios enseña, o sea, la defensa debe ser
mostrando argumentos bíblicos los cuales el Señor usará para que a los testigos
les quede claro quién es el envidioso que está actuando solamente en función de
su carnalidad.
SER COMO EL SÁNDALO
Un proverbio chino afirma que, debemos ser como el sándalo que perfuma aún el hacha con la que es cortado. Los árboles de sándalo están formados por una madera aromática que, se impregna tan profundamente que incluso, deja perfumadas las hachas que los cortan con lo cual la ilustración es obvia, el pastor debe dejar un grato sabor de boca sobre todo en las personas que lo atacan y que pueden llegar a ser para él, verdaderos aguijones de su carne (2 Corintios 12.7).
¿Cómo puede lograr el pastor esto sin que lo traicionen sus emociones?
Simple, debe actuar como Cristo actuó y tener la misma visión que Cristo tuvo.
¿Cómo actuó Cristo? Entendamos esto en el marco de la última cena (Lucas 22.1-35).
En este momento crucial de su ministerio cuando Cristo está a unas cuántas horas de ser sacrificado en favor del hombre; cuando su alma está al borde de la mayor de sus angustias se reúne para cenar la pascua con las personas más cercanas que Él tenía en la tierra: los apóstoles.
Se asume que estos, después de haber andado de tiempo completo con Cristo por lo menos durante un año y medio ya tendrían la capacidad de tener la visión de Cristo pero es claro que no era así.
En ese momento tan especial donde solo importaba una cosa, veamos que estaban haciendo los apóstoles.
Se ponen a discutir quién de ellos será un traidor contra el maestro (Lucas 22.23) sin darse cuenta de que, al perder la visión de porque estaban ahí, todos lo estaban traicionando.
Además en lugar de disfrutar la presencia del más grande, del gran Yo Soy que está sentado a la cabecera de su mesa, prefieren pelear por ver quién sería el apóstol de apóstoles (Lucas 22.24). Aparte de esto, al menos Pedro está empezando a dudar si las cosas que estaban pasando deberían pasar (Lucas 22.31-32) y todos, con seguridad estaban en un momento en el que tenían que entender lo que Dios les decía y, en lugar de esto, prefieren seguir nadando en el cómodo mar de la ignorancia (Lucas 22.35-38).
¿Cómo actuó Cristo? Con total mansedumbre y dominio propio sin perder el control a pesar de la desesperante carnalidad que había a su alrededor. Así es como debe actuar el pastor cuando esté en presencia de cosas que son espiritualmente absurdas.
Pero si Cristo pudo lograr esto es porque tenía la visión correcta así que, ¿Cuál es la visión de Cristo que el pastor nunca debe perder?
Para responder a esta pregunta señalemos cual era la única cosa que debía importar en la intimidad del aposento alto y ese algo era: disfrutar de una completa e íntima comunión (Lucas 22.15). Solo esto le importaba a Cristo y Él lo disfruto a pesar de que los suyos nunca lo pudieron hacer. Cristo nunca perdió la visión de lo que importaba y lo mismo debe suceder con el pastor.
Así que, las emociones del pastor nunca le dominarán ni perderá control sobre ellas si mantiene su visión siempre siguiendo la visión de Dios.
En consecuencia, el pastor tiene que ver las cosas como
Dios las ve para lograr lo que Dios desea que se logre y esto, solo es posible
cuando el pastor mantiene una íntima comunión con Dios y un profundo análisis y
dependencia de su Palabra así que, como podemos darnos cuenta una relación
íntima entre el pastor y su Señor resuelve más cosas de las que imaginamos.
RESUMEN DE CONSEJOS PRÁCTICOS
Si eres pastor:
1.
Debes mantener dominio sobre tus emociones
aún en los peores momentos. Hacer esto es lo que demuestra de una forma más
directa que tanto eres un verdadero imitador de Cristo (1 Corintios 11.1).
2. Busca un consiervo amado fuera de tu entorno para que pueda brindarte el soporte espiritual y emocional que puedas requerir y para que también tú le proporciones la misma ayuda.
3.
No cometas el error de esperar nada de nadie.
Deposita toda tu confianza en Dios y espera solo las cosas que vengan de Él y
no de ninguna persona en la tierra para que, cualquier cosa que estas hagan te
agrade, porque no la esperabas en ningún momento.
4.
No olvides detectar bien el sentido y la
fuente de toda crítica hacia tu ministerio y tu persona y, aprende a dejar que
Dios juzgue entre tú y tus adversarios a los cuales por cierto nunca debes
provocarlos.
5.
Cuando detectes envidia, confronta la
posición carnal de quiénes la están manifestando solo con la Palabra de Dios y
no con tus opiniones o los comentarios que otras personas te hayan dado.
6.
Haz que tu presencia sea tan agradable que
por cualquier persona o ministerio donde actúes quede detrás de ti el agradable
aroma de tu santidad influyendo a todos.
7. Renueva todos los días tu fortaleza en Dios así que cultiva con Dios una relación que todos los días alimentes para que siempre estés sometido a su dirección. Eres pastor. Sabes de sobra como hacer eso.
Si como pastor no vas a depender completamente de Dios y vas a dejar que cualquier cosa que pase con alguien en la iglesia cristiana te va a desestabilizar y vas a actuar fuera del dominio de Dios dando un mal testimonio a la gente enseñándoles que la carnalidad se puede dejar libre cada vez que queramos, si, no vas a blindarte por medio de una relación íntima con Dios para sobrellevar la crítica y confrontar la envidia, si no eres capaz de hacer esto, entonces, renuncia. Hazte a un lado y deja el espacio a personas que verdaderamente dependan completamente de Dios para que le enseñen a la congregación que este tipo de dependencia es la única forma posible de vivir la vida cristiana porque tú, no lo estás haciendo.
Y si realmente te estás esforzando a pesar de todas las
adversidades que enfrentas, continúa al próximo capítulo que te presentará un
cuadro de cosas por las que vale la pena continuar adelante cuando nadie más se
atrevería a hacerlo.
Si eres diácono:
1. No permitas el convertirte en el instrumento
de la crítica o la envidia de nadie hacia tus pastores a menos que haya testigos
que corroboren que algo está fuera de orden (1 Timoteo 5.9) en cuyo caso,
deberás hablar con tus pastores con el mayor respeto posible confrontándoles
con la Palabra de Dios y no con los pensamientos o palabras de quiénes estén
inconformes.
2.
Cultiva una relación igual de intensa con
Dios que la que tus pastores deben tener para que, cuando seas llamado al
liderazgo publico estés dependiendo de Dios tanto como lo vas a necesitar.
3. Recuerda que, de tus pastores debes imitar su fe y evaluar su conducta tomando de ella solo lo que valga la pena (Hebreos 13.7) así que, no demandes de ellos perfección en sus personas ya que nunca la tendrán, pero si, admira su vida si es que siempre se les ve perseverando en obedecer a Dios.
Como futuro líder de tu iglesia cristiana no olvides que,
el mismo apoyo en el servicio que das a tus pastores es el mismo que, tus
futuros diáconos y santos te rendirán a ti por lo que, cada esfuerzo que hagas
para apoyar la labor de liderazgo de tus pastores se convierte en un campo
donde estás sembrando la semilla para poder tener en su tiempo el apoyo que tu
necesitarás en tu ministerio.
Si eres santo:
1.
Cierra tus oídos a cualquier murmuración (1
Corintios 10.10) sobre todo cuando esta apunte a la persona de tu pastor.
Para que un chisme deje de causar daño y destruya vidas y comunión se debe
cortar la cadena por donde el fuego avanza así que toma la decisión de ser ese
eslabón que se resista a continuar el proceso destructivo.
2. No dejes de orar por tus ancianos pidiendo que Dios les provea la ayuda espiritual y emocional que puedan llegar a necesitar y no pierdas la oportunidad de alentarlos sobre todo si su trabajo está siendo realizado con la mayor diligencia posible ya que tu reconocimiento, abrirá las puertas para que su alma fortalecida no caiga presa del desaliento.
Sé
un punto de unión de tu iglesia sobre todo cuando estés bajo el cuidado de pastores
que vivan dependiendo completamente de Dios y siendo un ejemplo de
fidelidad y santidad pero, si ves que tus pastores fácilmente pierden el
control y no permiten nunca que sea Dios quién los controle y son personas
emocionales que dicen cosas que lastiman sin pensar en ello, entonces mejor
busca otra iglesia cristiana donde las personas que te cuiden te marquen
un camino hacia la consagración permanente y no un camino hacia una permanente
carnalidad.
CAPÍTULO 7
De dónde vienen las recompensas
A todos los cristianos se nos pide hacer tesoros en el cielo (Mateo 6.19-20) ya que obviamente los verdaderos cristianos estamos en el mundo sin pertenecer a él (Juan 17.14-16). En la tierra somos peregrinos y extranjeros (1 Pedro 2.11) por lo que, nuestra verdadera ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3.20) por lo anterior, es obvio que nuestras recompensas reales, las que verdaderamente importan las recibiremos cuando estemos en la gloria, no antes.
Lo anterior debe ser muy cierto para el creyente, pero, especialmente debe ser considerado como una base de su fe en el caso de los obispos quiénes muchas veces, ante la nula respuesta de su trabajo por parte de quiénes son influenciados por ellos, se desalientan mucho al no obtener la recompensa que ellos esperan y que, nos ha quedado claro, no deberían esperar.
El verdadero gozo, de un verdadero obispo es ver como él llega a ser un instrumento de Dios para lograr que sus “hijos” espirituales se mantengan en los caminos de Dios (3 Juan 1.4).
Es por ello por lo que, este capítulo comparte tres consejos prácticos para que los obispos entiendan de donde deben recibir sus recompensas emocionales, espirituales y materiales en la tierra mientras llegan al sitio donde recibirán las verdaderas recompensas.
QUE CREZCA EL REINO DE DIOS NO LA IGLESIA
La razón de ser, la misión de la iglesia es hacer que la iglesia crezca (Mateo 28.16-20). La iglesia no está en la tierra para construir instalaciones, impartir seminarios o hacer conciertos llenando estadios. Todo esto, sin lugar a dudas bueno, es consecuencia de lo primero. Sin almas que lleguen a Cristo, no se tendrá la siguiente generación de personas que construyan instalaciones, asistan a seminarios o vayan a llenar estadios a los conciertos.
Pero, además de lo anterior no tendremos la siguiente generación de santos, diáconos y por supuesto, obispos.
Así que, todo esfuerzo de cualquier cristiano e iglesia cristiana en el mundo debe ser poblar con la mayor cantidad de almas el reino de Dios, no la iglesia local a la que pertenece el obispo.
Si eres obispo debes estar dispuesto a colaborar con cualquier cosa que traiga nuevas almas salvas al reino de Dios aún cuando estás no lleguen a las sillas o bancas que hay en tu iglesia cristiana.
Dios es quién añade cada día a los que han de ser salvos (Hechos 2.47) así que, en respuesta a la labor evangelística Dios dirige a las almas a donde Él necesita que las almas estén y por supuesto que esto no quiere decir que solamente sea a la iglesia cristiana donde sirves tu como obispo
A los ojos de Dios todos sus rebaños son igual de importantes sin que importe su etiqueta, su color o su denominación o el título que tienen sobre sus templos o casas donde se congregan así que, trabaja para ganar almas sin importar a donde estas serán llevadas por Dios para crecer. Eso no es de tu incumbencia. Es total decisión que se toma en el cielo y ahí, ninguna opinión aparte de la de Dios es la que cuenta.
Imagina un obispo que quiera trabajar solo con sus ovejas sin interactuar con otros hermanos en la fe porque cree que solo su entorno es el que está en lo correcto ¿Qué es lo que pretende? ¿Tener una iglesia de miles de miembros? Seguramente y además de eso, tal vez esté pensando en que después tenga que abrir miles de sucursales por todo el mundo con su modelo de liderazgo hasta que todos los grupos y todas las denominaciones cristianas vengan a cobijarse bajo su manto de “cobertura” para que así, puede convertirse en una especie de “pastor de pastores” sobre el que caiga la imagen de ser una especie de líder mundial que ostente un poder ilimitado.
Muchos pensarían que, eso ojalá nunca sucediera, pero ya sucedió.
El cristianismo basado en el crecimiento de las iglesias locales que encontramos en el libro de Hechos de los apóstoles unos 250 a 300 años después de que este libro se escribió, se volvió la religión de un imperio y esta religión empezó a recibir una membresía más allá de sus sueños que se integraban a la iglesia “cristiana” no por un interés espiritual genuino sino para poder gozar de las simpatías del imperio que había declarado al “cristianismo” como su religión oficial
Al paso del tiempo, los principios apostólicos se fueron abandonando para que la palabra de los hombres prevaleciera sobre la Palabra de Dios para así poder ir modificando el cristianismo puro para irlo corrompiendo con costumbres a conveniencia de sus líderes para así tener un control totalitario sobre el área religiosa y social de un imperio para que luego, los líderes de este cristianismo deforme y sin conexión con las verdades sobre las cuales se fundó, se trenzaran en una lucha literalmente a sangre y muerte hasta que uno de los obispos se convirtió en el obispo de obispos.
Miles de años después, este engendro de corrupción sigue existiendo. Se llama iglesia católica, apostólica y romana y a pesar de ser responsable de la muerte de miles de personas, de torturas y de tiempos de verdadera oscuridad espiritual sigue ondeando su bandera de abuso psicológico, religioso económico y sexual de sus feligreses así que, cuando se quiere ser el único en los asuntos de Dios se termina siendo el peor.
No es eso lo que Dios desea para ti mi amado hermano obispo.
Así que, aquí van algunos consejos al respecto.
No te niegues a trabajar con cualquiera que quiera trabajar contigo siempre y cuando se logre el propósito de que más almas lleguen al conocimiento de la salvación del alma a través del sacrificio de Cristo y, cuando esto pase, deja que el Espíritu Santo conduzca a la nueva alma al lugar donde deberá ser conformada al carácter de su Salvador y debes estar preparado porque ese lugar tal vez no sea el sitio donde estás ejerciendo tu liderazgo pero, que eso no te importe. La meta es que el reino de Dios crezca, no la membresía de tu iglesia cristiana.
Lo anterior nos lleva a un último aspecto, el aspecto de la tolerancia.
Respeta las prácticas de cada iglesia cristiana. No quieras ser una especie de “pastor de pastores” que sin que te lo pidan estés queriendo decir a cada iglesia lo que debe hacer o lo que debe modificar. Eso no te corresponde a ti. No usurpes el papel del Espíritu Santo.
Respeta las costumbres de cada iglesia cristiana pero, también, defiende con celo la enseñanza que surge claramente de la Palabra de Dios y, no la comprometas bajo ningún concepto porque mantener pura la enseñanza de la Biblia es la responsabilidad de todo obispo y si alguna iglesia no está observando esa enseñanza hazlo notar y punto. No debes intentar hacer nada más.
Y que ninguna cosa te impida trabajar con tus hermanos en la fe sin importar el título que tengan en los dinteles de sus templos. Lo único sagrado y común en el mundo cristiano es el uso de la Palabra inspirada de Dios (2 Timoteo 3.16) y la certeza de la habitación del Espíritu Santo en el corazón de cada creyente (1 Corintios 6.19). Eso es lo que debe defenderse a muerte.
Fuera de eso nada es importante.
No
importa la versión de Biblia que se use, la colección de himnos que se canten o
el tipo de instrumentos musicales que se usen. Todo lo que quede detrás de la
iglesia una vez que esta no esté en la tierra, no tiene valor alguno y no
debiera de importarnos.
Trabaja con cualquiera que quiera trabajar. Respeta su forma de vivir la vida cristiana y pide respeto para la tuya. Aprende a llenar el reino de Dios sin que quieras toda la gloria para ti.
Hasta donde he leído la Biblia, en ningún lado se dice que, en la cruz Cristo este solo vino a derramar su sangre por bautistas, presbiterianos, metodistas, anglicanos, hermanos libres, pentecostales o cualquiera que se identifique con el señorío de Cristo así que, siendo un solo cuerpo y respetando las diferencias trabaja manteniendo hacia el interior de tu iglesia cristiana las costumbres que tú estés convencido que debes seguir.
LA CORONA INCORRUPTIBLE
Vamos a poner especial atención a 1 Pedro 5.4:
Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona
incorruptible de gloria.
Aquí tenemos varias cosas que cualquier obispo debe considerar seriamente.
La corona de gloria es algo que, desde siempre está destinada solamente a los obispos así que hablamos de una recompensa única que solo irá a parar a sus manos, no a las manos de nadie más.
Otra cosa para notar es que esta “corona” está asociada con la presencia gloriosa de Cristo por lo que implica que, es algo que proviene directamente de aquel que ha establecido a los que han de ser obispos (Efesios 4.11) y que seguramente será entregada directamente por él.
Esta corona es algo que “glorifica” y siendo el glorificar, dirigir una “alabanza especial” en favor de alguien entonces, esa corona implicará que, cada obispo que haya vivido imitando al Príncipe de los pastores eternamente recibirá un reconocimiento por la forma en que honró a quién le llamó al servicio.
Amado hermano obispo. Esta es tu verdadera recompensa.
No busques otra, no pienses en otra. No la hay.
Tu recompensa no son los aplausos al término de un estudio, no son las felicitaciones por lo bien que predicaste o por cuanto tus palabras conmovieron a la audiencia. No debes ver como tu recompensa los sobres de papel que te entregan y que tienen escrito al frente “ofrenda de amor”. No, eso no tiene nada que ver con la verdadera recompensa que debes buscar.
Tu recompensa no está en el hecho de que tu nombre aparezca en grandes carteles promocionales de actividades cristianas o que tu rostro aparezca en fotografías que circulen por todo Internet o en el hecho de que alguien deje de calificar tu ministerio como “local” para calificarlo como “internacional”. No. Eso no es tu recompensa.
Es más, aquí te dejo el consejo principal de este apartado.
Conviértete en un siervo de “mantequilla” o sea, en una persona que, todo halago, todo reconocimiento, toda palabra que busque engrandecerte se te resbale de inmediato, que no se quede en ti, que no se anide en tu corazón, que no se convierta en una semilla que a futuro empodere a tu carne y te pueda llevar a cometer pecados que afecten tu vida, tu familia o tu ministerio, pero en verdad, ten cuidado de ti mismo y de la doctrina (1 Timoteo 4.16).
Recuerda que, cuando el rey David observó a una mujer hermosa bañándose y la deseo, nunca se imaginó que terminaría con tres hijos muertos y una hija violada por su propio hermano y con la mancha en su testimonio de ser un asesino (2 Samuel 11).
Nunca sobran las precauciones cuando se trata de cuidar un ministerio público ya que es ahí donde el diablo apunta porque él mejor que nadie sabe que, hiriendo al pastor es más fácil que las ovejas sean dispersadas (Zacarías 13.7).
Lucha
por esa corona de gloria. Ahí apunta tu mente, tus metas y tu destino. Ese será
el momento de tu recompensa. No esperes nada en la tierra y recibirás todo en
el cielo y por cierto quién piensa de esa manera - y espero que como obispo lo
hagas - termina recibiendo lo que deja atrás justo aquí, en la tierra (Mateo
19.29).
NO LIMITAR A DIOS
Es claro, las recompensas definitivas que el obispo recibirá. Lo hará en la eternidad pero, en la tierra tiene que vivir de algo porque aún no existen los almacenes de alimentos en donde se pueda pagar con fe o las estaciones de combustible donde recargamos los autos en los que se pueda pagar con oraciones.
Todas estas cosas deben pagarse con bienes materiales y el obispo los necesita para poder sustentar su hogar, sus necesidades y para materialmente ser de bendición para su iglesia cristiana, pero ¿de dónde va a sacar el obispo eso?
Si el obispo sirve a tiempo parcial y tiene un trabajo secular es obvio que su principal fuente de ingresos será el sueldo que reciba o auto genere así que, debe quedar claro a diáconos y santos que, el obispo no puede descuidar su trabajo porque de eso come, porque esa la forma en la que Dios está supliendo sus necesidades y no puede ni debe dejarla porque es su responsabilidad y un servicio a Dios sustentar a su familia y su propia vida. Respetemos esa responsabilidad del obispo y no le exijamos lo que Dios no le está exigiendo dar
Ahora, si el obispo sirve de tiempo completo, entonces depende completamente de la ofrenda que recibe de la iglesia. En este punto, diáconos y santos tienen la obligación de acordar una ofrenda que sea suficiente para las necesidades del obispo y aún más, porque el corazón de los hijos de Dios debe ser generoso ya que, debe ser un reflejo de la generosidad del Dios que dió todo por salvarnos.
Y debe quedar claro que, esa ofrenda debe ser revisada constantemente para poder proveer al obispo para que nunca pueda estar en el umbral de la pobreza. Eso, lo merece un siervo de Dios fiel. Ahora, si las condiciones de la iglesia no permiten disponer de las ofrendas necesarias y el obispo por amor al servicio decide hacerlo de tiempo completo a pesar de la condición económica insuficiente, que Dios se glorifique en su sacrificio porque seguramente este sabrá proveerle de lo que necesite.
Antes de llegar a las conclusiones de este apartado es necesario estudiar varias cosas que la Biblia dice y que se relacionan con el manejo del dinero y el servicio de los obispos.
La Biblia dice que el obrero es digno de su salario (Lucas 10.7) lo que significa que el trabajo del obispo puede y debe ser remunerado económicamente siempre que esto sea posible. Además, también se da la recomendación de que, los obispos que ejercen bien su liderazgo y además dedican tiempo para la enseñanza, de ser posible, deben recibir una doble paga, un doble salario (1 Timoteo 5.17)
Lo anterior nos lleva a varios consejos pero, esta vez no para los obispos si no para los diáconos y los santos.
Es agradable a los ojos de Dios ofrendar a los obispos no importa si estos se dedican de tiempo parcial o completo a la obra. En el primer caso, se debe hacer de manera ocasional y cuando esto sea posible pero, en el segundo caso, debe ser permanente.
No se debe mirar las ofrendas que se dan a los obispos como una carga o un gasto sin retorno. Al contrario, al atender económicamente a los obispos se obedece a un mandato de Dios quién, no siendo deudor de nadie (Hebreos 6.10) sin duda prosperará las finanzas de la iglesias y las finanzas de cada una de las personas que ofrendan a favor de sus obispos.
Pero, a pesar de ello, hay ocasiones en que lo disponible no alcanza para atender lo necesario lo que es más frecuente en el caso de los obispos que se dedican de tiempo completo a la obra y sobre todo, a los que lo hacen en condiciones en que sus iglesias cristianas no están en capacidad de brindarles una ofrenda digna y que a pesar de ello, se quedan ahí donde tienen la certeza de que Dios los quiere sirviendo y no salen como muchos obispos lo hacen afirmando que “han recibido el llamado de Dios” para ir a servir a otro lado o a otro país que curiosamente, les ofrece mejores condiciones económicas.
El obispo no puede codiciar dinero que se obtenga de una manera que no sea honesta (1 Timoteo 3.3) así que, pensar primero en lo que se va a recibir antes que pensar en el servicio que se debe brindar no es una forma muy honesta de obtener una ganancia.
Así que, los obispos que son invitados a visitar otras congregaciones donde se les brinda una ofrenda no deben preguntar si van a recibir algo o cuanto van a recibir o como se les va a entregar. Es más, no deberían ni siquiera de preguntar por ofrenda alguna. No debe ser el dinero lo que motive el trabajo de un obispo ya que de ser así, se convierte en un asalariado (Juan 10.13) al cual, le dejan de importar las ovejas y solo piensa en lo que puede obtener de ellas y, querer hacer eso con algo que le pertenece a Dios, vender los sermones o poner precio a la doctrina es algo que trae sin lugar a dudas una serie de serias consecuencias.
En una variante de la búsqueda de ganancia deshonestas están los obispos que, sin ser invitados se aparecen así, sin avisar en alguna congregación donde lo conocen para, que de alguna se sienta la obligación a darle un espacio público de enseñanza con la consecuencia de tener que ofrendarle. Esto no debe hacerse.
Si hay algo incómodo es, un invitado al que nadie invitó a una fiesta y que se aparece en la misma donde no se le deseaba actuando como, si fuera el invitado más esperado.
Hermanos obispos, comparto una frase que me fue compartida por mi consiervo Félix Frías: “No podemos limitar a Dios”. Dios es el único ser que no tiene límites de ninguna clase y no podemos limitarle creyendo que, mis necesidades se le han olvidado o que está siendo exageradamente duro con las condiciones económicas de mi vida siendo obispo de su iglesia.
No límites a Dios. Confía en Él (Salmos 37.4). En medio de las peores carencias que puedas tener como su siervo, deléitate en Él. Conviértelo en el objeto de tu más completa satisfacción. Demuéstrale que le sigues en respuesta al llamado que tuvo para tu vida y el amor que tienes a tu ministerio y no por la cantidad de dinero que pudiera darte. Demuéstraselo a Dios pero también demuéstralo al diablo que seguramente ha pedido el permiso para sacudirte y apagar tu fe y, Dios pudo haber dado el permiso porque, está seguro de que demostrarás que confías en el tiempo adecuado de su provisión y esa respuesta de fe es lo que está esperando para avergonzar al enemigo.
No hagas quedar mal a Dios. Él te ha preservado todo este tiempo y nunca te ha convertido en motivo de vergüenza para nadie. Ha honrado el llamado que hizo a tu vida. Tú honra su señorío teniendo plena confianza en su provisión a su tiempo.
RECUENTO
DE CONSEJOS PRÁCITOS
Si eres obispo:
1. Mantén la disposición de trabajar con cualquiera
que quiera trabajar contigo para cualquier actividad que pueda propiciar que
más personas acepten el señorío de Cristo sin que importe donde terminarán
congregándose los nuevos convertidos.
2.
Respeta las prácticas de las iglesias
cristianas que visites y pide respeto para las prácticas que tengas hacia
el interior de tu congregación. Debes seguir aquellas cosas que, dirigido por
Dios crees que se deben practicar donde tú te congregas.
3.
No sigas modas. No seas un obispo sin
criterio. No copies lo que hacen en otras iglesias para llegar a quererlo
imponer en la tuya. Primero ora y permite que Dios te haga sentir si una
práctica aplica al contexto social o cultural de tu iglesia cristiana.
4.
No esperes nada de nadie. Le sirves a Dios así
que, recibe con alegría lo que llegue de su buena mano sin que esperes que
ninguna mano se levante por sí sola así, lo que llegue hasta ti será una
bendición que te producirá alegría y evitarás la frustración de estar esperando
actitudes o apoyo que tal vez nunca lleguen.
5. No límites a Dios. El Señor puede bendecir tú vida de la forma en que menos te lo esperas usando medios que nunca te imaginas. Solo debes esperar en Él. Da un salto de fe y espera su accionar. No quieras ayudarle buscando tú las bendiciones que llegarán de su parte. Y si los problemas económicos te sobrepasan revisa tus hábitos financieros. Tal vez, las bendiciones económicas son abundantes pero tú eres un pésimo administrador.
6. Invita siempre a cualquier iglesia cristiana
que conozcas a las actividades que se organicen en la tuya. Trata de ser un
generador de bendición espiritual y no cambies nada de la dinámica de tu
iglesia por agradar a otros. Tú solo debes buscar agradar a Dios.
7. No pongas cuotas a nada de lo que hagas, no cobres por estudios, vídeos, libros, por nada. Si eres digno de un salario, entonces, este lo recibirás como una consecuencia de lo que hagas y no pidiendo dinero antes de hacer las cosas.
Recuerda siempre que, tu corazón debe estar completamente sometido no solo a la voluntad sino a la disposición del servicio a Dios. Toda tu dependencia debe estar colocada en Él y solo de su persona deberás esperar cualquier recompensa. Tu vida debe ser una carta abierta (2 Corintios 3.2) no se deben ver dobles intenciones. Nadie debe estar tratando de adivinar que piensas o que sientes. Vive en total honestidad.
Si no vas a ser transparente, si vas a limitar tu convivencia con otros cristianos bajo el argumento de que solo tu iglesia cristiana tiene la verdad y que los otros cristianos no están a tu nivel o son más ignorantes que tú, si vives pensando así, es claro que, otros pueden ignorar muchas cosas pero tú, ignoras completamente el mensaje de la Biblia.
Si tu corona y tus recompensas materiales las quieres ganar aquí en la tierra, si te crees con el derecho de encontrar la forma en la que Dios te puede dar ayuda material porque si no hace las cosas cuando tú quieres y como tú quieres tienes que ayudarlo, entonces por favor, renuncia.
Deja
el lugar del liderazgo que ocupas en tu iglesia cristiana a quién ame la
obra por quién es el dueño de ella y a este, por lo que hace por su obra sin
esperar ningún beneficio material. Renuncia y permite que un siervo
ocupe el lugar que tú, asalariado, estás usurpando y desde donde estás
desgastando a la iglesia que le pertenece a Cristo con una imagen de liderazgo
que no tiene nada que ver con lo que Dios necesita que la iglesia tenga.
Si eres diácono:
1.
Recuerda que parte de tu servicio es ayudar a
que crezca el reino de Dios en la tierra así que no dejes de servir pero,
mantente cerca de las personas que por primera vez llegan a la iglesia y sé un
referente de ejemplo para ellas a la vez que te involucras con ellos para
asegurarte que lleguen a los pies de Cristo y luego, para que las discipules,
para que las ayudes a crecer espiritualmente. Tu obispo nunca tendrá el tiempo de atender a todas las
personas de la congregación y ahí tú puedes ser una gran ayuda.
2. Comienza a vivir por amor a Dios, no por amor a lo que Dios te dé. No aprendas la lección del ambicioso que en la iglesia cristiana sirve pero solo si recibe algo a cambio. Rechaza ese pensamiento. Sirve por amor. Deja lo demás a Dios.
3. Vive una vida de plena confianza en la provisión de Dios (Mateo 6.33) y aprende a vivir bajo esa forma de pensamiento para que únicamente dependas de Él y estés listos para los grandes retos materiales que enfrentarás cuando seas obispo de una iglesia cristiana.
Recuerda,
si tienes el llamado al obispado, el diaconado debes tomarlo como tu
forma de entrenar para llegar listo a las demandas que te serán requeridas
cuando entres de lleno a servir en el cuerpo de gobierno de tu congregación
pero, cuando llegues ahí, tu carácter debe ya estar moldeado con tres
principios, el principio de dependencia absoluta de Dios, el principio de no
esperar ninguna recompensa en la tierra y el principio de siempre estar
dispuesto a que Dios te sorprenda en su forma de actuar en tu vida.
Si
eres santo:
1. El evangelismo es un llamado universal, no es
cuestión de tener el “don” o estar o no “preparado” para hacerlo. Si puedes con
tu boca articular la frase: “Dios te ama” y memorizas un versículo bíblico
relacionado con el tema de la salvación como Juan 3.16 ya tienes
todo lo necesario para ser un evangelista. No olvides que al hablar del amor de
Dios, lo harás en el poder del Espíritu (Romanos 1.16) por lo que sabrás
que decir, en el momento en que debas decirlo. Nunca dudes del poder de Dios
actuando en ti aunque a veces dudes de ti mismo.
2. Recuerda siempre manifestar un aprecio sincero por tus obispos sobre todo si han sabido enseñarte el camino marcado por la Biblia. Si puedes, ofréndales algo, hazlo sin pensarlo dos veces. No te preguntes si parecen o no necesitar tu ofrenda. Esa manifestación del amor de Dios que tu tengas para con ellos puede alentarles a seguir adelante y a ti te abrirá las ventanas de las bendiciones de Dios. Lo que le des a un obispo como ofrenda, se lo estarás dando a Dios y esta clase de entregas Dios suele devolverlas multiplicadas.
Y
no olvides que, aún en tu posición como santo de tu iglesia cristiana
tú también debes aprender a depender completamente de Dios y vivir una vida
donde tu confianza la puedas poner únicamente en lo que Dios quiera darte. Ten
siempre presente que es mejor tener poco con el temor de Dios (Proverbios
15.16) y comer verduras donde hay amor que un buey engordado donde hay odio
(Proverbios 15.17).
CAPÍTULO 8
Errores en el ejercicio del ministerio
Vamos a finalizar este libro que, como has podido comprobar no es otra cosa más que un compendio de consejos para las personas que están en el cuerpo de liderazgo de una iglesia cristiana sin dejar de aconsejar a los que sirven y se congregan en ella para que, todos en su conjunto tengan una visión bíblica de lo que significa ser un anciano y como poder entre todos, lograr que el liderazgo de nuestras congregaciones y por ende las mismas congregaciones, sean mejores.
Y la forma en que vamos a hacerlo es reflexionando sobre
los errores más frecuentes que cometen los ancianos cuando están realizando su
labor la cual no siempre va en la dirección correcta así que, todos, tengamos
mucho cuidado con lo siguiente.
DEJAR DE CUESTIONAR LO QUE SE CREE
Las grandes revoluciones del pensamiento han sido consecuencia de que alguien, se atrevió a cuestionar si lo que creía era lo correcto. Si pensamos en el plano de la física, por casi 300 se consideró que, la forma de pensar de Isaac Newton con respecto al universo era la correcta y se rechazó y se discriminó cualquier idea contraria hasta que, en 1905, Albert Einstein tomó ideas que tenían muchos años y que cuestionaban lo que se creía y las ordenó en su mente brillante para darnos a conocer que, Newton no estaba equivocado del todo sino que, sus ideas estaban incompletas y de paso, por el camino de su relatividad llegamos a la conclusión de que el universo tuvo un principio tal y como la Biblia lo afirma desde hace miles de años (Génesis 1.1).
En el contexto de la iglesia cristiana los evangelios nos enseñan que, Cristo se atrevió a cuestionar no lo que la ley de Moisés decía sino la forma como esta se interpretaba y demostró que, lo que se hacía con esa ley era un ejercicio incompleto porque la frialdad de la religión estaba dejando fuera de la ecuación la gracia soberana de Dios y muchos años después, tenemos un camino teológico bien cimentado que nos permite conocer al Dios que, ha preparado el camino para algún día vivir una comunión eterna con Él (Juan 14.3).
Cada vez que leas en los evangelios que Cristo usa la frase: “ustedes oyeron que se les enseño…” para complementarla con la frase: “pero ahora yo les digo…” (Mateo 5.21) Jesús está cuestionando lo que se creía y así, cuestionando lo que se enseñaba, logró sacar al mundo de su oscuridad.
Son solo dos ejemplos pero, suficientes para demostrar que, cuestionar las cosas que creemos siempre ha hecho que, a pesar de sus deficiencias, el mundo se mueva, la ciencia avance, el pensamiento se renueve y las personas cambien.
Así que, aquí el primer error que el anciano debe evitar es, dejar de cuestionar no lo que cree porque sí está basado en la Biblia no tiene nada que cuestionar. Si Dios no cambia (Números 23.19) algo que de hecho no necesita hacer porque es perfecto entonces, su Palabra es perfecta y no necesita que le cambiemos ni el elemento más pequeño de ella (Mateo 5.18) .
Aquí estamos hablando de cambiar, pero de cambiar las costumbres, no la doctrina.
Y no debemos olvidar que, las cosas que hicieron (no las que creyeron) los que nos antecedieron en nuestra vida cristiana fueron buenas ya que sin ellas, nosotros no estaríamos aquí siendo fieles a Dios pero, lo que hacían ¿sigue vigente? ¿o necesita ser renovado?
Nunca tendrá nada de malo cuestionar lo que hacemos para poder determinar si debemos cambiar algo de esto para que la iglesia cristiana se sienta en un entorno en donde esté más cómoda y se sienta comprendida ante sus necesidades siempre cambiantes.
Pongamos las cosas en una nueva perspectiva.
Imaginemos un movimiento cristiano que se fundó en la Europa de hace 500 años. 50 años después, los misioneros de ese movimiento llegaron a una tribu nativa del sur del continente americano donde un grupo de personas se rindió al señorío de Cristo.
Bien. Tenemos una nueva iglesia cristiana en un nuevo continente, que tiene una cultura completamente diferente a la cultura de los misioneros y una visión de ver y entender la vida completamente distinta a la que tienen los fundadores de esta congregación así que, los misioneros, como no se han puesto a pensar que están en tiempos diferentes con personas que ven la vida de una forma diferente, hacen que, la congregación que han fundado se comporte como si las personas de esta fueran europeos de 50 años atrás,
Este modelo de conducta definitivamente va a funcionar pero, solamente por unos 50 años más luego de lo cual debe ser renovado porque la visión de la sociedad ha cambiado y la identidad en el sur del continente americano va a exigir sentir sus prácticas cristianas más apegadas a sus necesidades pero, los herederos del liderazgo de los misioneros que fundaron la iglesia se niegan rotundamente a cambiar nada.
¿Cómo crees que terminará todo? No. Definitivamente la iglesia no desaparecerá pero, en la actualidad se quedará con unos cuantos miembros y nunca se tendrá un crecimiento sostenido. Los nuevos miembros de esta iglesia cristiana serán los que nazcan bajo el modelo de conducta arcaico que se heredó, así que no tendrán opción más que seguir con las mismas cadenas mientras que los salvos nuevos, después de un tiempo, mejor buscarán otro espacio donde congregarse porque justificadamente no encontrarán ningún vínculo de identificación con la iglesia cristiana donde se reúnen.
Si eres anciano y no te has cuestionado lo que haces con preguntas como:
1.
¿Y si usamos otra clase de letras en nuestras
alabanzas?
2.
¿Y si cambiamos el formato de las reuniones?
3.
¿Y pregunto a diáconos y santos que
debe renovarse?
4.
¿Y si hago alguna reunión que nunca he hecho?
5.
¿Y si un día en lugar de algo oral enseño con
otro recurso?
6.
¿Y si aprendo como hacer mi labor y lo que
aprenda lo comparto?
7.
¿Y si doy libertad a los que sirven para que
cada quién lo haga a su forma?
8.
¿Y si busco opiniones de otros consiervos sobre
cómo mejorar lo que hago?
9.
¿Y si busco estar aprendiendo cosas diferentes
a las que ya sé?
10. ¿Y si probamos otra clase de instrumentos musicales?
Y cosas semejantes a estás.
Si nunca te las has planteado, en verdad, tienes un serio problema con tu forma de pensar y con ello, estás impidiendo el crecimiento de las personas que, bajo tu ancianato se supone que no deberían parar de crecer.
A ver, amado anciano ¿Por qué haces lo que haces? En verdad, pregúntatelo ¿Por qué hago lo que hago? Aquí te comparto algunas de tus posibles respuestas.
1.
Porque así me lo enseñaron
2.
Porque me dijeron que esto era lo correcto
3.
Porque si algo cambio, mi liderazgo estará en
riesgo
4.
Porque si hago cambios alguien terminará
pecando
5.
Porque se retorcerán en sus tumbas los
fundadores de mi movimiento
6.
Porque solo la forma de hacer las cosas que yo
creo es la correcta
7.
Porque las ideas de los demás grupos cristianos
están equivocadas
8.
Porque soy el único que tiene la verdad
absoluta
9.
Porque nada de lo que creo puedo estar mal
10. Porque enfadaré a Dios si cambio la forma de hacer las cosas
Si tus respuestas son como las anteriores o variantes de estas, eres un anciano santo, que tienes a la mano una palabra santa que puede renovarlo todo pero, todo lo tienes encerrado en una mentalidad arcaica que, cegada por la carne defiende cosas que son indefendibles ya que, por cierto, te aseguro que no encontrarías ningún pasaje de la Biblia que apoye ninguna de tus respuestas.
Siempre cuestiona lo que crees y siempre cambia todo lo que puede ser cambiado. Seguramente tu congregación lo necesita y acepta que, puede ser que tú lo necesites más que tu propia iglesia cristiana.
Es
triste ¿no es verdad? Que las iglesias cristianas estén listas para
cambiar, que de manera urgente necesitan esos cambios y que nada
cambie porque la mente de sus ancianos tenga más de 100 años de atraso.
CERRARSE A LAS OPINIONES AUTORIZADAS
Respondamos a esta pregunta: ¿Por qué medios el anciano puede recibir la voz de Dios?
Porque, el anciano necesita entender la voz de Dios para su vida y su ministerio tanto o más que un diácono o un santo porque, al igual que ellos, el anciano corre el riesgo de interpretar sus emociones o ideas como si fueran la voluntad de Dios y si eso lo hace en su vida desobedeciendo a Dios pues ya se entenderá con Él pero, si al hacerlo daña a la iglesia de Cristo pueden sus decisiones ser piedra de tropiezo para alguien haciendo que, las personas no solo se alejen de la iglesia cristiana sino también del propio Cristo y eso sí, en verdad sería terrible para el futuro de su ministerio (Mateo 18.6).
¿Por qué medios el anciano puede recibir la voz de Dios?
¿Solo por las conclusiones a las que su razón llegue después de leer la Biblia y orar por un tiempo? Si respondemos que sí, estamos limitando bastante el rango de acción de un Dios que, siendo soberano puede hacer llegar a los ancianos algunas otras opiniones que pueden tener el mismo nivel de autoridad que sus ideas personales.
El anciano que ignora las voces autorizadas que le estén hablando la voluntad de Dios está cometiendo un error que puede pagar caro.
Vamos a analizar entonces los medios por los que el anciano puede recibir la manifestación de la opinión de Dios para su vida y su ministerio.
· La
opinión de santos consagrados. Cuando un miembro de la iglesia vive lleno del
Espíritu Santo, como buena persona espiritual tiene la capacidad de juzgarlo
todo (1 Corintios 2.15) así que, no debe el anciano desacreditar sin más la
opinión de este tipo de santo. ¿Cuándo se puede saber si un santo es
espiritual? Simple. Como ya lo hemos señalado antes. Si está manifestando el
fruto del Espíritu Santo, es espiritual.
· La
opinión de los diáconos consagrados. El mismo principio anterior aplica para
los diáconos con el agregado mayor de que, al estar sirviendo, estos pueden
tener una mayor sensibilidad hacia la voz de Dios.
· Las opiniones
de otros consiervos. Los cuales, al compartir sus puntos de vista desde fuera
del entorno del anciano pueden estar mirando más implicaciones de las que el anciano
puede estar considerando.
· El
sentir de la mayoría de su iglesia cristiana. La noción de lo que la mayoría
percibe puede ser un referente de parte de Dios para el anciano (ver el
apartado siguiente)
· Las opiniones de su esposa. Es verdad, que, ha quedado claro que el anciano no puede responder a posiciones carnales de su esposa, pero, bien puede ser que estas, sean en verdad espirituales además de que ella, tiene un conocimiento más profundo de la persona del anciano por lo que puede determinar que tanto las emociones de este se pueden estar involucrando en su ministerio algo que no se debe permitir por ningún motivo.
Queda
claro que, el anciano no debe cometer el error de ignorar las opiniones
autorizadas por medio de las cuales Dios puede estarle hablando.
MINIMIZAR CRITICAS Y ENVIDIAS
Como escribí anteriormente en este libro, cuando las críticas hacia el anciano vengan de parte de comentarios carnales estas deben ser ignoradas dejando que Dios manifieste la integridad del anciano.
Cuando el anciano esté resintiendo la envidia de la gente entonces debe denunciar las posiciones de aquellos que están manifestando esta envidia.
Pero, hay ocasiones en que alrededor del anciano haya críticas positivas que no deben ser ignoradas y al hacerlo, este puede cometer un error que puede resentir de una manera muy fuerte en su vida y su ministerio.
No se deben ignorar la críticas bien fundamentadas que tengan argumentos bíblicos y señalen cosas que se tienen que corregir y que, a los ojos de todos no se están haciendo de acuerdo a la voluntad de Dios. A estas críticas se les debe hacer caso y obrar en consecuencia.
Por ejemplo, si el anciano insiste en que su hijo sea el que encabece a los jóvenes de la iglesia cristiana pero muy pronto se sabe que, su hijo vive de acuerdo a lo que el mundo hace, no asiste a la iglesia; en su escuela da malos testimonios y hasta dentro de la iglesia ha llevado su pecado viviendo una vida de promiscuidad y los santos y diáconos espirituales se reúnen con el anciano para señalar el conocimiento de los pecados de su hijo, y le piden que, lo quite de cualquier ministerio y lo someta a una disciplina para restaurar su vida, este consejo es bueno ya que se corre el riesgo de que la congregación termine menospreciando la condición de santidad en la que deben vivir. Sí, esto es lo mismo que le pasó al sumo sacerdote Elí (1 Samuel 2.17).
¿Qué es lo que el anciano debe hacer? Por supuesto, aceptar la crítica, reconocer que al tolerar a su hijo está participando en pecados ajenos (1 Timoteo 5.32) y removerlo de cualquier ministerio, disciplinándole de alguna manera que sea visible para que la iglesia vea que está manteniendo una posición equilibrada.
Bueno, pues aunque no lo creamos, muchos ancianos hacen todo lo contrario.
No se debe minimizar o restar importancia a las críticas positivas sin importar de quién vengan. Esta clase de críticas son necesarias para que el anciano mantenga el equilibrio de su conducta y muchas veces funcionan como un faro ya que, por medio de estas críticas este puede darse cuenta de lo que no puede estar funcionando bien en su vida y que sus propios intereses o emociones le estén impidiendo ver.
En muchas críticas suele esconderse el susurro de la gracia de Dios. No deben ignorarse.
TOLERAR EL NO INVOLUCRAMIENTO DE LA FAMILIA
El llamado a ser anciano es este quién lo ha recibido, no su familia. No es de ninguna manera obligatorio que, la esposa del anciano dirija a las damas de la iglesia y que sus hijos lleven una santidad como la de Moisés y que, todos ellos nos deslumbren cada vez que los miramos (Éxodo 34.30).
No, no es así y eso debe quedarnos claro.
Cada miembro de la familia del anciano no está obligada a ser diácono o diaconisa ya que pueden tener un llamado diferente al del esposo y padre pero, a lo que sí está obligada la familia del anciano es a ser por lo menos buenos santos, personas que manifiesten un permanente esfuerzo de estar viviendo para agradar a Dios eso sí, lo deben hacer sin que pongan ningún pretexto.
Cuando la familia del anciano hace lo correcto, el ministerio de este se ve respaldado y la familia ayuda a que la autoridad de este crezca y sea de mayor impacto hacia el interior de la iglesia cristiana ya que, en sus vidas de consagración, la congregación comprobará que el anciano es alguien que actúa con justicia ya que las mismas demandas que le hace a la congregación, primero se las hace a su familia.
Así que, en verdad no es correcto, no es normal y genera un pésimo testimonio que, los santos y los diáconos observen que la familia del anciano está haciendo cualquiera de las cosas que aparece en la siguiente lista pero, antes de compartirla debemos entender que, hay circunstancias de fuerza mayor que, pueden impedir que la familia del anciano manifieste las conductas adecuadas y eso cualquiera lo entiende pero, a cambio de eso, se debe ver con claridad que, cada vez que la familia del anciano tiene el tiempo de poder hacer lo correcto, lo hace sin ningún pretexto.
· Que su
esposa no esté acompañándole en los cultos de la iglesia
· Que la
esposa se meta en chismes y murmuraciones
· Que la
esposa pida cuentas a diáconos y santos de lo que hacen
· Que la
esposa se queje de cualquier cosa de la iglesia
· Que la
esposa se comporte o vista indecorosamente
· Que los
hijos se porten mal el sábado pero el domingo vistan de blanco
· Que las
hijas sostengan relaciones con incrédulos
· Que los
hijos vivan de una forma desordenada su vida
· Que los
hijos no se involucren en ninguna actividad
· Que los hijos no sean amables ni respetuosos
La lista puede ser interminable, pero, las pocas palabras anteriores pueden ser adaptadas por un lector genuinamente espiritual sin mucho problema para llegar a muchas más conclusiones de cosas que se esperaría que la familia del anciano hiciera,
Insisto, la familia del anciano no está obligada a llevar más cargas que el resto de sus hermanos, pero sí está obligada a vivir en una visible santidad.
Antes de concluir este punto no debemos de perder de vista que, la familia de un anciano que no se ajusta al orden mínimo que debe tener dan a entender que, el anciano es un hombre carente de capacidad para dirigir porque si no lo ha podido hacer con su propia familia, entonces nunca tendrá la capacidad de hacerlo con su familia espiritual.
Dicta
un refrán popular: “Hijo de pastor, lo peor”. Y ejemplos de esto en la
Biblia hay muchos así que, igual de numerosas son las advertencias de Dios para
que como anciano te esfuerces para que refranes como el anterior o
semejantes nunca tengan que aplicarse a tu vida.
NO FORMAR UNA FAMILIA QUE SEA VERDADERAMENTE ESPIRITUAL
El último punto de nuestro capítulo complementa al anterior.
El anciano no puede cometer el error de dejar que su familia no se involucre de una manera espiritual en una relación de dependencia de Dios y en una relación de servicio con la congregación pero, además, no debe cometer el error de no llenar su familia de valores que sean completamente espirituales y que les pueda demostrar a cualquier diácono o a cualquier santo que la familia de su anciano es alguien que ama al Señor y que tiene una relación con Dios que no depende de la relación del padre o esposo anciano.
Ahora, para extraer algunos consejos que pueden ayudar a los ancianos a mejorar este punto, consideremos únicamente la siguiente cita la de la Biblia:
(pues el que no sabe gobernar su propia casa,
¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)
1 Timoteo 3.5
La Biblia es clara. El anciano gobierna su casa y cuida la iglesia. Las familias de ancianos que no son espirituales son donde se invierten los papeles o sea, se gobierna la iglesia y se cuida la casa.
Nos ha quedado claro que, entre el mundo de actividades que el anciano hace en la iglesia cristiana este debe cuidarla, protegerla, pero también debe gobernarla, ejercer autoridad para indicar el camino hacia la voluntad de Dios.
Los que el versículo anterior quiere decir es que lo primero que debe verse que hace un anciano con su casa es ejercer autoridad ya después que la cuide como quiera y, lo primero que debe verse que hace un anciano con la iglesia es cuidarla. Ya después, que la gobierne todo lo que quiera.
Así que, si como anciano no impones la voluntad de Dios como algo que en tu hogar se debe respetar, si no muestras un camino de amor para conducir a tu familia a Dios y con firmeza les deja claro que no tolerarás que en casa se juegue a ser cristiano, estás cayendo en este error. Lo terminarás pagando muy caro.
Y es claro algo. Nadie puede evitar que nadie peque, pero, en el caso del anciano se debe ver que sin lugar a dudas, los hijos o la esposa están pecando a pesar de él, no con él.
Para equilibrar lo anterior debe quedarnos claro que, la iglesias cristiana no puede ni le corresponde exigir a la familia del anciano una santidad que ni ellos mismos pueden llevar pero si se les debe demandar a estos una vida en donde se vea claramente el compromiso que tienen con Dios.
Si
un anciano comete este error, permitirá que, la primera piedra que esté
haciendo tropezar a los cristianos de su congregación sea su propia familia y
sabiendo que, cada quién cosecha lo que siembra (Gálatas 6.7) más tarde
o más temprano Dios exhibirá la ineficacia del anciano como portador de
su voluntad hacia el interior de su hogar y hasta el fin de sus días su
presencia será tolerada en la iglesia sin que nadie le reconozca ni le
demuestre respeto ni consideración algo que, es claro, merecerá completamente.
RESUMEN DE CONSEJOS PRÁCTICOS
Si eres anciano:
1. Siempre busca otras formas de hacer lo que se
hace en tu iglesia cristiana. Es posible que muchas de esas formas no
den resultado. Si es así, vuélvelas a cambiar porque al final encontrarás
aquella dinámica que es la que tu congregación necesita y entonces verás una
explosión en el crecimiento en número y espiritualidad de los santos y
los diáconos. Cuando eso pase, estarás haciendo lo que Dios te demanda.
2. Aunque al principio no te resulte agradable,
considera y valora cada crítica positiva que recibas. Dale su espacio al
análisis y, sí se te está indicando algo que en verdad no estás haciendo bien, cámbialo.
3. Escucha todas las voces posibles porque en una
de ellas que no estés considerando, Dios puede estar haciendo saber su
voluntad.
4. Busca todo el tiempo que tu familia de sangre esté
involucrada en alguna actividad de la iglesia.
5.
Para que lo anterior sea natural,
constantemente muestra a tu familia con la Biblia cuáles son los beneficios
para su vida si obedecen a Dios para que se den cuenta que, primero lo que te
preocupa es su condición espiritual y lo segundo, tu imagen como líder y no al revés.
6.
No toleres el pecado de tu familia. Dale el
mismo trato que le darías al pecado manifiesto de cualquier santo o de
cualquier diácono. Ni más, ni menos.
7. No evites reconocer que, las cosas en tu familia o matrimonio andan mal. Eso no te descalifica como anciano, por el contrario, te hace manifestar un rostro más amable y genera comprensión de tus hermanos hacia tu persona, pero se debe ver que tomas las acciones correctivas necesarias porque si no lo haces la primera simpatía de la iglesia se puede convertir en una franca antipatía hacia tu persona y tu ministerio.
Si como anciano sigues practicando las mismas costumbres cuando la sociedad ya se te adelantó, si vives con una mente cuadrada que no se abre a la posibilidad de ningún cambio; si desacreditas a los hermanos maduros en la fe simplemente porque no opinan igual que tú, algo debes hacer.
Si restas importancia a las críticas que Dios está impulsando para mostrarte algo que estás haciendo y qu debe hacerlo así porque tú ya apagaste su voz en tu corazón (1 Tesalonicenses 5.19), si no haces nada para combatir la tibieza espiritual de tu familia y participas de sus pecados sin que se vea que haces nada para cambiarlo, algo debes hacer.
Y eso que debes hacer es renunciar. Deja tu ancianato y abre el espacio a personas que realmente sepan manejar la crítica y ver en cada una de ellas una oportunidad para mejorar, personas que en verdad no aparenten una falsa espiritualidad sino que tienen una fuerza de santidad que los hace enfrentar lo que sea, personas que no permiten que su familia se quede atrás, personas que, son todo lo contrario a lo que eres.
Esa
clase de personas es lo que está necesitando tu iglesia cristiana mientras
que lo que tú eres es algo inútil que no aporta nada para que tus hermanos en
Cristo sean más espirituales.
Si
eres diácono:
1. Preocúpate por la condición espiritual de tu
familia antes de que llegues a ser anciano y no después de que lo
seas. Construye con ellos una vía amplia de comunión con Dios y de comunicación
para que cada uno desarrolle su propia relación con Dios que esté al margen de
la que tú tienes. Lo necesitan.
2. Vive en verdadera comunión con tus hermanos. No
te la pases observando las diferencias que tienes con ellos. En lugar de eso,
concéntrate en las cosas que los unen y las diferencias hazlas a un lado y a
pesar de ellas, sirve hombro a hombro con otros diáconos y con los santos.
3. Siempre sugiere cambios a tus ancianos en los ministerios que encabezas pero no promuevas cambios sin sentido o por cualquier motivo. Medita profundamente en cómo puedes hacer mejor tu ministerio y, cuando estés seguro de que lo haces, promuévelo e impúlsalo. Se un elemento que, siempre esté motivando el cambio aún incluso cuando esto no lo estén considerado los ancianos. Recuerda que, ellos pueden estar atendiendo tantas cosas que, no estén viendo con claridad que cosas de las prácticas de la iglesia deben modificarse.
Nunca
dejes de ser un elemento dinámico hacia el interior de tu iglesia
cristiana. Siempre busca estar haciendo algo para que todo marche
mejor porque si no eres esa célula que aporta crecimiento entonces serás un
parásito en el cuerpo de Cristo que, no solamente estás dañando tu vida sino
que también estarás dañando la vida de los santos y el ministerio de tus
ancianos.
Si
eres santo:
1. Sumérgete en Dios a tal grado que manifiestes
una dependencia total de él en todas las áreas de vida para que esa santidad se
manifieste en tus ideas, en tu forma de hablar y en tu familia ya que no podrás
señalar nada que tú no hagas primero.
2. Con ese filtro espiritual del punto anterior, siempre debes de estar haciendo saber a tus diáconos y ancianos las cosas que te pasan, las que crees y aquellas con las que batallas todos los días ya que ahí puede estar la información que puede llegar hasta el liderazgo de la congregación para hacer los cambios que la misma necesita.
Y como miembro activo de tu iglesia cristiana, nunca dejes de congregarte (Hebreos 10.25) ya que tu presencia representa el impulso necesario que tus ancianos requieren para esforzarse y cambiar lo que se necesita. Si eres un cristiano ausente de la comunión con tus hermanos entonces, debilitarás el cuerpo de Cristo y reducirás la eficacia del liderazgo de tus ancianos. Recuerda que, eres tan responsable como ellos de la condición espiritual que tu iglesia cristiana manifieste.
Epílogo
Comparto tres pensamientos a manera de comentarios
finales de este libro.
CUALIDADES
Fui claro cuando iniciamos esta aventura literaria en señalar que, este no era un libro de ética pastoral o de teología pastoral insistiendo en señalar que, este libro era únicamente un compendio de consejos prácticos. Espero esto haya quedado claro.
Lo vuelvo a mencionar porque quién no fue capaz de entender esto puede estar en este punto señalando que, a este libro le faltó “esto” o que no terminó por aclarar “aquello” por lo que recomiendo a los interesados en el tema se adentren en la literatura cristiana conveniente que trata más a fondo esas cosas que nos hablan de lo que el texto de la Biblia señala sobre la conducta del pastor y las cualidades que debe estar desarrollando permanentemente.
Quédate valorando todo consejo que se ha compartido en
este libro y enriquécelo con más consejos que puedas añadir y compartir en
estudios bíblicos relacionados con el tema del liderazgo que compartas hacia el
interior de tu iglesia cristiana.
EL ASUNTO DE LA DISCIPLINA
Cuando analizamos el Nuevo Testamento, leemos que Pablo apunta que, a los que persisten en pecar se les reprenda delante de todos (1 Timoteo 5.20) así que, aquí tenemos la única cita de la Biblia en que un pastor puede basarse para ejercer la decisión de públicamente exhibir al diácono o al santo que manifiesta hábitos pecaminosos.
Pero, aquí hay un problema. Esa cita se refiere a los pastores, no a los diáconos ni a los santos así que, si quieres ejercer disciplina pública ten en cuenta que, la única que está autorizada por la Biblia es cuando se te tenga que exhibir públicamente a ti, de lo que estás haciendo fuera de orden. Si sigues los consejos marcados en este libro eso nunca llegará a suceder pero si este conocimiento decides hacerlo a un lado, ten claro que entonces, lo que deseas que no se sepa del ejercicio de tu ministerio más tarde o más temprano Dios lo exhibirá en público. Eso es seguro, solo hay que esperar el cuándo.
Si vas a disciplinar, hazlo con amor, con mansedumbre (Gálatas
6.1) y concéntrate en que la relación del pecador confeso con Dios vuelva a ser
la mejor posible en el menor tiempo posible. Si cuando disciplinas lo único que
provocas es resentimiento, murmuraciones y que la gente se vaya de la iglesia,
Tu disciplina es una auténtica basura.
YO ANCIANO TAMBIÉN
Cerremos citando textualmente un pasaje de la Biblia:
Ruego a los
ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de
los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será
revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando
de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino
con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro
cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando
aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona
incorruptible de gloria.
1 Pedro 5.1.4 RV1960
Pedro, apóstol y pastor en su tiempo, deja las siguientes recomendaciones a aquellos que de la manera más valiente posible han tomado la decisión de que sus vidas sean un ejemplo que seguir y que están arriesgándolo todo para hacer que la iglesia cristiana no deje de cumplir su misión en la tierra.
·
Apacentar la grey
·
Cuidar la grey
·
Servir por amor, no por obligación
·
Demostrar que, el servicio a los santos y diáconos es una
decisión
·
No buscar sacar provecho incorrecto de su liderazgo
·
Siempre manifestar disposición a ayudar a quién lo
necesite
·
Considerar a los demás como superiores a él
· Mostrando vivir una vida digna de imitación
De diversas maneras, los puntos que el apóstol Pedro señala se han apuntado en este libro pero, sabiendo que, lo que dijo Pedro fue inspirado por el mismo Dios, vale la pena que, los pastores den a los consejos anteriores la mayor de las prioridades.
Lo mismo que he acabado de señalar manifiesta mi intención al escribir este libro, que es compartir consejos de consiervo a consierve de parte de alguien que como tú está tratando día a día de hacer que, su vida alguna vez inútil valga la pena para que el reino de Dios crezca en la tierra no solo en número sino también en santidad, no solo en cantidad sino sobre todo en calidad.
Cerremos pensando que, la corona de gloria debemos considerarla como lo menos. Servir a Dios debe ser lo más para los líderes de la iglesia de Cristo en cualquier época y condición que se pueda llegar a vivir.
Que Dios bendiga tu ministerio, líder y siervo inútil del Señor y que, de parte de Él, antes de que vayamos a casa podamos disfrutar ver que nuestro esfuerzo ha cimentado la obra que continuará con nuestro legado cuando nosotros ya estemos morando en los lugares celestiales con Cristo Jesús (Efesios 1.3).
Que Dios nos
bendiga a todos.
Comentarios
Publicar un comentario